Primer Round.

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–Su alteza, su majestad la reina. –Charlotte la anuncia cuando estaba por terminar de abrochar el blazer de su traje.

Esperaba verla en la cena que se ofrecería en un salón principal de palacio en honor a su primer aniversario con James, nunca imagino que llegaría hasta su habitación y con una pequeña caja en la mano.

–Su majestad, ¿a qué debo el honor? –le ofrece asiento pero la monarca niega, se queda de pie con su bonito vestido rojo.

–Es una importante noche para ti, para ustedes. –se corrige. –Un año de fingir ante las cámaras debe ser agotador.

Muerde su lengua para evitar un mordaz comentario. – ¿Señora?

–Quería que usaras esto. –le extiende la caja, se resiste a abrirla. –Normalmente lo usan las princesas por matrimonio. Es una tradición, espero la tengas en cuenta.

Tiene un mal sabor en la boca cuando la reina se va. La insinuación quedó clara, pero no le afecta tanto el hecho que la monarca quiere representarlo a él como la parte femenina de la relación, eso es lo del menos. Como si fuera crimen ser mujer.

Le molesta que quiera hacerle sentir menos que James, decir que  "por matrimonio"  es un príncipe es asumir que es solo un accesorio. Pero tanto él como James son parte de una alianza que fortifica a ambos reinos.  Se ve en la obligación de recordarle a la reina que no es príncipe por matrimonio, es un príncipe por sangre, descendiente de un excelente linaje donde no se casan entre primos.

En la caja va un muy femenino y delicado collar de esmeraldas, mejor conocido como Artc Deco de Garrad. Aunque las piedras se ven oscuras, casi imitando el verde musgo. Lo usará, por supuesto, pero no como su majestad espera. Su madre le enseñó a hacer respetar su lugar.

– ¿Me necesitabas? –Peter llega minutos después de su llamada. –Quiero decirte que venir hoy fue toda una odisea-

Steven se para frente a él y pregunta muy inocente. – ¿Cómo me veo?

–Oh mon chéri, divino como siempre.

– ¿Seguro?

–La confianza es la parte más importante del conjunto. –afirma Peter. –La frente en alto y la sonrisa grande.

Se les había seleccionado un traje a combinación, él llevaría un azul cobalto y James un azul marino. Pero el gesto de la reina le hace abrir su armario y estrenar uno de los recientes conjuntos de su buen amigo Versace.

Al bajar las escaleras escucha los murmullos y busca con su vista a la reina. Cuando recibe una felina mirada y extraño gesto con la boca, su sonrisa crece y su agarre en James se relaja. Ha conseguido lo que ha querido.

El pantalón, el chaleco y el blazer son de un aterciopelado verde musgo. La camisa de fondo es blanca y lleva mocasines beige, con una cinta en el centro. El collar va a en su frente, como una banda y su rubio cabello se libro del fijador, así que el movimiento natural de sus cabellos resalta más contra el brillo de las piedras.

James le había dicho que nunca dejaba de sorprenderle, que se veía como el rey que es. Sonríe con más fuerza porque el comentario fue dicho en frente de su majestad y no pierde de vista como la mandíbula de la reina se presiona más.

–Es una tradición para la familia Stark Barnes, no podía quedarme afuera. –un tono de voz más bajo, más inocente y la reina se retira del círculo.

Se había prometido no darle problemas a su majestad, suficiente tenía con los comentarios que la reina hacia refiriéndose a él como un real pueblerino. Pero tampoco va a permitir que la monarca le quiera reducir a un papel, él no es solo el bonito esposo de James, es una persona real que tiene voz y tiene voto. Que si bien no tiene los alcances de la monarca, tiene bastante influencia. 

–Qué manera tan descarada de jugar con las joyas reales, su alteza. –Samuel y sus habituales comentarios. 

–Debes decirnos que pacto has hecho con Satán. –agrega Helmut. –No es normal que todo lo que te pongas luzca de maravilla.

–Es un placer volver a verlos. –James le ha dicho que la mejor defensa para los bocazas duques de Sussex es no contestar a su juego de palabras. –Me habían dicho que estaban por Francia. 

 La noche sigue su itinerario. Un entrada espectacular, saludar a cada uno de los invitados y disfrutar de la exquisita cena ofrecida por su majestad la reina María y el rey Howard. Luego tienen que tomarse las fotografías correspondientes, las principales son las de él y su esposo y después van acompañados de los mayores. 

–Una cosa te pedí. Una. –murmura la monarca mientras se colocan donde indica el fotógrafo. –Y decidiste burlarte de nuestras tradiciones. 

–Usted me dijo que le usará, no me digo cómo. –también murmura sin dejar de sonreír. 

–Te ves ridículo. 

–Veremos que dice su pueblo mañana. 

–A la de tres. Uno, dos, tres. –el conteo del fotógrafo finaliza con la lluvias de flashes y endereza su espalda, sujeta la mano del sonriente James e ignora las oleadas de molestia que salen de su majestad. 

Es pasada la medianoche que logran terminar el evento. Su majestad se retiro después de la sesión de fotos no sin antes tratar de intimidarle con sus felinos ojos verdes. Pero no parpadea, le asusta un poco pero no le dará el placer de ver temor en su mirada. 

–Creó que quiso hacer una competencia. –está despidiéndose de su hermano. –Pero la pobre señora no puede pelear contra ti y esos rubios cabellos. 

–No la entiendo. –se confiesa. Está agotado física y mentalmente. 

–Yo sí. Y debo decirte que te vayas con cuidado. –Peter deja un beso en su frente. –Porque quemaría hasta los cimientos de este reino si algo te ocurre. 

– ¿Anthony incluido? –la sorprendida mirada del rey le provoca ternura. –Tú también anda con cuidado. No se quitaban la mirada de encima durante todas la noche y estoy seguro que no soy el único que lo notó. 

– ¿Hablas de James?

–Los duques. –murmura. –Bastante confiables pero muy bocazas. 

–Lo voy a tener en cuenta. 

–Te veo en casa. –se abrazan una última vez y Peter sube el negro vehículo, deslizándose en silencio salen del jardín. 

Steven se queda viendo el cielo poblado de nubes pequeñas, siente el frío entrando por debajo del pantalón y escalofríos recorriendo el interior de su cuerpo. Debe esperar si los comentarios del día siguiente para saber si salió vencedor de la primer batalla contra su majestad. 

–Vamos a la cama, te congelarás aquí. –la mano de James cae sobre su hombro y le guía al interior. 

 Qué importan los comentarios, que James le bese con devoción, que murmure contra su oído y que le diga que le está volviendo loco es suficiente victoria para él.

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora