1984

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Era su primera gira real como matrimonio y con la monarquía en peligro, tenían que salir victoriosos.

La estadía en el rancho de Woomargama, que se extendió a un día más, le acento de maravilla y con el ánimo recuperado, Steven se propone hacer que el príncipe James sea visto como el fantástico hombre que es.

Sheraton Wentworth Hotel es el próximo destino y se anuncia un baile para la pareja. Steven duda un segundo pero acepta cuando James le sonríe cómplice. Con una elegante camisa de tela fresca, Steven deja que James le haga dar mil vueltas y no puede más que sonreír.

La mañana siguiente los periódicos publican la fotografía de Steven riendo a carcajadas mientras James le levanta con facilidad. Le gusta tanto, que finalmente desempaca su Polaroid y roba la foto de la prensa. Camina a la habitación donde James aún duerme y sube a su regazo.

Le observa unos segundos y finalmente le murmura. –Buenos días, su alteza. –James muge y utiliza un brazo para cubrir sus ojos. –James, es hora de despertar.

James no se mueve. Steven se inclina y deja un beso casi fantasmal sobre los rosados labios. –Vamos, James. Te perderás la ducha.

Tres horas después, mientras visitan a otro importante funcionario de gobierno, James mira como Steven platica animadamente con una de las señoras de servicio quién le muestra fotografías de sus nietos. Se mira tan inocente que pareciera imposible que fuera la misma persona que hace cosas innombrables en un cuarto de baño.

En Sídney, son los invitados especiales en una ópera. La gente se amontona en las calles para poder verlos y gritar el nombre de Steven. El rubio se agita en su lugar al ver la cantidad de personas que gritan sus nombres. Respira profundo y tiembla cuando el rugido de la multitud llega a sus oídos.

En las cenas, Steven se sienta al lado derecho de James y le escucha atentamente cada discurso. Asiente y es el primero en aplaudir cuando el príncipe concluye. Para Steven no pasa desapercibido lo que Loki le murmuro durante un desayuno, la multitud imita todas y cada una de sus acciones. Entonces todos vuelcan la atención en James, al igual que Steven.

No es secreto que, sin duda, Steven es quién hace que las multitudes se mueven. Todos quieren ver al hermoso doncel que siempre está sonriendo, saludando, recibiendo obsequios y conversando de manera natural. No es secreto que esos no eran los resultados que la corona esperaba.

James también lo nota, pero siendo bastante honestos, no le importa. Al final del día, cuando está mortalmente agotado, es Steven el que aparece en su campo de visión con una crema relajante y ofreciéndole un extenso masaje para ayudarle a lidiar con tensión.

Es Steven quien le prepara el té, el que le sirve pequeñísimos pastelitos y se asegura de que coma lo necesario. Es Steven quien le besa con lentitud, con devoción y con amor. El príncipe siempre está atento a él.

No le importa que los ojos del mundo estén puestos en su esposo. Porque es James quién está en los ojos de Steven.

Durante una visita a una reserva de canguros, la prensa captura al príncipe Steven inmortalizando al pensativo príncipe de Inglaterra que observa la llanura de aquel lugar. Cuando James se percata que Steven le está fotografiando con la polaroid se gira, le persigue para quitarle la foto y Steven chilla mientras sale corriendo.

Desorbitados y fuera de lugar, envueltos en su propia atmosfera, James atrapa a Steven y la da un beso al estilo Hollywood. Pero Steven se rehúsa a dar la fotografía y James amenaza que hará lo necesario para recuperarla.

El momento agita Australia, Nueva Zelanda y al resto del mundo. Las multitudes se multiplican y todos quieren saber más, estar al tanto de la auténtica pareja real. Nunca antes la realeza se había visto tan viva, tan cercana.

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora