Desde el comienzo.

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En su escritorio es colocado un plato con un simple sándwich de lo que parece jamón

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En su escritorio es colocado un plato con un simple sándwich de lo que parece jamón. Peter despega la vista de los documentos que leía y se fija que Anthony, su esposo, está de frente a su escritorio con los ojos húmedos y un largo suéter rosa. 

Respira profundo, han pasado quince largos días desde su última discusión y todavía no tiene la energía necesaria para no evitar enloquecer ante los ataques hormonales del menor. Y sabe que no ha llegado hasta Versalles para dejarle un sándwich.

Posiblemente, y lo que es seguro, es que vaya a cuestionarle porqué no ha regresado al Trianón. Y aunque adora dormir y despertar con el aroma que sale del príncipe, ha preferido darle el espacio suficiente para que pueda relajarse.

–No soy un fantástico cocinero, no como Steven, pero quería prepararte algo con mis propias manos. –declara sin dejar de verlo y con ambas manos colocadas sobre el redondo vientre de seis meses que ahora lo embellece todavía más. 

– ¿Gracias? –como la mirada no se aparta, deja los documentos y toma el plato. No es más que un rodaja de jamón dentro de dos panes, un rodaja de tomate y un trozo de espinaca. Da un mordida.

No es la gran cosa, es Anthony disculpándose a su modo. 

–Está delicioso, mon amour. 

Es Peter teniendo una increíble cantidad de paciencia por Anthony. 

– ¿Hasta cuándo vas a seguir castigándome? 

– ¿A qué te refieres? 

Anthony rodea el escritorio, el aroma de fresa salvajes se dispersa por cada rincón y Peter se da cuenta que las características de un doncel finalmente se están manifestando en el príncipe. Se apoya sobre la madera y lo ve con los ojos que le han hecho enfrentarse al mundo. El rey no puede evitar sonreír.

–¿Qué?

Ahora lo entiende perfectamente, cada partícula de Anthony está diseñada para él. Sí una vez estuvo dispuesto a abdicar, ahora no había, literalmente, nada que no hiciera para mantener a aquel hombre ahí, con la dorada argolla en su dedo, con las cejas juntas. 

–No te estoy castigando. 

El príncipe hace un gesto con la boca y respira profundo. –No es que quiera perder la cabeza, pero a veces es demasiado. 

Lo sabe, por supuesto que sí. –Entiendo, Anthony.

–Y yo sé que no la extrañas.

– ¿Disculpa? –pregunta está vez con clara confusión.

–A Maree. –le asegura. –Bueno, sé que no eres hombre de una sola mujer, pero sé que entre todo esto no es ella la razón de- de este distanciamiento. 

Contiene el impulso de rodar los ojos. En cambio mueve la silla, estira las piernas y deja el espacio suficiente para que el príncipe pueda acomodarse en ellas. Puede ver el rojo floreciendo en sus mejillas y es capaz de escuchar los latidos de su corazón.

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora