Carintia.

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El castillo Hochosterwitz, en el confederado estado de Carintia, ha sido testigo de muchísimos eventos impresionantes.

– ¡¿Qué diablos sucede contigo?! –grita James. Entre atónito, afligido, asustado, perturbado y catatónico. Todos los sinónimos de aturdido eran utilizados.

Steven se pone de pie y lo evidente resalta tanto que los ojos de James amenazan con salir de sus cuencas. Acomoda mejor el suéter y, con un ligero temblor de mano, busca la salida. No estaba ni en lo más mínimo preparado para aquello.

–No. ¡Un momento, te quedas aquí !–James le detiene y Steven no puede evitar que todo su cuerpo tiemble y el llanto se haga presente. –No llores. –suplica.

James camina de esquina a esquina procurando mantener la cordura mientras Steven trata de calmarse sentando en el sofá. El final había llegado y nadie iba a salir de aquella habitación hasta que todo quedara malditamente claro.

El primer golpe es directo al estómago, a su corazón. Lo evidente es tan obvio que no puede evitar temblar con una extraña mezcla de enojo, de sorpresa  y sobre todo felicidad. No podía creer lo que sus ojos estaban viendo en vivo y a todo color. 

¿Cómo? ¿Cuándo pasó?

–James... –musita Steven con la voz un poco gangosa por el llanto. 

– ¿Es real lo que mis ojos ven? –pregunta desde la esquina contraria.

Steven asiente despacio. –Yo... yo iba a decírtelo pero... tuve miedo.

– ¿Miedo? –da solamente un paso.

Organizar todo lo que tiene que decir, explicar sus motivos y razones se vuelve difícil. –No estamos bien... y-y- –se detiene porque el llanto amenaza con volver y le dificulta respirar. –Tú dijiste divorcio y yo-

Mientras Steven lucha por no llorar, James toma lugar en uno de los sofás y hunde la cara entre sus manos. –Solo era un comentario...

Está tan aturdido y descolocado, que se le vuelve imposible estar sentando. Vuelve a ponerse de pie y camina como si fuera un animal recién capturado. 

Es  una cantidad exorbitante de pensamientos que le atacan al mismo tiempo. Steven respira profundo y vuelve a intentarlo. –Sé que ocultarle la verdad no estuvo bien y lamento que te enteraras así... No debí, pero no tuve alternativa.

James le ve de reojo y sigue respirando profundo. –No. No debiste.

–Y pedí cientos de disculpas por eso, pero tu estabas empeñado en no escucharme. –continúa. –Luego esto... me di cuenta en el tercer mes.

El silencio vuelve apoderarse del salón y ambos príncipes se miran tan asustados que da la impresión que cualquiera dará un grito de entera frustración. – ¿Es... mío?

Entonces el cojín vuelva tan rápido que golpea parte de su mejilla antes de que pueda apartarse. – ¡Oye!

– ¡Eres un imbécil!

– ¡No me culpes ahora por desconfiar de ti!

Steven le da la espalda, se cruza de brazos y respira tan fuerte que casi iguala el acelerado ritmo.

–Sí has perdonado a Anthony... ¿por qué a mí no?

La pregunta rebota en las cuatro paredes y arde en su estómago. Sabía porque y siendo honesto, no quería decirlo en voz alta. –Porque... –pero los húmedos ojos grises le miran expectantes, deseos de encontrar una respuesta. –Porque Tony siempre ha sido así, nunca ha hecho nada que se espera de él y siempre hace lo que tampoco no se espera... 

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora