–¿Estás seguro? –los ojos de Steven se ven oscuros, casi negros.
Finalmente reunió el valor para ponerle al tanto de lo que estaba ocurriendo. A dos días de la boda. Tomo cartas en el asunto por insistencia de Sam y realizarían la prueba para evitar iniciar con eso su matrimonio.
No fue fácil. Estaba seguro del resultado, pero en el fondo temía que el destino le haya jugado una mala pasada y ahora tendría que afrontar las consecuencias, le aterraban las consecuencias de ese tormentoso amor que ahora podría arrastrar a un inocente.
–Sí. –miente.–Mientes. –pero miente mal. –Tú me habías dicho que era imposible. Que no había modo.
–Lo sé. –pero Natasha movió mejor sus cartas. –Esto será para descartarlo definitivamente.
–¿Y sí eres el papá? –envidia la serenidad en la voz de Steven. –¿Qué pasará?
–No lo sé.
–Supongo que la corona lo cubriría, ¿cierto?
–No lo sé. –no hay ni una sola idea cruzando su mente, solo incertidumbre. –Mamá se encargaría.
Steven no dice más. Mira hacia la ventana y se deja llevar por sus pensamientos. Quisiera decirle que eso no cambiaría nada, pero realmente no lo sabe.
–Muy bien. –el príncipe sigue viendo la ventana. –Ve, hazlo y aquí te espero. Hay que resolverlo.
–¿Cambiará algo? –teme la respuesta, pero necesitaba hacer la pregunta.
–No iré a ninguna parte.
Con eso se marcha. No es suficiente, pero es demasiado para calmar su no saber. Son la siete de la mañana y viajará hasta la ciudad de Birmingham, donde Natasha y el bebé se encuentran.
Fue una suerte que la pelirroja aceptara hacer todo eso lo más pronto posible y con la mayor discreción. Es obvio que la corona dio alguna cantidad de dinero para poder mantener el silencio de Natasha.
Son dos horas de camino en solitario con sus pensamientos. Lo único que a su mente llega es Steven. Teme ser realmente el padre de ese niño y perder lo que ha construido con el príncipe.
No ha sido nada fácil. Pero también piensa como sangre de su sangre estará lejos de él, porque de ninguna manera la corona permitirá eso. Simplemente no.Su arrogancia, su rebeldía, la ganas de ir en contra de lo correcto le han pasado factura y toda la magia que le rodeaba ha sido reemplazada por nervios que deshacen su estómago y le insultan.
–Su alteza, serán un par de horas. –el médico le presta su oficina para esperar.
Le han tomado la muestra con rapidez. Y no le ha visto, ni a ella, ni a él. Es mejor así, además, son órdenes de su madre.
–Su alteza, el príncipe Anthony. –uno de sus acompañantes le extiende un teléfono.
–Eres un imbécil, ¿sabes?
–No estoy de humor, Tony.
–Ese niño no es tuyo. –refuta. –Han caído en su juego. Ya lo verás.
Le consuela la confianza de su hermano. –¿Cómo está Steven?
–Ha hablado toda la mañana en francés, con ya sabes quién.
–Perfecto.
–Estoy seguro que recibirás un real puñetazo francés cuando vuelvas. –se burla su hermano. –Por poner más nervioso al príncipe de Austria a horas de la boda.
–Creo que lo voy a merecer.
–Opino lo mismo.
–Gracias por el apoyo.
–No hay de que. –bufa por el auricular. –Estarás bien, tonto. Pero debes admitir que Natasha es una genio.
Cuelga. Si cayeron en su juego o no, no es lo importante. Lo que realmente importa es la posibilidad de un bebé, sangre de su sangre, en la otra habitación.
Para tranquilizar sus nervios toma uno, o dos, o tres tragos largos del whisky del doctor. Le hace dormitar un poco en el sofá y observa que el reloj avanza torturosamente lento.
Los resultados se los dan en un sobre. Por ordenes de la reina no deben ser abiertos hasta llegar al palacio de Buckingham. Tolera la mayor parte del camino, pero en cuanto los portones del palacio se abren, rompe el sello.
–¿Dónde está Steven? –casi grita mientras le ayudan con el abrigo.
–En sus habitaciones, su alteza. –responde la tímida rubia. –Su majestad la reina ha pedido verle de inmediato.
–Puede esperarme unos minutos, ya vuelvo. –corre. Necesita verle y decirle.
–¡Pero-
Es tarde. Ya ha subido las escaleras, ya está cruzando los pasillos y aunque quisiera, no puede detener sus pies.
Nisiquiera golpea la puerta. La abre bruscamente y los ojos grises de Steven le observan alarmados desde la ventana, donde le dejo horas atrás.
Cruza el primer y segundo salón, exhala tratando de nivelar su respiración, llega a él y lo atrae a su cuerpo.
–¡James! –es tarde también, necesita besarle para despertar de esa pesadilla.
–Te lo he dicho. –un beso más lento. Succionado el labio inferior. –No es mío.
El suspiro de alivio que choca contra su boca le da vida, mil años de vida realmente. Puede ver como los iris grises vuelven a brillar.
–Me asuste por un momento.
–Yo también. –confiesa, los brazos de Steven alrededor de su cuello le dan seguridad. –Pero ya estuvo, nuestra boda nos espera.
–Su alteza, la reina solicita su presencia. –Charlotte habla desde el primer salón. –De inmediato.
–Bueno, si sobrevivo a mamá. Te veré en el altar.
–Ahí estaré.

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Palacio [STUCKY] [STARKER]
FanficInglaterra y Austria deciden unirse en un ventajoso matrimonio. Es simplemente perfecto. Aunque sea una interminable cascada de muchos desastres bastante afortunados. James, príncipe de Inglaterra, descubrirá que el amor es pequeño, rubio y bastant...