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Llegan a la casa veraniega cerca de las ocho de la mañana, hora local

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Llegan a la casa veraniega cerca de las ocho de la mañana, hora local. Steven sigue usando su traje completo, a diferencia de James que se ha quitado el uniforme y ha soltado un par de botones de la camisa.

Necesitan dormir en una cama decente, sin luces y sin movimiento, sobre todo. James pide que por favor, hagan todo el proceso de bienvenida después de mediodía, que lo que realmente necesitan es descansar.

– ¿No te gustaría comer algo? –van subiendo las escaleras de esa enorme casa. –Podría prepararte algo rápido.

– ¿No te estás muriendo de sueño como yo? –llegan al pasillo, es ancho con un enorme ventana de abierta que deja entrar un fresco viento. –Steven, eres muy amable, pero necesito cama.

Se le escapa una risa floja. – ¿Te veo para almorzar?

–Sí, te veo para almorzar.

–Bien.

James levanta una mano como señal de despido e ingresa a la primera puerta de lado derecho. Steven se queda ahí, en medio del pasillo pensando, meditando y luchando contra los efectos del jetlag y el no haber dormido nada bien. Pensando que tal vez un beso de despedida no hubiera estado tan mal.

–Su alteza, ¿necesita algo? –se llama Alexander, es el encargado de dirigir todo el lugar. Delgado, piel bronceada por el sol, ojos amables.

De necesitar sí, de saber que necesita, no. – ¿Podrías ayudarme con la corona?

–Por supuesto, por aquí. –el joven deja las telas que traía en mano y se encamina a la puerta por donde ha entrado James y la abre sin miramientos. Es el letargo del sueño el que le hace actuar tarde, Alexander ha entrado sin más.

Ingresa detrás de él, seguramente despertará a James. Es una habitación enorme, la cama del centro está rodeada de delgadas telas blancas, hay una chimenea en frente y le acompañan un solo sofá. No hay rastros de James.

–De lado izquierdo el baño y por allá- ¡Su alteza! –le señala el balcón que resplandecía con luz solar. Ahí estaba James, con camisa en mano y con el cabello alborotado. –Lo siento muchísimo. –deja el recipiente que traía del baño en la mesa y sale de inmediato.

Steven no entiende que pasó y por la ceja levanta de James asume que el tampoco. Y quiere decirle que fue un error y que ya se va, pero sus piernas se han pegado al suelo y su boca se ha secado.

–De seguro asumieron que dormiremos juntos. –James se ve como si nada, se sienta en la cama y empieza a desatar sus zapatos. –Ah, estos italianos.

–Ah, yo-

–Puedes acostarte en la cama, yo dormiré un rato en el sofá. –se ve tan relajado andando descalzo, sin camisa y despeinado. – ¿Steven?

–Ahm, necesito quitarme esto. –señala su cabeza y huye donde le indicaron que estaba el baño. Otra habitación igualmente de grande, con dos lavabos juntos y un espejo inquietantemente grande en frente de la bañera.

Inicia a batallar con los broches que Charlotte le coloco hace más de doce horas y evita ver el reflejo del espejo, está completamente sonrojado y se ve ridículamente pequeño en comparación a todo ahí.

– ¿Necesitas ayuda? –la voz de James desde el otro lado.

–Estoy bien, gracias. –no lo está, absolutamente no. Por pelear con la corona ha levantado su cabello y ahora hay rubios mechones apuntando a todos lados. Pero pedir ayuda no es una opción.

Pasan un par de minutos más hasta que logra quitar la joya. Moja sus manos y refresca su rostro, ya un poco más calmado y más peinado regresa a la habitación.

James ya está dormido en el sofá. Es tan alto que casi no alcanza, pero se ve cómodo, tranquilo. Su estómago tiene un lento compás y siente la terrible tentación de colocar su mano ahí, solamente curiosidad.

Evita hacerlo exitosamente. Piensa salir y buscar otra habitación pero sería muy descortés con James, quien no dudó ni un segundo en cederle la cama y acomodarse en el sofá. Aunque en esa cama tan grande alcanzaban los dos perfectamente.

–Tranquilízate, Steve. –se dice así mismo en voz baja. Deja la corona en la mesa auxiliar, se libra de la corbata de lazo, del blazer, del chaleco. Respira con profundidad y se hunde en la suave cama.

El sueño le visita después de veinte minutos, no logra acomodarse, entonces rueda y rueda en la cama pensando que, en seis meses, es la primera vez que duerme en la misma habitación con James. Que siente la tediosa necesidad de sujetar su mano, como el vuelo, para poder dormir.

Despierta por el cosquilleo que siente en su estómago. –Lamento despertarte, pero están por servir el almuerzo y asumo que te gustaría cambiarte.

Las cosquillas eran porque James le observaba con sus enormes ojos celestes y su cabello goteando agua. –Gracias.

–Iré a por Charlotte para que te ayude. –le regala un sonrisa y se marcha sin más.

Se queda en el centro de la cama un rato más y por el calor que rodea que la habitación asume que ha pasado más de mediodía. Charlotte no tardará en llegar y deberá prepararse para el almuerzo con su esposo. 

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora