En la sangre, en el alma. II/II

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A lo mejor no debió hablarle, a lo mejor debió seguir fingiendo que el amor se había convertido en odio

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A lo mejor no debió hablarle, a lo mejor debió seguir fingiendo que el amor se había convertido en odio. En la vida del príncipe Anthony existen muchos a los mejores no, pero es que había algo en su interior que no lo dejaba estar en paz hasta que Peter volvía a ser parte de la ecuación. 

Sale del cuarto de baño en aquel frío palacio de Versalles y ahoga un grito cuando lo ve de pie en el centro de la habitación.

– ¡Mierda, Peter! –alega con entusiasmo. – ¡No hagas eso!

Pero no es Peter, no a quien conoce. Vestido de negro de pies a cabeza y con la mirada oscurecida, le sonríe malvado. –Esta es mi casa, Anthony. Puedo hacer lo que quiera.

Los latidos de su corazón empiezan a llenar cada espacio de aquel lugar. Traga con pesadez y lucha contra sus impulsos, sus deseos. Lucha contra la lógica y la razón. Incluso batalla contra el miedo latente que su mamá decida visitarle antes de dormir. Anthony pelea pero Peter no está solo en su cabeza, está en su sangre.

Sus piernas corren la distancia que los separa y los brazos se abren de inmediato para el. Como si fueron diseñados para encajar, su cuerpo se amolda al rey y sus labios se unen de inmediato. Esta vez no es beso triste, ni melancólico. Es un beso lleno de ira contenida y de amor exigente. 

Su cuerpo entero detiene la protesta, finalmente está donde debe estar. Un escalofrío le recorre el cuerpo y le hace temblar al darse cuenta que cada demandante beso está siendo regresado con el mismo vigor. Y el contacto es roto porque el aire no era suficiente.

– ¿Qué haces aquí? –suspira uniendo sus frentes.

–Vine a responder tu pregunta. –declara el rey.

Existen los amores y los grandes amores. Amores para toda la vida. Existe el amor inteligente, el amor correcto. También hay amores orgullosos, sensatos. Y están los amores condenados. 

En los fuertes brazos del rey, Anthony deja de pensar. 

Cada prenda es retirada sin tacto, todo en tirones con demasiada fuerza y sin salir con la rapidez necesaria. Su cuerpo entero arde en aquella fría habitación cuando el pálido pecho del rey toca el suyo, siente sus piernas derretirse cuando su espalda se hunde en aquella extensa cama y la mirada del rey es sombría, perversa. Anthony siente cada parte de su cuerpo llenarse de temor, de deseo.

Silenciando la parte racional, cede a todo aquello que añora. Muchas noches fantaseando con esas musculadas piernas que parecen nunca terminar. Desliza la yema de sus dedos en aquella cuadrada espalda, los anchos hombros. Besa las venas que se resaltan en el cuello, lame la perfecta mandíbula de aquel hombre que le ha robado la cordura.

La habitación se inunda del varonil aroma y Anthony se vuelve una líquida criatura que trata de unirse con desespero al rey. –Anthony, siempre serás mío. –le murmura contra sus lastimados labios. –Y yo siempre seré tuyo. –declara decisivo en su oído provocando una nueva lluvia de escalofríos.

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora