–Su alteza, sugiero que mejor salgamos por la puerta de atrás, la prensa nos tiene casi rodeados. –indica Loki mientras le extiende el abrigo.
Steven descansa su cabeza en el pecho de James mientras el evento de esa noche en el hotel Ritz de Francia termina.
– ¿Te importa si cambiamos de auto? –pregunta Anthony mientras se acerca con las cejas juntas.
– ¿Siguen peleando? –pregunta James sin retirar los brazos que rodean la cintura del delgado príncipe.
–No, pero acaban de llamar que Thomás no se ha presentado a la práctica de polo y no quiero oír sus alegatos, todavía. –suplica.
James niega, pero sonríe. – ¿Entonces seré yo quien escuche al hombre?
–Hazlo por mí, ¿sí? –suplica Anthony.
–No.
– ¿Qué tal por mí? –Steven alza la cabeza, le ve con sus líquidos ojos grises y James no puede evitar sonreír.
James junta las cejas y Steven hace un ligero puchero, entonces James tiene que besarlo, besarlo o morir. –Ahg, de acuerdo. Iremos detrás de ustedes.
–Te amo, ¿sí? –agrega Steven sin dejar de sonreír.
–Eres bien tramposo, Steven. –defiende pobremente su orgullo. –Afortunadamente ya puedo resistirme a tus encantos.
El príncipe se coloca sobre la punta de sus pies, toma su rostro prisionero y le besa metiéndole la lengua, mordisqueando todo a su paso y hace que James jadee.
–Eres un tramposo.
–Ya caerás.
–No te daré otro bebé, Steven.
Steven junta las cejas y vuelve a un por un beso más, un beso lento que sabe a champán y a tabaco recién quemado. Un beso que sabe a despedida.
–De acuerdo, voy a pensarlo. –agrega casi derrotado.
Steven sonríe como solo le sonríe a James. –Te amo, James.
–Te amo, Steven. –y vuelven a abrazarse, a protegerse del frío y del mundo.
–Por Dios, va a darme diabetes aquí, ¿podemos irnos ya? –insiste Anthony mientras sigue esperando que el rey termine con sus saludos.
Proviene del latín accĭdens, -entis, un accidente es un suceso no planeado, no deseado, no esperado que provoca lesiones irreparables. Fue un breve momento en el que el auto de Steven y Anthony ingresó en el puente del Alma y ya no salió.
Ocurre tan rápido que James reacciona cuando Steven está en su regazo. No hay un orden preciso en el que salió de su propio auto y saco a su esposo de la bola metálica en que se había convertido el otro vehículo.
El traje celeste está manchado y hay líquido carmesí escapando de su nariz. Sus grises ojos están abiertos y respira tan despacio que apenas nota el movimiento.
–No, no, no. –nunca antes notó lo liviano que Steven era. – ¿Steven? Sigue respirando, la ayuda viene en camino.
El rubio parpadea y todo el cuerpo de James tiembla. –James...
–Sh... –suplica mientras lucha por mantener el aire en su cuerpo. –No te esfuerces, no te muevas, ya viene la ayuda.
Alza la vista para divisar entre el humo y el desastre a su hermano, quien está siendo atendido por el propio rey. – ¿Está bien? –grita sobre el estruendo de los servicios de emergencia de fondo.
Pero antes de una respuesta, la fría mano de Steven toca y mancha su mejilla. –James....
–No te muevas, mi amor, ya viene la ambulancia. –suplica mientras toma la delicada mano y besa el dorso manchado. –No te muevas, estarás bien.
–Cuida a los chicos, ¿sí? –y James siente al mundo detenerse.
–No hables. –suplica mientras siente como su propia alma le abandona. –Estarás bien.
–James... –es un murmuro apenas distinguible entre el ajetreo de las ambulancias que se acercan. –Te amo.
–Yo también te amo, mi amor, pero ya no hables, ¿sí? –ruega, suplica.
Los grises ojos le observan silenciosos y le regalan la última sonrisa. –Volvería a elegirte, James.
Es ese instante, el segundo que toma la declaración, que el mundo entero colapsa. Que todos los cimientos de su mundo se destruyen uno a uno y los ojos de Steven se cierran.
– ¡¿Steven?! –grita. – ¡¿Steven?! –aúlla. – ¡Peter! ¡Dile que despierte!
Un segundo más para que el rey este a su lado y coloca una mano sobre los dorados cabellos. – ¿Mon chéri? –pregunta Peter con un hilo de voz.
La asistencia médica llegó y prácticamente obligan al príncipe James a soltar al príncipe Steven. Hay un dolor fragmentado en todo su cuerpo y aun cuando su propio servicio de seguridad le suplica no ir en la ambulancia, James se sube.
No puede creer lo que sus ojos ven. El traje manchado, los mil aparatos que van conectando en su carrera desesperada por detener lo imparable. James no suelta su mano ni un solo momento, se aferra tanto como Steven lo hace con la pausada respiración que lleva.
Al ingresar al hospital, le prohíben le paso. Lo obligan a sentarse en una solitaria sala de espera y James lucha por no perder la cordura.
– ¡James! –Peter aparece dos minutos después y James tiembla al ver el blanco abrigo manchado de carmesí.
– ¿Dónde está Anthony?
–Está bien, le han puesto unos puntos y verifican que no existan contusiones. –asegura con los labios resecos y el rostro carente de color. – ¿Qué pasó?
Pero James no contesta, se fija en el reloj que marca las doce de la noche con veinte seis minutos. Su garganta se cierra, su estómago se hunde, su corazón se detiene.
– ¿James?
El príncipe heredero vomita en una de las macetas, su vista se nubla y se percata en las manchas de sangre que hay en toda su ropa. Y dentro de él, algo se rompe. Se quiebra en centenares de pedacitos y el abrumante sentimiento de soledad le golpea brutalmente.
Peter lo dirige a un asiento y revisa todo su cuerpo. –Mierda, ¿te golpeaste?
–Steven... –murmura roto.
Peter se detiene, se alza en toda su altura y empuja las puertas que les separan del quirófano. James se desploma en el suelo, alza sus piernas y aplasta su rostro contra sus rodillas. El dolor es intolerable, la perdida es imparable.
– ¡No! ¡Suéltenme! ¡Steven! ¡Steven! –grita Peter con todas sus fuerzas mientras los enfermeros y doctores lo escoltan de vuelta. – ¡Steven!
–Su alteza... –llama el médico, con los ojos húmedos y con la voz rota. –Lo lamento muchísimo.
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Palacio [STUCKY] [STARKER]
FanfictionInglaterra y Austria deciden unirse en un ventajoso matrimonio. Es simplemente perfecto. Aunque sea una interminable cascada de muchos desastres bastante afortunados. James, príncipe de Inglaterra, descubrirá que el amor es pequeño, rubio y bastant...