Perdido.

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 La segunda vez, no, corrección, tercera vez que sus labios se juntan sigue rodando la magia en el palacio y les sigue meciendo a su voluntad. Fue en su desayuno privado, donde ambos llegaron exageradamente puntuales y se vieron alrededor de cuatro minutos antes de decirse: buenos días.

El paso lo dio James, porque le desesperaba la calma que salía de Steven mientras él sentía arder, consumirse en sus propios jugos de nervios, de ansiedad y el temblor en su estómago de no tener ni la menor idea de que está ocurriendo.

Esta vez el beso es muchísimo más lento que el último pero con mayor velocidad que el primero. Cada contacto ha sido diferente al otro y cada uno se convence que así serán todos los besos que estén por venir.

El beso sabe a fresa, consecuencias de las tostadas francesas que Steven comía. Se mezcla con el dulce sabor del té que tomaba segundos atrás y espanta el frío que trataba de colarse en la terraza.

-Eso está mejor. –tuvo que arrastrar su silla y poder quedar cerca del alcanza de Steven. –Mucho mejor.

La respuesta es una risa joven y divertida naciendo de Steven. –Bastante mejor, sí.

Entonces ahora se besan de vez en cuando, o cada vez que puedan. Porque Steven nunca se había percatado que rara vez están solos, o que sus manos se enfrían con el pensamiento de volver a besarle y termina James eliminando la distancia.

Deberían hablarlo, sería lo correcto. Pero los dos están perdidos en eso que están sintiendo y que cada día crece sin pedir permiso y les aplasta el corazón contra el tórax y les obliga a buscar consuelo en los húmedos y fríos labios ajenos.

-¿Y bien? –han pasado tres días desde la escapada al nocturno Londres.

-Nos besamos. –confiesa. Decirlo en voz alta lo vuelve más real. –Una vez en frente de la iglesia y otra vez en frente de su cuarto.

-Y cada vez que pueden. –finaliza Tony. –No me hagas esa cara, son el nuevo chisme del palacio.

James no agrega más. Esa mañana no le ha visto, la boda está a semanas y cada vez hay más y más que hacer. Sus obligaciones también parece multiplicarse y el trabajo le ha reclamado su ausencia.

-¿Todo bien? –indaga su hermano.

-Creo. –se encoge de hombros. –Es decir, nos vamos a casar y es normal, ¿no?

La mirada de Tony se afila, igual a la reina cuando algo no le convence y está por hurgar todo y encontrar una respuesta satisfactoria. –Quiero saber que te está comiendo esa cabeza.

-No es nada.

-Por favor.

Si hay algo, pero no sabe que es. Podría decir que es confusión. Nunca en su vida imagino querer besar a alguien con tanto deseo, ni siquiera a ella. Y lo que estaba más lejos de imaginar es que ese alguien fuera un hombre, pequeño, rubio y bastante complicado. Y lo que termina de desubicarle es como un hombre puede besar así de bien.

-¿Todos los hombres besan así de bien?

El té de jazmín sale por la nariz de Tony. Tose, toma aire, se recompone. -¿Qué?

-Por favor, no te hagas. –rueda los ojos. –Tú has comido cuanto has podido, media vez tenga dos piernas, no importa lo que haya entre ellas. Sin ofender.

-No me ofende. –aclara su garganta. –Bueno Jamie, yo siempre he creído que todos tienen maneras únicas de besar, no hay dos besos iguales, aunque sean con la misma persona.

Eso es cierto, él lo ha comprobado. El beso de buenos días con Steven le sabe a sueño, a arándanos, a miel y a todas las fuerzas del mundo. El beso de buenas noches le sabe a un largo adiós que no está ahí y bizcochos de vainilla y nuez.

-Tierra llamando a James. –se burla Tony. -¿Eso te preocupa? ¿Qué es un hombre?

-Me preocupa que no me preocupe para nada que sea hombre. –Tony levanta una de sus aristócratas cejas. –Es decir, nunca imagine estar con un hombre y ahora me voy a casar con uno, ¡y lo besó!

-Creo que deberías ordenar eso.

-Eso es lo de menos. –bufa. -¿No estás entendiendo?

-Wow, solo te besó y mira cómo te ha dejado.

-¡Tony!

-James, no hay de malo estar perdido por tu prometido, ¿sabes? –Tony se transforma, deja de ser un crío y se ve muchísimo más sabio que su tío Eduardo, un anciano de casi noventa años. –Así es como debían estar hace meses, pero pues, parece que les gusta hacer las cosas al revés.

Tal vez sí, no porque quieran obviamente. No sabe que pensar o que esperar, por el momento está bien así, esperando que Steven regrese de las reuniones que tiene con el comité de la boda y su majestad la reina. 

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora