Inglaterra y Austria deciden unirse en un ventajoso matrimonio. Es simplemente perfecto.
Aunque sea una interminable cascada de muchos desastres bastante afortunados.
James, príncipe de Inglaterra, descubrirá que el amor es pequeño, rubio y bastant...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
–Entonces, ¿para qué soy bueno?
Una pierna encima de la otra, lleva una blanca camisa y es posible que ha bajado un poco de peso. Luce sereno con el cabello un poco más largo y con rulos de chocolate. Steven respira profundo, convenciéndose que es lo correcto.
El príncipe Anthony lleva una semana con tres días en el palacio y nadie se cuestiona el por qué. Aunque James sospecha que algo grave está sucediendo cuando se da cuenta que el príncipe duerme la mayor parte del día. Y eso que no sabe que llora toda la noche.
El tiempo no les dio la respuesta que esperaban y el tiempo, justo en ese momento, es su enemigo.
– ¿Vas a decirme qué pasa? –vuelve a preguntar Peter mientras come más de los bocadillos. –La boda es la próxima semana y hay un par de cosas que debo hacer.
–No puedes casarte. –declara, o sí, pero primero... Dios, no sabe como empezar.
– ¿Otra vez con lo mismo?
–Hay algo que debes saber.
Y a lo mejor es traición, pero no ya no puede sostener aquella situación.
Guía a su majestad a la habitación donde un durmiente príncipe descansa sobre el sofá victoriano y toma el sol de la tarde. Puede ver los ojos del rey humedecerse, lo ve olfateando la habitación y sonriendo silencioso.
–No entiendo. –murmura en voz baja para no perturbar el sueño del menor.
Steven, aterrado, se inclina cerca del príncipe. –Anthony... –le llama. –Alguien vino a verte.
El príncipe primero se estira, suspira y el gesto relajado de su rostro le abandona en cuanto su vista se enfoca. – ¡¿Qué mierda?! ¿Qué hace él aquí?
–También me alegra mucho verte, Anthony. –contesta el rey con su marcado acento.
–Tony, él debe-
– ¡No! –y se pone de pie en un brinco. – ¿Cómo te atreviste? ¡¿Cómo fuiste capaz de hacerme esto?!
–Yo-
Pero antes de la respuesta, el príncipe Anthony está saliendo de la habitación. Peter, más confundido que cuando recién llegó, va automáticamente detrás de él y Steven sigue los pasos.
– ¡Por favor, escucha! –le grita desde las escaleras. –No dejes que se vaya. –le ordena a Peter.
El rey baja de dos en dos los escalones pero Anthony ya ha salido al jardín. Steven maldice un poco más y sigue corriendo. Al abrir la puerta ve los brazos del rey capturar al príncipe y detenerle en medio del solitario jardín.
– ¡No me toques! –se retuerce entre los musculados brazos.