Condenado.

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Steven está usando un suéter de punto amarillo con una nube celeste en el centro. Lleva jeans oscuros y zapatillas azules de suela blanca. Está en el sofá en frente de su cama, la espalda recta y una pierna sobra la otra. Hay una solitaria arruga en su frente, señal que esta totalmente concentrado en los documentos que lee. 

– ¿Qué? –no levanta la vista, pero James es capaz de sentir el enojo. 

El "qué" podría ser respondido con muchas cosas. –Nada. –pero el buen y siempre fiel "nada" es su mejor arma.

No sabe por dónde empezar. Es más difícil porque ese Steven que está ahí, no es el mismo Steven que salió de Londres hace dos días. –Entiendo la parte que tengas que obedecer a tu mamá, pero eso no significa que debas abandonarme, traicionarme en los peores momentos.

Steve sí sabe por dónde empezar. – ¿Traicionarte?

–Debías estar de mi lado, porque soy tu esposo y el propósito de esta unión era justamente dar la cara con las Indias. –el príncipe finalmente levanta la vista y los acusadores ojos grises son fríos. –No solo no me ayudaste a buscar una solución, ni siquiera me acompañaste para demostrarles que somos un equipo.

Hay rabia en lo que siempre es una voz calmada, casi baja. –Steven.

–No deberías tener que elegir entre tu madre y yo, se supone que somos una familia. Pero ella decidió que yo no era lo suficientemente bueno para ser parte de su círculo. –Steven habla con aplomo, como si llevará horas planeando cada palabra que va a decir. –Entonces James, a mí me ha quedado claro dónde está tu lealtad y déjame decirte que estoy completamente decepcionado.

– ¿Lealtad? ¿Tú vas a hablarme a mi de lealtad? –da un par de pasos dentro de la habitación. –Porque tienes un concepto bastante amplio de lealtad.

Steven se pone de pie, deja las hojas reposando en el sofá y se cruza de brazos. –Escúchame, no tienes ningún derecho de reclamarme absolutamente nada. Mi país enfrentaba una crisis, ¡y tú solamente te quedaste esperando que no pasará a más!

– ¡Y no pasó! ¡No entiendo cuál es tu berrinche!

– ¿Berrinche? ¡Me dejaste solo! ¡Tenías que estar conmigo!

– ¿Qué no te basta con el general? ¿No es suficiente para su alteza real?

Steven suspira profundamente y sonríe como un felino que acaba de devorar a su presa. –De hecho, sí. Es muchísimo más eficiente y sobre todo leal, me basta y me sobra.

James elimina la distancia y toma los delgados brazos del príncipe como prisioneros. – ¿Qué estás jugando?

– ¿Yo? –no se inmuta, levanta la cabeza y le sostiene firme la mirada. –Tú deberías hacerte esa pregunta, ya no estamos para correr bajo la falda de mamá. O te compartas como un adulto funcional que tiene claras sus prioridades o te olvidas de mí, porque no voy a permitir que finjas que no existo cuando tu madre abre la boca.

Las palabras son frías, ácidas, venenosas y mortales. – ¿Me estás amenazando?

–Te estoy advirtiendo. O te quedas con la controladora de tu madre y su corona o te quedas con tu esposo. 

–No estás en condiciones de decir eso. La seguridad de tu pueblo depende de mi pueblo.

– ¿Estás seguro de eso?

La certeza en Steven le hace arrugar el ceño. –Sí. ¿Qué estás tramando? ¿Qué quieres de mí?

–Que seas lo suficientemente fuerte para tomar tus propias decisiones, que entiendas que no tienes que estar sometido a las normas de tu madre.

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora