Dónde.

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Peter desapareció en cuánto se le comunico lo ocurrido. Steven se rehusó a ser atendido por los paramédicos y pidió ser llevado de inmediato al palacio. Anthony pidió té y consiguió algodón para limpiar la cortada sobre la ceja que tenía el príncipe y trajo hielo para ponerle en la cabeza.

Cambiaron los trajes de gala por cómodas sudaderas y esperaron que las autoridades tomaran cartas en el asunto. No le preguntará que pasó, porque el pobre Steven había tenido que repetirlo más de cuatro veces para los agentes a cargo del caso.

–No quiero, gracias. –empuja el té.

Su madre le mandó a llamar cerca de las cinco de la mañana, pero se negó a dejar al príncipe. Se miraba tan pequeño y desolado enrollado en el sofá, porque tampoco quiso irse a su habitación.

–Anda, solo un poco. –a las ocho de la mañana le ruega que coma un poco de avena y algo de fruta. –James me matará si se entera que no te he cuidado bien.

Cuatro cucharadas parecieron suficientes. – ¿Dónde está Peter?

–No tardará en venir. –miente. No ha podido comunicarse con él desde que todo eso pasó.

No pendre la televisión porque está completamente seguro de que todo lo que saldrá es la tragedia que sufre la familia real. Prefiere poner la radio y que los mejores hits de Boy George y Cindy Lauper combatan el silencio peligroso que invade la sala.

Steven vuelve a dormirse cerca de las diez de la mañana, después de ver el teléfono fijamente por horas, esperando una sola llamada. Tony lo ve desde el otro lado del sofá, sintiendo la desesperación de su cuñado, compartiendo la preocupación y preguntándose qué pasará si James no vuelve.

Niega, espantando la escalofriante idea de su cabeza. También mira el teléfono con la diferencia de que espera no una, sino dos llamadas. Una donde anuncien que James fue localizado sano y salvo y otra en la que Peter le explique dónde ha estado y porque no ha acompañado a Steven en ese difícil momento.

Estaban comiendo los deliciosos sándwiches de pavo ahumado que Charlotte les había preparado para la tarde cuando su majestad llego al apartado de James y Steven. Acompañada de su padre.

–Solo serán un par de horas más. El reino entero le busca. –la reina se ha sentado en un sofá individual, a diferencia de su padre que se ha colocado al lado del silencioso Steven y le ha pasado un brazo por los hombros.

–Tu padre ha llamado, hijo. ¿Por qué no le hablas? –Steven asiente y abandona la sala.

–No debería ser esa su actitud. –inicia la reina. –James aparecerá sano y salvo.

– ¿Tú estarías tranquila si fuera yo el secuestrado? –cuestiona su padre.

–No creo que sea momento para esta conversación. –interrumpe. –Es momento de estar unidos como una familia.

–Por supuesto, por eso he venido.

–Hemos venido. –corrige el rey y se dispone a servirse un generoso trago.

Su madre no parece alterada, con su rubio cabello perfectamente peinado y su traje a combinación con sus zapatos. Su padre, con el eterno bronceado, sostiene un vaso de licor y pasea de un lado a otro. Ambos distantes, ajenos uno del otro.

Pasan más de treinta minutos en silencio, cada uno sumergidos en sus propios pensamientos. –Iré a ver que este bien. –se levanta, por increíble que parezca, prefiere los cómodos silencios con Steven que con sus extraños padres.

–Por supuesto que lo está. –escupe la reina.

Antes de cerrar la puerta escucha como su madre pregunta, con voz baja, si es posible que Anthony aun pueda ser heredero o sí Steven realmente altero la línea de sucesión. Su padre recrimina, que no piense tonterías. Su madre alega diciendo que una reina siempre debe estar preparada para todo.

Se va porque su corazón se encoge en su pecho y le corta la respiración por segundos. Charlotte lo encuentra vagando en los pasillos y le dice que Steven ha ido a su habitación a tomar un baño.

Cuando finalmente llega, el rubio está con una simple remera blanca y un suéter morado. Está sentando frente al espejo y sus ojos están oscuros, casi negros. Las ojeras comienzan a notarse.

– ¿Steve?

–Lo último que le dije fue que se fuera al infierno. –no sabe si está hablando con él o con su reflejo. –Todo fue tan rápido.

– ¿Estaban discutiendo?

–Sí. –sigue viéndose en el espejo. –Ya no recuerdo porqué, solo que un tipo de negro le tomo del cuello y James cerró sus ojos en frente de mí.

Anthony entra con lentitud y se da cuenta que la habitación huele como su hermano, o su hermano huele como Steven. Ya es difícil diferenciarles. Se sienta en una esquina del banco y coloca su brazo sobre los hombros del príncipe.

–Ya no te preocupes, estoy seguro que está bien.

– ¿Y si no?

No tiene respuesta para eso. Se quedan ahí sentados, viéndose en el espejo y esperando lo mejor.  

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora