El día. I/II

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La música inicia y todos los presentes guardan silencio absoluto. Coloca sus manos al frente, la izquierda sobre la derecha, para que su anillo real colocado en el meñique izquierdo se pueda ver.

Mil pares de ojos le ven, unos con auténtica alegría, otros con algo de envidia. El chelo le indica que debe iniciar a moverse, así que lo hace en automático, porque siendo sinceros está entrando en pánico hasta que mira al final de la larga alfombra roja.

Esta Peter con un traje color ciruela hecho a la medida. Lleva su corona puesta, está sonriendo y cuando sus miradas se juntan, le regala un guiño. Hay cámaras por todos lados, capturando todos los ángulos posibles. El obispo está de pie, sosteniendo una biblia y justo al lado está James.

Le han cortado un poco el cabello, su rostro se mira con un poco de color y sus ojos se ven llenos de brillo. Lleva su traje de gala de la marina con una banda roja de por medio mostrando todas las medallas que ha ganado. Tiene sus manos al frente y puede ver el movimiento inquieto de sus dedos.

Conforme más avanza las voces comienzan a escucharse, la música empieza a perder fuerza y las cámaras siguen grabando y capturando esos momentos para la eternidad. Durante su caminata todos los ojos de los presentes están en él, pero realmente solo se importa un par.

Antes de subir el primer escalón se le extiende la mano de James. La sujeta de inmediato, le asusta lo fría que está pero es señal de los catastróficos nervios que también sufre el príncipe.

–Hola. –musita mientras el obispo ordena que tomen asiento.

–Pensé que nunca llegarías. –contesta James.

–Decidí dar un paseo primero.

James muerde su labio inferior ocultando la sonrisa que amenazaba con salir. El obispo llama la atención y comienza con todos los formalismos y rituales que ese acto conlleva. Mientras él se concentra en Tony, detrás de James, que viste un hermoso traje negro y que pareciera querer salir corriendo de ahí.

Es difícil ver a otro lado que no sea James, pero también es difícil verle, sobre todo porque tienen las manos enlazadas y se ve exageradamente guapo con el cabello muy bien peinado y con todos los adornos de su pecho. Es tan alto, tan galán y le ve como si fuera la novedad del mundo.

Le costó mucho encontrar su voz cuando recitó los votos, no porque le juraba amor eterno y lealtad hasta el final de sus días, eso fue fácil. Le costó porque James no apartaba la vista de sus labios.

Cuando fue el turno de James sus rodillas temblaban, el agarre sobre sus manos era lo único que le seguía manteniendo en pie. Podía sentir honestidad en las palabras que ambos pronunciaban, es como si el efecto de esos meses conviviendo finalmente les alcanzará justo en el momento más estresante de la unión.

–Por el poder conferido en mí. –sentencia el obispo. –Les declaro esposos. Que lo que Dios junta, no lo separe el hombre. Pueden besar a su esposo.

Los ojos de Steven se sorprenden de inmediato, al igual que los de James. Entre tantos comités, reuniones y sesiones de besos a escondidas no recordaban que se tenían que besar por primera vez en frente de todo el mundo, literalmente. Steven está paralizado observando como James se acerca.

Cierra los ojos con antelación. Elimina el ruido del exterior y se concentra en la colonia de James, en la presión de sus manos y en el suave y frío contacto que hacen sus labios. Los aplausos le hacen abrir los ojos, James le estaba esperando y le regala una sonrisa tímida, discreta y feliz. Realmente feliz.

La marcha nupcial de vuelta siga acompañada de aplausos y al salir al exterior los gritos, las exclamaciones y el ajetreo de mil periodistas con sus cámaras es abrumador. Pero esta vez es diferente, la mano de James le sujeta, le mantiene en calma y ayuda a repartir los nervios entre ambos, como un equipo.

–Te ves hermoso. –el príncipe lo dice en cuanto la puerta del automóvil es cerrada.

–Tú te ves hermoso. –refuta. –No sabía que usarías tu uniforme.

–Quería sorprenderte pero, nuevamente, el sorprendido soy.

– ¿Lo dices por la corona?

–Por todo.

Planeaba esconder su rostro con las manos, pero se distrae el ver la argolla de oro blanco que ahora descansa en su anular izquierdo, al lado de su anillo real. Su mente se detiene un segundo, queda flotando ante la realidad de que ahora es un hombre casado, casado con el príncipe James.

Le abruma, es como un golpe directo al estómago que le ha sacado el aire. –Nos casamos.

– ¿Estás bien? –James le alarmado.

– ¿Tú lo estás?

–Lo estaremos. –le consuela, le reconforta. –Ya lo verás.

Los veinte minutos de trayecto son acompañados del pueblo ingles que grita cuando el vehículo se acerca, muchos lanzan flores y otros lanzan, lo que supone, arroz.

El comité de la boda le espera en la entrada del Palacio y les dirigen al palco real, donde darán el saludo acostumbrado. No son los primero en llegar, ya estaba Peter y sus guardaespaldas en compañía de su majestad la reina María, el rey Howard y el príncipe Anthony.

–Mon chéri... -Peter le toma las manos antes de ingresar al palco. –Lo has hecho increíble.

–Creí que iba a desmayarme. –confiesa.

–Ya casi terminas esto. –le abraza y le devuelve energías, fuerza. –Anda, tú puedes.

Lo duda. Hay miles de decenas de personas afuera del palacio. Todas esperando verles, gritarles su apoyo y conseguir un saludo. Enlaza su mano con la de James, levantan la unión y escucha como el público ruge.

–Estás hecho para esto, Stevie. –Tony ha llegado hasta él. –Lo haces de maravilla. Y James, tú también lo haces bien.

–Gracias, oye. –los hermanos se abrazan y el público vuelve a rugir.

–Excelente trabajo. –es la primera vez en el día que la reina le habla. –Muchas felicidades y lo mejor para los dos.

Fría, corta, directa. –Gracias su majestad.

–Debemos bajar al evento. –ordena.

–James, dame un segundo de tu tiempo. –interviene el rey. –Y Steven, felicidades.

El príncipe suelta su agarre y se despiden del público. El comité les lleva hasta el salón donde todos los invitados les esperan ya. Y esperan en la puerta que el rey Howard y James regresen para poder ingresar.

–Que guapo estás, la corona hace que te veas intocable, inalcanzable. –le murmura Peter.

–Exageras. –ruborizado.

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora