Muy mucho.

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 – ¿Crees que podamos hacerlo mañana? –Steven pregunta desde el lavabo, con el cepillo de dientes lleno de dentífrico y el cabello completamente desordenado por consecuencia de la secadora. –Pasado mañana iremos a ver a papá, podríamos dejarlo hablado.

–Solo son tres días, podríamos platicarlo al volver. –James en cambio está ordenando las cien polaroid más que tomaron durante el mes de Abril.

Escucha el agua correr y suspira. El asunto es que ya pasó un mes desde que hablo con su mamá de la posibilidad de mudarse y la reina sigue dándole mil vueltas al tema, alegando que su ausencia sería irremplazable y que no está segura si podrá estar tranquila sin verle cada día.

El asunto empeora ante la insistencia de Steven, puesto que la presencia de la reina cada día les acechaba más y siempre aparecía en los momentos menos inesperados, como cuando le metía mano al príncipe durante el desayuno, o la vez que tenía a Steven sobre su regazo en un exquisita posición que estaba seguro que sería el momento y su majestad hizo acto de presencia.

Luego Steven se avergonzaba y se encerraba herméticamente en algún salón o visitaba sus fundaciones.

Lo intimidad que construía, su madre la derrumbaba. Pero James no podía dejarla sola, no cuando su mamá estaba tan triste y desolada. Se veía la decepción en su verde mirar y ni siquiera la visita de su padre, la última semana de Abril, la hizo cambiar de ánimo.

James deseaba ver más allá, descubrir la razón del ánimo caído de su madre. Ella solamente decía que era el peso de las obligaciones, que por eso era importante mantener a la familia junta, para poder acompañarse y apoyarse. Aunque su argumento excluía a Steven, cosa que cada día le irritaba un poco más.

Sobre todo el episodio donde el rubio recibió un exótico ramo de tulipanes, según el mensajero era de un admirador más. Los tulipanes no fueron el problema, las margaritas en el centro del ramo, sí. Steven estornudó tanto, que tuvo que recurrir a su viejo amigo, el salbutamol.

Evitando el cuadro asmático, Steven pasó a la irritación de garganta, los temblores y un terrible dolor de cabeza que le envió a la cama desde las cinco de la tarde. Casualmente esa noche estaba planeada la cena de bienvenida para su padre, cena en la que su madre comento algo como: Es satisfactorio cenar como en los viejos tiempos, como una pura y sola familia.

James no duda de dónde llegaron las flores, pero no tiene más prueba que su alterado sistema de protección para Steven. El príncipe se ve obligado en recompensar a su esposo.

– ¡James! –el dorado príncipe restriega los cabellos contra la almohada. –Por favor... no te detengas, ¡James!

No tiene que pedirlo porque no tenía planes de hacerlo. James lame toda la extensión, acaricia el restante, succiona y vuelve a chupar. Steven se agita, respira por la boca y le llama desesperado. Son las seis de la mañana del primero de Mayo y James toma como primer desayuno la esencia de Steven.

– ¿Qué harás mañana? –Steven regresa con los cabellos peinados y sus labios en carmesí. –Estaba pensando que podríamos ir a ver el apartamento...

Hay muchas veces en la que James desconoce a su querido esposo, a veces es tan puro y recto que tiene un ligero cargo de consciencia cuando lo toca con sus sucias manos impuras; pero a veces, cuando el rubio besa su cuello y juega con orejas, se convence que ese individuo sobre sus piernas, no es su inocente esposo.

– ¿Qué haces? –es una imagen deliciosamente contradictoria. La inocencia en sus perezosos ojos es estimulante de una manera infame. Pero la acertada posición de su maligno trasero justo sobre su entrepierna, es un crimen a sangre caliente.

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora