Son dos bienvenidas completamente diferentes. En Londres, la prensa espera ansiosa el regreso del dorado matrimonio; obtienen a cambio al príncipe James, bajando con prisa del jet, con lentes oscuros y un abrigo que cubría hasta su cuello.
En Austria están Viola y Charles, esperando que el príncipe Steven descienda del jet. No hay nadie más, ellos dos con enormes abrigos y paraguas transparentes que les protegen del aguanieve que cae sin fuerza. Steven lleva una bufanda cubriendo la mitad de su rostro.
– ¿Dónde está el príncipe Steven? –cuestiona una de los reporteros. James ni siquiera se gira, sube al auto y pide que le lleven al palacio de inmediato.
La pregunta se repite, esta vez por un sonriente Tony que le esperaba en la entrada. – ¿Qué le has hecho?
No contesta. Avanza como un vendaval por los pasillos del palacio, sin contestar ni un solo saludo. –Esto es para ti. –en el escritorio de la reina María cae un sobre sellado.
– ¿Esos son los modales que te enseñé?
–Dirás que me enseñaron las niñeras. –escupe al llegar a la puerta y se encamina a sus habitaciones. No quiere hablar. Quiere un generoso trajo de whiskey y dormir, dormir hasta finales del siglo.
A mil kilómetros de ese oscuro palacio, mil seis kilómetros para ser exactos, Steven deja sus abrigos en el sofá más próximo y corre hacia las escaleras. – ¡Sorpresa!
– ¡Steven! –su padre, alto, delgado y canoso. Esta de pie cerca de la chimenea y se ve mejor que en años, mejor que nunca.
Se funden en un abrazo reparador de almas. Steven no puede salir de su asombro. – ¿Qué pasó?
–Es el nuevo tratamiento de Peter, el chico sigue siendo un genio.
Hay color en el delgado cuerpo del rey, sigue igual de canoso pero hay más brillo en su mirada. Hay energía nueva y esperanzadora rodeándole. –Luces fantástico, papá.
Y ocurre lo que no ocurre hace años, el rey se sonroja. –Que cosas dices, Steve.
Se vuelven a abrazar, porque el príncipe sentía caer y caer en un espiral que no tenía fin. – ¿Pero qué haces aquí?, ¿Dónde esta James?
–Supongo que preparándose para salir a Balmoral, allí pasan las fiestas.
– ¿Qué?
Steven le dice que más tarde le contara el pequeñísimo desacuerdo que tuvieron. Mientras le entrega adelantado su regalo navideño, lo mejor de Cremona, Italia, duraznos. Es jugo, de hecho, acompañado de un par de especias y un toque de vodka, se puede beber caliente y lo sugiere cerca de la chimenea.
El rey sabe que no es un "pequeñísimo" desacuerdo, que esta lejos de serlo. Que debió ocurrir algo bastante significativo si Steven había decidido volar desde su luna de miel a su casa, directamente. Pero como sabe lo cerrado y cabeza dura que es su hijo, no le dirá nada a él. Así que excusándose en ir al baño, deja la habitación y hace una sola llamada.
Cuatro horas después, mientras Steven dormita en el sofá, el rey de Francia llega silenciosamente al palacio. –Es un gusto verte, hijo.
Peter deja de ser el rey. – ¡Hola, tío!
Dejan que el príncipe siga durmiendo enrollado en el sofá y pasan a otra cálida sala. – ¿Sabes algo?
–Aún no, pero tengo a gente en ello. –contesta Peter mientras recibe la copa que el rey Stefan le ofrece.
Como "a gente" se refiere a Tony. Que se ha filtrado en las habitaciones de su hermano mayor y que tiene la noble tarea de averiguar que pasó para que James y Steven regresen un veinte de diciembre, dos días antes de lo esperado y lo más obvio de todo es saber por qué pelearon que les hizo tomar vuelos separados y que definitivamente no pasarán las primeras fiestas navideñas juntos como el matrimonio que son.
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Palacio [STUCKY] [STARKER]
FanfictionInglaterra y Austria deciden unirse en un ventajoso matrimonio. Es simplemente perfecto. Aunque sea una interminable cascada de muchos desastres bastante afortunados. James, príncipe de Inglaterra, descubrirá que el amor es pequeño, rubio y bastant...