James realmente peleó contra su madre, Steven no va a olvidarlo. Pero la reina María está auténticamente cansada, aburrida y sobre todo, harta de aquella situación. Así que no amenaza, advierte.
–No se van a llevar a mis nietos de Londres, será sobre mi cadáver. –declaró con fuerza, dejando a todos petrificados.
Steven negoció con James, no insistiría más con lo de un bebé si se mudaban a Austria. James accedió comprendiendo la situación de su padre y aunque debatió, peleó y rogó, su madre dijo que no.
El príncipe Steven mordía los nudillos para evitar morderse las uñas cada vez que la reina visitaba a sus hijos y James aprovechaba para anunciar las decisiones tomadas. Pero todo se les fue negado.
–Ya no sé que más hacer, Steven. –le murmuraba por las noches.
–Escapemos. –le rogaba. –No puede obligarnos a quedarnos donde ya no queremos estar.
Pero sí podía, al menos con James. Le lavaba tanto el cerebro, que hasta lágrimas incluyo cuando el príncipe parecía decidido a huir si era necesario.
Y si se pensaba que la reina María no podía odiar más a Steven, estaban todos enteramente equivocados. No había día que no le maldijera, ni una sola noche donde se amargara por la sola existencia del príncipe que cada día luchaba por proteger a su familia.
En febrero del 2001, Steven se planteaba realmente hasta donde llegaría ese juego del gato y del ratón. ¿Qué pasaría cuando el gato finalmente capture al ratón? Ese mes Steven se traslada a Viena, solo.
Su padre también se ha trasladado al Versalles vienés para tener mayor acceso a los médicos más experimentados y estar más cerca de aquellas responsabilidades que requerían sí o sí de su atención.
Se complica un poco más, Steven viaja constantemente para poder estar con sus hijos y James llora silenciosamente la ausencia de su esposo. Era casi un crimen, en años de matrimonio, dormir solos es un delito. James moría de amor y Steven luchaba por balancear sus responsabilidades con el mundo.
–Estoy cansado, James. –murmuro una noche antes del cumpleaños número quince de Vincent. –Somos una familia, ¿por qué tenemos que estar separados?
Esa noche James se envalentono. No podía más con aquella situación, la ausencia de Steven había repercutido en Jamie, que se negaba a ir a sus prácticas de danzas y tenía que forzarle a hacer más de un tiempo de comida al día. Vincent también sufría, pero por ser mayor, comprendía con mayor facilidad aquella situación.
–Lo siento, mamá. –se disculpo sin fuerza. –Pero mi lugar es acompañar a Steven, mis hijos deben estar con él, no puedes pedirme que siga separándoles de su papá.
– ¿Qué te ha dicho esta vez? –contesta la mujer con los labios arrugados. – ¿Qué soy una bruja por separarlos?
James duda un segundo en responder. –No, mamá. Me ha dicho que extraña a sus hijos.
Sorprendió a todos cuando los secretarios de la reina anunciaron que la monarca había cambiado de opinión, con la única condición que sería el año siguiente. No les queda más que celebrar y esperar pacientes que esos insufribles meses se terminen.
Desgraciadamente, el destino está escrito en las estrellas y hay eventos inevitables. Ineludibles catástrofes escritas en piedra que pasarán sobre cualquier pronóstico, sobre cualquier cambio. James lo presiente una tarde de Junio, como si una piedra profunda se hundiera en su estómago.
Steven lo presiente una noche de Agosto, como si le cortaran la respiración por un par de segundos y le anunciaran que imposible o no, el fin había llegado.
ESTÁS LEYENDO
Palacio [STUCKY] [STARKER]
FanfictionInglaterra y Austria deciden unirse en un ventajoso matrimonio. Es simplemente perfecto. Aunque sea una interminable cascada de muchos desastres bastante afortunados. James, príncipe de Inglaterra, descubrirá que el amor es pequeño, rubio y bastant...