La primera vez que la reina María conoció a Thomás, enmudeció. El niño era ver a Anthony. El castaño pajizo, los perezosos rulos que nunca terminaban de formarse. Tenía su nariz, el verde de sus ojos y el arco de cupido en sus labios. Adicional, poseía la energía interminable y toda la curiosidad del mundo en un cuerpo demasiado pequeño.
Y sin duda, tenía su inteligencia. Con solo siete años, dominaba el inglés y el francés de manera impresionante. Había aprendido el rústico alemán de Peter y destrozaba las óperas italianas convirtiéndolas en canciones infantiles que los gemelos repetían sin chistar.
Era un líder nato. Con solo siete años, dirigía a sus hermanos y a sus primos y a cualquier niño que se cruzara en su camino. Versalles se volvía pequeño cuando inventaba un juego y no se daban abasto para correr por los infinitos pasillos.
Jules y Félix, los gemelos de cinco años, jugaban a intercambiarse los nombres y solo Anthony era capaz de reconocerlos. Hablaban solo en francés pero respondían muy bien al inglés, sobre todo cuando el rey Anthony les regañaba por haber hecho sufrir a alguien del servicio. Ellos eran más parecidos a Peter, de largas piernas y mirada de travesura. Los reyes sufrían cuando los gemelos enloquecían con algún nuevo juguete.
Mélissandre, o Meli como la llamaban los gemelos, aprendió a caminar cuando cumplió el año por la prisa de jugar con sus hermanos. Ella era de un pálido casi enfermizo y un par de ojos azules que asustaban un poco si se le miraba detenidamente. Estaba demás decir que era la adoración de Peter.
Ella nació dos meses antes que el príncipe Jamie y fue la primera mujer en más de dos reinados. El embarazo fue tan inesperado, que no fue hasta el cuarto mes que notaron que algo estaba sucediendo con el rey consorte Anthony.
– ¿Anthony? –preguntó Peter sin energía. –¿Otra vez vas a encerrarte?
Las últimas semanas, desde las vacaciones navideñas, Anthony se la pasaba encerrado, llorando a lágrima viva y explotando ante la menor la provocación.
Desarrolló unos abrumadores celos que a Peter le generaban larguísimos dolores de cabeza y una terrible desesperación por escapar a cualquier lugar donde Anthony no le viera con ojos acusadores.
–No he hecho nada malo esta vez. De hecho, ninguna de las otras veces tampoco. –habla Peter contra la puerta del baño. – ¿Cuánto más piensas seguir así?
La respuesta es el peculiar ruido de arcadas que alertan sus sistemas y le hace derribar la puerta. Pálido y con las manos presionadas contra su estómago, el príncipe Anthony no está en toda su gloria. –Ugh, creo que me han envenenado.
El príncipe llevaba un estudio largo y tendido sobre su condición de doncel y lo extraña que era está. Varios médicos habían llegado a la conclusión que era un "doncel a medias" y que por eso no se había desarrollado correctamente.
Pero después de su tercer embarazo y un chequeo aburridísimo, el buen médico Máxime le aseguró que probablemente el uso de anticonceptivos desde temprana edad tuvo que inhibir sus características. Lo que hizo que Anthony asegurará que nunca tomó tal cosa.
–Claro que sí, hay rastros en su estudios de la presencia de estos desde años. –respondió el médico sin mayor interés. –Es por eso que ahora no le funcionan las pequeñas dosis que toma.
Cuando Mélissandre nació, no hubieron más celos. Ni reclamos, ni siquiera atención para Peter. Anthony se concentraba en entender qué diablos pasó con él y por qué el extraño estado de su cuerpo actualmente.
– ¿Ya no me quieres?
Anthony baja el libro y observa al rey de pies a cabeza. – ¿Ahora que traes?
–Tú... ¿ya no me quieres? –repite con los ojos húmedos y un ligero puchero.
Desensibilizado a las caritas suplicantes por Thomás y los gemelos, Anthony levanta la ceja. – ¿Por qué me preguntas?
–Ya no eres el mismo.
Sonriendo de lado, Anthony se pone de pie en un brinco. –Te ponía loco con los ataques hormonales, ¿y ahora vienes a pedir más?
–No dije eso. –el rey da un paso.
–Así se interpreta, Peter. –le contesta en francés, arrastrando la lengua y dando un paso más.
–No pongas palabras en mi boca. –el pecho del rey está a un centímetro de alcanzarle.
–No pondría palabras cuando puedo poner otra cosa. –murmura el príncipe Anthony contra los labios del monarca.
Pragmática sería la forma correcta de definir la relación. Siempre pensando en rápidos resultados e ignorando consecuencias. Besándose como si fuera la primera vez y quitándose la ropa a tirones, amándose de la misma forma desesperada que la primera vez.
Entonces la reina no puedo evitar sonreír cuando el niño le sonríe amable, no le importa que no se incline ante ella, que solo mueva los hombros y que le salude como si tuvieran toda una vida de conocerse. –Hola abuela, estoy muy feliz de conocerla.
–Y yo estoy feliz de conocerte, Thomás. –contestó la monarca una vez que el pequeño caballerito le mirará atenta. – ¿Tus hermanos?
–Jules es el mayor, es fácil reconocerlo si te fijas en la posición de sus pecas. –le murmura cómplice.
– ¿Y el otro?
–Félix tiene un hoyuelo sin terminar de formarse, fíjese y será fácil diferenciarles. –pero era mentira, nadie podía hacerlo, solo Anthony.
Están reunidos en los jardines del palacio de Schönbrunn en Viena, es el veinte y dos de noviembre y se conmemoran los diez años de feliz matrimonio de los príncipes James de Inglaterra y Steven de Austria.
– ¡Thomás! –ruge Anthony alcanzando al menor con pasos apresurados mientras carga en brazos a la delgada Meli. –Te dije que esperaras adentro. –alega en francés.
–Anthony. –murmura la monarca llamando su atención.
–Ma- Su majestad. –se inclina Anthony tomando la mano de Thomás, haciéndole retroceder. –Lamento si la oportuno, nos vamos ya.
–Espera. –ordena la mujer con las cejas juntas. – ¿Ella es...?
–Mélissandre. –contesta Thomás sin dejar de ver a la monarca. –Todavía no puede hablar y menos con ese nombre tan largo que pap-
–Ssh, Thomás, no te preguntaron a ti. –le detiene rodando los ojos, gesto que Thomás también hace. –Lo siento, majestad. Es la menor, Mélissandre.
La niña observa a la monarca y empuña la mano. –Es su forma de decir hola. –vuelve a aclarar Thomás.
– ¿No habla?
–Sí, pero solo a veces y lo hace en italiano por culpa de alguien. –dice Anthony mientras mira de reojo a su primogénito.
–Te ves... feliz. –declara la mujer con la espalda recta y sin moverse un solo ápice.
Anthony sonríe de lado. –Lo soy, como nunca imaginé serlo. –asegura inclinándose y regresando al interior del palacio.
Desde su lugar, afuera en el jardín, la reina María mira el salón, lleno de niños y rebotando de las estruendosas carcajadas que Jamie da porque el rey Stefan sopla en su estómago y el principito se llena de color por la risa que le ataca.
Ha sido más lo que ha perdido que lo que ha ganado por la corona. Pero la reina María conoce bien los precios que se pagan y aunque parezca serena y derrotada, aguarda silenciosa a por su oportunidad.
![](https://img.wattpad.com/cover/278996486-288-k290659.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Palacio [STUCKY] [STARKER]
FanfictionInglaterra y Austria deciden unirse en un ventajoso matrimonio. Es simplemente perfecto. Aunque sea una interminable cascada de muchos desastres bastante afortunados. James, príncipe de Inglaterra, descubrirá que el amor es pequeño, rubio y bastant...