Son muchas la situaciones que les han rodeado, han existido momentos de completa locura y de absoluta calma. Pero lo que ha quedado claro sobre todo acontecimiento es que Steven y James nacieron para estar juntos, más allá del tiempo, de las distancia, del frío o de la guerra, su destino estaba escrito en las estrellas.
– ¿Quieres más galletas? –le pregunta Steven a Ginebra, la visita de la tarde de un lejano domingo.
Es de un hermoso color moreno, por herencia de Samuel. Y tiene los ojos de un extraño verde salvaje. Es de mejillas regordetas y los ondulados cabellos son peinados en colitas que se agitan cuando la niña asiente.
–No, Ginny. Ya has comido demasiado. –regaña Helmut.
La pequeña hace un puchero y James le extiende la galleta. –Una más y ya.
Steven rueda los ojos y Sam sonríe cuando la niña encoge los hombros para reírse en burla del regaño que Helmut se traga. –Ya tendré mi venganza cuando tu bebé nazca. –amenaza.
– ¿Ya te han crecido los pechos? –pregunta Samuel a media cena.
Y es que después de lo que pareció una eternidad, finamente podían ponerse al día con todos los acontecimientos de los últimos meses. Parecía casi mentira que Ginebra de Sussex, estuviera a nada de cumplir tres años de edad.
Pero respondiendo a la incómoda pregunta de Samuel, sí. A Steven ya le habían crecido los pechos. James recuerda que fue un mañana particularmente fría de Enero.
– ¡¡Ahhh!! –escuchó el grito y tardo la mitad de un segundo en reaccionar y tirarse de la cama.
– ¡¿Steven?! –espantando el sueño empuja la puerta del armario y solo ve los delgadas piernas internarse más en aquel laberintico lugar.
– ¡Vete!
James parpadea para que el sueño le abandone completamente y observa más despacio todo el lugar. – ¿Estás bien?
No era la primera vez que pasaba. Resulta que desde el mes cinco, los cambios habían comenzado a aumentar y Steven siendo el observador meticuloso que era, pasaba horas parado frente al espejo del armario auto examinándose que todo estuviera como tiene que estar. Y la primera vez gritó un poco por dos rojizas estrías.
Peter le envió un crema de rosas con coco para lidiar con eso.
– ¿Ahora qué hay de nuevo? –le pregunta cuando lo ve salir casi corriendo con un suéter que está seguro es de su propiedad.
–No me mires, James. –le sentencia sin detenerse y le ve salir de la habitación con prisa.
Eventualmente se da cuenta. Y quiere preguntarle cuál es verdadero motivo de la alteración, pero James ya no sabía cuándo o cómo hablar cuando del hormonado príncipe se trataba. Así que lo deja ser, guarda silencio cuando lo ve usar su ropa y le da la espalda al dormir.
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Palacio [STUCKY] [STARKER]
FanfictionInglaterra y Austria deciden unirse en un ventajoso matrimonio. Es simplemente perfecto. Aunque sea una interminable cascada de muchos desastres bastante afortunados. James, príncipe de Inglaterra, descubrirá que el amor es pequeño, rubio y bastant...