Herida.

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-¿Qué hace el futuro rey fisgoneando en la puerta? –librarse de Natasha fue fácil. Pero de su hermano es imposible. –La fiesta es del otro lado.

-Steven entró ahí y hasta aquí se escuchan sus carcajadas. –alega. Se detiene un segundo y cuando trata de recomponer sus palabras es tarde, Tony ya se está riendo. –Es decir, mi prometido ha salido y quiero verificar que se encuentre bien. –agrega pobremente.

-Si, por supuesto. –la burla está en el perfilado rostro de su hermano. -¿Quién se supone que está ahí?

-No tengo la menor idea. –se acercan lo más cautelosos y silenciosos que pueden, pero es en vano. Hablan en francés y ninguno de los dos puso suficiente atención a esa clase. -¿Crees que mamá sepa?

-Claro que sé. –ambos se enderezan y alejan las orejas de la puerta. –Como también sé que no es muy bien visto que se vea al futuro rey espiando detrás de la puerta.

-Lo siento. Solo, bueno.

-¿Quién es? –Tony cuestiona. –Debe ser alguien importantísimo para que no dejes que le vean, ¿es una mujer?

-Es un obsequio de parte del rey Stefan. – y la reina lanza la mirada que deja a todos en silencio. –Ahora, dejémosle solos.

-¿Una persona de obsequio? Sabía que aún se arreglaban matrimonios, pero ya no personas. –agrega medio murmurando, medio alto.

-Basta, Anthony. –silencia. –Es alguien muy especial e importante para Steven, el rey Stefan lo ha pedido y es lo mínimo que podemos hacer por nuestro gran amigo.

-Y por Steven. –finaliza James.

-Y por él. –la reina toma las mangas de sus trajes y les jala de nuevo a la reunión.

Al ingresar al salón las vistas se voltean. Pero es normal, siempre ha sido así. La música continua y los tragos van y vienen. Al igual que las preguntas y los comentarios de cómo salió el príncipe al hablar con Natasha.

-¿Esta bien? –Samuel le ofrece un vaso medio lleno y le salva del acecho de cien preguntas.

-Sí. –refresca su garganta. –Su padre le ha enviado un obsequio. Es todo.

-Creí que era por, bueno, tu sabes.

-Él no tiene ni idea.

-Pero la tendrá. –sentencia. –Debes contarle antes que se dé cuenta mañana en las noticias de cómo el príncipe de Austria saludo como si nada a la ex pareja de su prometido.

-Por favor, ya no te juntes con Zemo, estás igual de bocazas.

-No puedo evitarlo, es mi esposo. –utiliza el vaso para ocultar la risa mientras acude al llamado que el duque le hace desde el otro lado. Agradece que le dejen solo un segundo y pueda reorganizar sus ideas.

No puede quitar su vista de la puerta. No es como si le importara con quién estaba Steven y como ese alguien si le hace reír. Únicamente quiere que regrese a su lado, que sujete su mano y que todos vean los felices y hermosos que se ven juntos.

-Le harás un agujero a la puerta. –es ella, su voz es reconocible por encima de todas las voces del mundo. – ¿Tu prometido ha cambiado de opinión?

-Sigo sin entender por qué estás aquí. –le enfrenta, sin dejar de sonreír porque le están viendo.

Natasha lleva un vaso de agua, está envuelto con una servilleta y el papel se pega al vaso. Se siente igual, la remera debajo de su camisa se pega a su espalda y quiere terminar con eso ya.

-Te lo he dicho ya. –moja sus labios. –Su majestad la reina me ha enviado una invitación. Además, agrego que era de suma importancia estar aquí.

Puede ser mentira, como las cientos de veces que ella le mintió. Pero está seguro que esta vez sí dice la verdad, de lo contrario no le hubieran dejado pasar.

-No eres bienvenida.

-No estoy aquí por ti. –le habla sin apartar la mirada, imponentes ojos verdes y labios rojos. Quisiera poder morder esos traicioneros labios, causarle algo.

La puerta se abre nuevamente, su instinto le dice que se quede ahí, perdiéndose en los ojos verdes, envolviéndose con el suave y delicioso perfume que sale de ella, quisiera tocar aunque sea un pequeño pedazo de piel. Pero tragando amargamente se gira.

Steven ingresa. Sus mejillas están rojizas, sus labios se ven humedecidos. Sus ojos no se ven azules, se ven grisáceos y brillosos. Se ve más joven de lo que es, se ve la felicidad en su rostro y se nota la nostalgia en sus movimientos. Es hipnótico verlo.

-Estoy aquí por él. –ve como Natasha se recompone y se prepara para ir a donde Steven. Su mano le captura el brazo con la misma rapidez.

-Olvídalo. –amenaza. –A él no le vas a molestar con tus engaños. –la necesidad de tocarla se esfumó y se reemplaza por enojo. –No te quiero cerca de él.

-No es ningún engaño, solo le contaré quién es el padre de este bebé.

-¿Sigues aferrándote a esa historia? –refuta. –Tú y yo sabemos que ese bebé está muy lejos de ser mío, y tampoco es del Coronel.

Natasha se ríe, pero en sus ojos se ve el enojo floreciendo. Le suelta, si bien fue la mujer de su vida, ya no queda nada de eso y es mejor así, para la corona, para él.

-Lamento la demora. –finalmente ha llegado hasta él. Steven toma su mano automáticamente y la calma que siempre rodea al príncipe se transfiere a él. –James, ¿te importaría terminar con la reunión? Quisiera descansar un poco.

-Sí querido, lo que quieras. –sigue viendo a Natasha, manteniéndola en su lugar y callada, que es lo más importante. 

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora