El arte de hablar sin hablar es una cualidad que no todas las personas pueden desarrollar, pero siempre existen las excepciones. Ellos no solo han desarrollado esa cualidad, ellos crearon su propio idioma con gestos, miradas, besos y toques casi imperceptibles.
Están en la privada pista del aeropuerto de Londres. James ha acomodado más de tres veces el gorro de lana rosa de Steven, ha dejado de nevar pero aún hay un par copos rebeldes que siguen cayendo y deciden posarse sobre la pequeña cabeza del menor. Vuelve a apartar los copitos, se volverán agua y podrán generarle un resfriado. Le cuida.
–Creí que él volaría directo para allá. –observa al Rey a unos pasos de distancia.
Steven también observa a su hermano. Delgado, pálido y ojeroso. Está vestido de negro de pies a la cabeza y parece más un fantasma que un rey. –Dijo que teníamos tiempo de no viajar juntos.
– ¿Dejaría algún día de ser tan raro? –todo en Peter indica que realmente no está ahí, sobre todo la mirada que tiene perdida en alguna parte de la ciudad.
–Dudo eso. –planea alargar la broma pero la indicación del piloto de abordar llega y se prepara para la despedida. –Bien, te veré el próximo año.
Steven desliza las manos detrás del cuello de James, no sin antes ponerse de puntillas. Esconde el rostro en el hueco del cuello y en su idioma se traduce como un "no me he ido y ya te extraño".
–Hasta el próximo año, su alteza. –James se inclina un poco, sus brazos sujetan la cintura del príncipe y sin dificultad lo levanta. Se traduce a "no te vayas, por favor".
Es una de las posiciones favoritas, de ambos, para besarse. Porque el pecho de Steven le transmite calor y el aroma de James queda en las mangas de su abrigo por horas. Es un beso lento, con succiones de labios y con toques furtivos de lengua. La señal para detenerse es el suspiro entrecortado de Steven.
–Bien. Espero tu llamada en cuánto estés en casas. –le devuelve a la tierra. –Llévale mis saludos a tu padre y dile que le veré en verano.
–Está bien. –acomoda sus guantes sin dejar de asentir. –Cuida a Tony y abrígate bien, el del clima dijo que se esperan nevadas funestas en Escocia.
–Estaré bien. –James se niega a retirar los brazos de la cintura. – ¿Estarás bien?
–Por el amor de Dios, son solo diecisiete días, claro que estará bien, ¿nos podemos ir? –Peter llega con su claro mal humor.
–Adiós James. –murmura antes de darle un fugaz abrazo y girar encaminándose al jet.
–Adiós Steve. –no le volteo a ver en ningún momento, solo pudo ver la delgada espalda desaparecer dentro del jet y suspiro.
La reina di un no rotundo al invitarle a Austria, dijo que la tradición de la familia real era reunirse en Balmoral a celebrar las fiestas del año y que de ningún modo cambiaría eso. También hizo énfasis que la presencia de James era totalmente necesaria, a diferencia de la de Steve, eso fue suficiente para que el rubio preparara sus maletas y se fuera a casa.
Son tres horas de vuelo con cincuenta minutos desde Londres hasta Carintia. De la pista a casa solo había veinte minutos, pero llevaba el programa de visitar el pueblo cercano al castillo, así que llegaría cerca de las siete de la noche, mucho antes de de la cena.
El vuelo se da en silencio, Peter apenas cruza palabra, igual que las últimas semanas. Suspira y reclina su cabeza en el asiento, no tiene palabras de consuelo que ofrecerle a su amigo, sobre todo porque este sigue negándose a que el rechazo del príncipe Anthony le afecto.
Cuando llega al castillo, con cestos de pasteles humeantes y un par de obsequios de navidad adelantado, su padre le espera en la sala. Su recuperación es como una montaña rusa, con altas y bajas, pero se ve con bastante color y un poco más peso.
–Papá... –se funden un abrazo cálido, lleno de puro amor. –Por Dios, cada vez luces más guapo.
–Hijo, no sabes cuánto te he extrañado. –mejillas sonrojadas. –Peter ven acá.
Peter se deja abrazar, Steven mira que cierra los ojos y deja su cabeza reposando en el hombro del rey mayor aun cuando este ha bajado los brazos. El rey Stefan le pregunta con la mirada que sucede y Steven solo encoge los hombros.
– ¿Qué te ha pasado, hijo? ¿Quieres contarme? –Peter niega, sin despejar la cabeza del abrigado hombro del rey. –Bien, ¿te puedo ofrecer un trago antes de la cena? –entonces Peter asiente. –Muy bien muchacho, tengo un obsequio de unos buenos amigos míos de Alemania...
Steven los deja, está seguro que no tiene nada que aportar a la charla que su padre la dará a Peter. Así irá a su habitación y cambiara el gorro y el enorme abrigo por algo más ligero para cenar.
Rondando en los pasillos, con un largo vestido blanco de escote cuadrado y un abrigo azul, la encuentra. –Pero miran nada más, el príncipe de Austria, –y con una sonrisa intrigante, agrega –y del gran Reino Unido.
–Básicamente, ahora es lo mismo. –reduce la distancia. – ¿Cuándo fue la última vez que te vi?
–Estuve en tu boda. –ella deja besos en sus dos mejillas. –Pero creo que apenas te diste cuenta.
Los recuerdos de ese día están llenos de rugidos y flashes. –Fue un día ajetreado.
–Estás... diferente. –ella sigue usando su labial rojo. –Supongo que el matrimonio si te cambia después de todo.
Por supuesto que sí, no es el mismo Steven que salió en la mañana de un lluvioso día. –Han pasado cosas.
–La vida, Stevie, eso pasa. –arruga la nariz, nunca le gustó como pronuncia su nombre. – ¿Vas a cambiarte?
–Sí. Papá y Peter tienen una privada conversación, así que...
–Así que Peter decidió venir. –cruza los brazos debajo de su pecho.
–Fuiste tú quién decidió faltar el año pasado. –no es que le importe.
– ¿Y tu esposo? –ella le ignora. –Según los rumores, apenas pueden quitarse las manos de encima.
Sus mejillas se enrojecen. –Por cuestiones familiares se ha quedado en Londres, nos reuniremos después de las fiestas.
–Me deben una presentación formal.
–Cuando tu agenda lo permita.
Ella asiente. Le dice que debe hacer una llamada y que estará lista para la cena. Siempre le gusto el acento que ha tenido, una combinación de un marcado alemán y el inglés británico.
Viola, una rubia muy activa del servicio, ha desempacado parte de su equipaje. Aunque no lleva mucho, solo un par de abrigos de Versace y de Prada, que fueron los que más le gustaron de todos los obsequios que recibió de parte de las casas de moda que lo visten.
Mientras cambia el pesado abrigo por un sencillo jersey blanco con flores estilo óleo, realiza una llamada. – ¿Hola? –la voz cause cosquillas dentro de su oído.
–Hemos llegado. –escucha el suspiro. –Todo muy bien, ¿y tú?
–Mamá pidió que cenáramos todos en familia, como en los viejos tiempos. –es tiempo de Steven de bufar. –Mañana volaremos.
–Bien. –te extraño.
–Bien, supongo que esta noche ambos estaremos ocupados. ¿Te llamó mañana antes de salir? –yo también te extraño, y mucho.
–Me parece bien, que tengas una increíble velada.
–Tú igual.
– ¿James?
–Dime.
–Que te diviertas.
–Claro... ¿Steven?
– ¿Sí?
–Descansa.
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Palacio [STUCKY] [STARKER]
FanficInglaterra y Austria deciden unirse en un ventajoso matrimonio. Es simplemente perfecto. Aunque sea una interminable cascada de muchos desastres bastante afortunados. James, príncipe de Inglaterra, descubrirá que el amor es pequeño, rubio y bastant...