El fin.

44 6 2
                                    

James dormido se ve demasiado joven, alcanzable y sobre todo, hermoso. Su respingada y bien dibujada nariz fue robada del rey. Su mandíbula parece diseñada por un experto arquitecto. Y sus rosados y suaves labios fueron enviados desde el cielo, o tal vez del infierno, porque le incitan a hacer cosas que se consideran crimines solo con pensarlas.

Son las siete de la mañana y seguramente ya deberían estarse alistando para la reunión con el representante, pero no quiere despertar a James. Los últimos días le ha visto más cansado, más estresado y sobre todo, apagado. Su corazón se encoge cada vez que le ve con la mirada perdida.

Por eso verlo dormir es un privilegio y un analgésico para su preocupado corazón. James suspira y pasa una mano sobre su cabello. Pareciera un modelo de revista, el brazo flexionado con el músculo a la vista, los mechones de cabello esparcidos por la almohada y los rosados labios invitando a pecar.

Steven se mueve con lentitud, alcanza la polaroid de su mesa de noche y la prepara para capturar la imagen que sus ojos beben. La primera muestra el perfil simétrico del príncipe. Deja la fotografía sobre la almohada y mordiendo su labio se arriesga cruzando una pierna por el abdomen de James.

Fingiendo ser un lento caracol logra colocarse sobre el vientre bajo del príncipe, sin tocarle porque podría despertarle. Apunta con la cámara y se da cuenta que el ángulo es muchísimo mejor. La polaroid inmortaliza el pacífico rostro de James y parte de su pecoso pecho. Es un retrato perfecto, silencioso e hipnótico.

Da un brinco cuando unas manos se cierran sobre su cintura y le obligan a apartar la vista de la foto. – ¿Ya no tienes suficiente espacio? –la voz de James es ronca y muy bajita, es posible que siga dormido.

–Yo- –pero no encuentra su voz. Sus puños se cierran con fuerza alrededor de la cámara y de la fotografía. Su corazón palpita desesperado y lo siente en sus oídos.

James traga con pesadez y le observa con soñolientos ojos celestes. Filtra las manos debajo de su camisa y desliza la punta de los dedos dentro del pijama, todo sin dejar de verle. Steven tiene la vaga sensación de morir. –James...

El príncipe se sienta de golpe, chocando el pecho contra la cámara. Las manos ejercen presión sobre su culo y le obligan a bajar. Su boca se vuelve liquida cuando siente la hombría, alzada y endurecida, de James.

Las experimentadas manos del príncipe le mecen, le muestran como su cuerpo parece llamarle y su sangre viaja hacia el sur. Reacciona inmediatamente, exquisita y cegadoramente. Hay cosquillas hirviendo en su estómago y calor extendiéndose por su pecho. –James.

Pero James tiene otros planes. Las manos se han cerrado sobre su culo y no dejan de moverle, va repartiendo besos desde la oreja, el cuello, el hombro, el pecho. Steven se ve en la necesidad de suspirar y lanzar la cabeza hacia atrás por la abrumante sensación de estar en los fuertes y calientes brazos de su esposo.

–Dios, Steven... –murmura contra el centro de su pecho. –Hueles a pecado...

Es la parte mágica dentro de él. Es el doncel invitando a su esposo, a su príncipe, a su James. Es caliente líquido derramándose en su estómago que se evapora y sale por sus poros. Es una humedad que nunca ha estado pero que sabe su propósito. Steven respira sin ritmo y traga el exceso de saliva haciendo mucho ruido.

Las vibraciones de su pecho llaman la atención de James y le fijamente. Es una mala idea. Las pupilas del príncipe se han dilatado, ocultando gran parte del celeste cielo que adorna su mirar. Tiene la boca entreabierta y se nota como respira con dificultad. –Steven- ¿tú?

La voz ronca, pesada, barítona y rota. Ya no hay más que pensar, no hay que decir y sí mucho por hacer. –Debería...

James vuelve a tragar saliva y Steven esta por enloquecer en su regazo. Es el lugar, pero no el tiempo. El toque en la puerta se vuelve más insistente y la voz de Loki atraviesa la madera. –Su alteza, ¿ha despertado? Me temo que se nos hace tarde.

No corre, huye con la polaroid y su foto en la mano. Cierra la puerta del baño con seguro y enciende la regadera. Sus sentidos están saturados y pareciera que sus pies se van a desprender del suelo, está líquido, húmedo y próximo a llegar a la locura. El agua tibia pega su cabello al cráneo y a través de la lluvia de agua escucha la serena voz de James indicándole a Loki que pida el desayuno.

Su inminente final había llegado.

Cuando sale del baño, pasa directamente al armario.  Loki le ha dejado el traje de dos piezas que usará en tan importante reunión. El pantalón y blazer de un suave rosa palo y la camisa y el abrigo de un impoluto blanco. Se viste lo más lento que puede, a pesar que saben que le están esperando del otro lado de la puerta.

–Su alteza... luce increíble. –murmura Loki que ha dejado de servir el té para voltear a verle.

–Siempre dices lo mismo. –James no está en ningún lugar. 

–Siempre luce increíble. –Steven se llena de color por las palabras de su secretario y toma asiento. –Su alteza príncipe James ha ido a prepararse a su habitación, me dijo que podía empezar sin él porque no tardaba.

Steven asiente, toma un cálido y  delicioso sorbo de su té humeante. La puerta se abre y Steven se quema la lengua. Lleva un perfecto traje de azul cobalto con el abrigo en combinación, pero se ha peinado hacia atrás dejando que un delgado mechón de negro cabello se rebele y se rice en su frente. Es la segunda imagen arrebatadora de aliento en el día y cree desfallecer de nuevo.

–Hola Steven.

Se vuelve a concentrar en su té. No solo arden sus mejillas, es todo su cuerpo el que se está quemando. –Hola James.

Su salvación es que Loki siga dando vueltas ahí, arreglando la cama o repitiéndole los planes para la reunión. Es una suerte porque la mirada que James le lanza es de amenaza y Steven tiene unas inquietantes ganas de volver a subir a su regazo. 

–Muy bien, el auto está esperando.  –anuncia el secretario y las miradas se detienen. 

–Cuando guste, su alteza. –le murmura James y le suena a amenaza. 

Muerde su labio, suspira y se levanta. Tiene que concentrarse, tienen que demostrar que su unión es sólida, irrompible y para siempre. Cuando baja las escaleras siente un escalofrío al pensar en eso,  en siempre y en James al mismo tiempo.  En una sola oración. En un para siempre. 

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora