Juega conmigo.

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  -Creí que nunca estaríamos solos. –exclama el rey. –Tienes toda una comitiva detrás.

-Mira quien lo dice. –contesta divertido y con el ánimo más recuperado.

-¿Me dirás qué te hizo? –le conoce tan bien, es su hermano después de todo. –He contenido el impulso de romperle los perfectos dientes al príncipe, así que dime.

-Peter... -musita. Están dando un paseo por las colinas de Balmoral. Pensó que al almuerzo nunca iba a terminar y no podría hablar con él. –Si te soy sincero, no entiendo que pasó.

Le pone al día. Le explica como bailaron vals, avanzando un paso en Austria y retrocedieron dos al llegar a Escocia. Como le dejó plantado en el desayuno del día siguiente y de cómo se han evitado de manera nada discreta.

-Pues no quiero decir que está loco, tal vez algo descarrilado. –rodean las caballerizas. –No puedes transformarte en un par de horas.

-A lo mejor solo fingía.

-No tiene lógica. –se detienen a la orilla del campo, donde un par de caballos son entrenados por el servicio. –Si de fingir se trata debería ser aquí, no en Austria.

-Realmente no me importa.

-Stevie, no seas mentiroso. –Peter se acerca, coloca un brazo sobre su hombro y coloca su cabeza encima de la suya. –Es palpable tu enojo.

-Su majestad, ¿monta? –ambos brincan cuando la voz de James les interrumpe. Peter se endereza.

-Gracias, pero no. –arruga la nariz, igual que el cuándo de caballos se trata. –No son seguros.

-¿Interrumpo? –James se ve majestuoso sobre el negro caballo, lleva una chaqueta azul, una camisa blanca y en sus ojos hay enojo paseándose.

-En fait, oui-

-Peter... -James no quita la mirada del rey. –Estábamos por ir a tomar el té.

-Si su alteza nos acompaña, será todo un placer. –agrega Peter. Hay una sonrisa de travesura creciendo en los labios del rey.

-Por supuesto. –el príncipe ha caído en el juego de Peter. –Adelántense, iré a cambiarme.

Steven asiente. Es fácil notar la irritación del príncipe y ver la diversión en Peter. Comienzan a caminar al castillo y la mano de Peter se coloca sobre su hombro, le pega a su cuerpo.

-Está celoso. –afirma. –Tú perfecto prometido está ardiendo en celos.

-Basta.

-De seguro piensa que tú y yo somos más que amigos.

-Somos primos.

-No Stevie, no en ese sentido. –puede sentir la mirada del príncipe quemar su espalda. –En el otro sentido.

-¿Cómo pudo haber sacado esa conclusión?

-¿Acaso no les has hablado de mí?

-Esta era la ocasión para hacerlo. Te iba a presentar y... -su mente trabaja a mil por hora. –No puede odiarte solo porque me tocas.

-Algo tiene que hacerle sospechar, ¿tampoco le has dicho de-

-¡Las cartas! –a lo mejor exagera, pero es la única prueba física de que él y el rey de Francia son tan cercanos. – ¡El desdichado leyó las cartas! ¡Nuestras cartas!

- ¿No le quedaría mejor que le digieras: malnacido o infeliz?

-¡Peter! No me gustan las maldiciones, lo sabes.

-Tu prometido lee tu correspondencia privada y te molesta que le diga infeliz.

Deja que Peter parlotee en francés todos los insultos y apodos existentes. Solo puede imaginar a James leyendo cartas íntimas donde le dice a Peter lo triste y solo que se siente, lo desesperado que toda esa situación le hace sentir.

Violo su privacidad. Y por andar leyendo lo que no le incumbe ahora cree que Steven tiene una relación con Peter y que le es infiel. La decepción se convierte en ira, es como lava ardiendo extendiéndose en su cuerpo.

-¿Qué harás entonces? –han llegado a la entrada del castillo, sus conversaciones deben ser menos íntimas para evitar un nuevo cotilleo. –No puedes dejar que te haga eso, así como si nada.

-No. Pero antes necesito confirmar que fue así. –solo viene una persona a su mente. -¿Qué tanto te gustó Tony?

- ¿Perdón?

-Te vi. –acusa. –Le hiciste esa mirada que pones cuando te colocan un trozo de cordero en frente.

-¡Ja! Estás proyectando tus problemas-

-¿Qué tanto?

-Dieu, je veux mettre mes doigts dans sa bouche!

-Fingiré que no escuche eso. –Steven arruga la nariz.

-¿Qué tiene que ver lo que yo le quiero hacer con tu prometido?

-Tony es el confidente de James, él sabe que ocurrió en ese vuelo y tú podrías ayudarme a que me lo diga.

-Solo puedo ver a un pequeño conejo sobándose las patitas mientras saborea su plan malvado.

-¿Ah?

-Así te veo, pequeño. –Peter le abraza una vez más, besa sus mejillas y reposa su cabeza sobre la suya. Steven recibe las demostraciones de amor satisfecho, contento, Peter siempre ha sido muy expresivo, el contacto físico siempre ha sido su forma favorita de expresar amor. –Muy bien, dime qué quieres que haga. 

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora