Tierra de nadie.

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El viento que recorre la cima de los acantilados de Dover hace que sus mejillas florezcan

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El viento que recorre la cima de los acantilados de Dover hace que sus mejillas florezcan. Escucha como el mar revienta violento contra las rocas que se atreven a estorbar el camino de las olas que se forman continuas. 

Peter está a un par de metros, el viento a despeinado sus cabellos y el abrigo se agita de manera rápida detrás. Se siente brutalmente aturdido, casando, descolocado. Como si se hubiera ido a dormir y una eterna pesadilla le hiciera su prisionero. Está con niveles de estrés  y temor alarmantes y aunque trate de convencerse que todo estará bien, sigue temblando.

Los autos finalmente aparecen. Es como si estuviera en una película mafiosa donde nadie puede enterarse de aquel mortal encuentro. El primero en aparecer, acompañado de su fiel guardián, es Steven. El abrigo apenas deja ver sus manos y su dorado cabello resplandece.

– ¡Anthony! –le sonríe antes de abrazarlo y el fantástico aroma a lavanda le provocan más ganas de llorar. – ¡No sabes cuánto me alegra verte!

Lo abraza un largo rato, sintiéndose, durante un pequeñísimo momento, en calma. –Dios, Steven... –quiere quedarse ahí, al lado del doncel que transmite tranquilidad con un sencillo contacto. –Creo que voy a morir.

El príncipe le sonríe en consuelo. – ¿Qué cosas dices? Ya verás que estarás bien.

Finalmente se trasladan a la abandonada casa de techo alto que aguarda paciente en una de las colinas del acantilado. Puede ver la columna de humo salir y los autos que rodean aquella vieja construcción. Steven palmea su espalda antes de bajar y ve que Peter le sonríe sin ánimos.

Ha transcurrido una semana, siete largos días desde que su vida dio una violenta vuelta de gato que ahora le ha llevado ahí. Detrás de la puerta le espera su madre, quien no tuvo más remedio que acceder a aquella reunión, la mujer que le encerró en una casa mientras esperaba al médico que se encargaría de su problema. Anthony aún tiene pesadillas de la terrorífica noche que pasó en vela esperando que la muerte cruzara la puerta en cualquier segundo.

Ahí estaba. Con un afelpado abrigo celeste, con un bonito collar de perlas y con la decepción adornando sus ojos. Traga con pesadez, ve como la ira la envuelve, el enojo contenido que parece ser su mejor acompañante. Tiene que bajar la mirada, incapaz de seguir viéndose en esos ojos que una vez le vieron con cariño y ahora solo reflejan repulsión.

También está su padre. Sereno y silencioso en una esquina, con la mirada casi líquida y sonriéndole en consuelo en cuanto se ven. Y su hermano, con las cejas juntas y la desesperanza en sus hermosos ojos oscurecidos con el reflejo de la clara tormenta que atraviesa. Desea poder hablar con él, disculparse por haber involucrado a Steven y que ahora su relación tambalee por su culpa.

–Mamá-

–A partir de este momento, o desde el momento que decidiste burlarte de mí, la corona británica retira todos tus títulos, cargos, responsabilidades y tu herencia. –declara la mujer sin parpadear. –Para mantener la paz entre ambas  naciones, he decidido expulsarte de está familia y de este reino.

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora