Superior.

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 Lejos de la casa de verano en el enigmático y romántico Italia, su alteza real el príncipe Anthony despierta en una cama gigante, con mil edredones alrededor de su cuerpo y una mano de pálido color y largos dedos sobre su pierna

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 Lejos de la casa de verano en el enigmático y romántico Italia, su alteza real el príncipe Anthony despierta en una cama gigante, con mil edredones alrededor de su cuerpo y una mano de pálido color y largos dedos sobre su pierna.

Hay una chimenea encendida y combate el frío que amenaza con congelar la habitación. Le duele respirar. Siente escalofríos cada vez que Peter exhala en su nuca. Cuenta hasta el cien y recuerda como las cosas pasaron de besos en el auto de Peter a terminar en el palacio de Versalles, Francia.

Utilizo la excusa de ir a fumar para escaparse de los jardines y marcharse al palacio, Steven y James ya estaban en el aeropuerto, no tenía más que hacer ahí. Cruzando el último de los jardines una mano cubrió su boca y otra le sujeto con fuerza hasta arrastrarle dentro de un auto.

Temblaba de miedo, de coraje. Estaba listo para actuar pero cuando su vista se acostumbró a la oscuridad descubrió al rey sonriéndole como un depredador disfrutando a la presa.

– ¡¿Qué te sucede?!

–No podían vernos juntos, así que te he secuestrado. –como si del clima se tratase. El auto se pone en marcha y sin encender una sola luz, abandona el palacio.

–Me meterás en problemas. –se queja. Pero se queja por costumbre, no porque le importen los problemas. Peter le atrae como miel, como azúcar, como imán.

Duran viéndose cerca de diez segundos, antes que su sangre tome control y le empuje a subirse al regazo del rey quien le recibe gustoso. Luego se besan, no besos dulces, ni tiernos, ni inocentes. Son besos que le dificultan la respiración, que le saben a prohibido, a rebeldía y no le alcanzan.

–Ni una carta. –reclama cuando las manos del rey se cuelan en su elegante traje y le toquen sin mesura. –Ni una llamada.

Peter está arrastrando su húmeda lengua desde el cuello hasta detrás de su oreja, acción que le da mil escalofríos paralizantes y le obligan a lanzar su cabeza hacia atrás. –No sabía que querías eso.

Cínico. Sin vergüenza. Sin pena. No pierde tiempo en discutir, ha metido las dos manos dentro de su pantalón y ahora le restriega con fuerza contra el bulto que se ha armado en su pantalón.

Peter sigue durmiendo, inhalando y exhalando con ritmo. Se ve tranquilo y con el cabello estrellado contra la almohada luce muchísimo más joven. Trata de salir de ahí y buscar un teléfono, necesita avisarle a su asistente personal que está bien y que pronto regresara, pero al primer intento de moverse la mano se cierra sobre su pierna y le detiene.

Recuerda que el jet de Peter solo habían dos personas, los pilotos. Nadie más. De Londres a Versalles es una hora con treinta minutos  de vuelo, pero para Tony fue una eternidad y el mejor viaje de toda su vida.

Empezando que vio salir el sol en el mismo instante que Peter entraba en él y le torturaba lentamente. Aunque cerrará los ojos seguía viendo luz, sintiendo fuego, muriendo a pausas. Mordía sus labios para contener los lastimeros gemidos, pero Peter murmurando contra su oído le ordenaba que gritara, que gimiera lo que quisiera, que quería oírle.

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora