En la piel.

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Ignora el reflejo que le regala el enorme espejo de su armario y busca tranquilamente ropa interior limpia, un pantalón de chándal y un suéter que le proteja del invasivo frío que comienza a llenar el castillo

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Ignora el reflejo que le regala el enorme espejo de su armario y busca tranquilamente ropa interior limpia, un pantalón de chándal y un suéter que le proteja del invasivo frío que comienza a llenar el castillo. Un rebelde mechón de cabello cae constantemente contra su frente y pica levemente uno de sus ojos. Gruñe y busca un peine. Suspira y se enfrenta al espejo del lavamanos, es más pequeño y no le juzgara tanto como el del armario.

El rubio brillante y natural de su cabello luce un poco oscuro en las raíces, efecto que se da cuando esta húmedo. Sus labios están inyectados en color y el inferior sobre sale un poco más de lo normal. Sus mejillas resplandecen del sonrojo que contamina hasta su nariz. Toca su cuello, sin una sola marca pero con el claro recuerdo fantasmal de los besos de James. Recorre el sobresaliente hueso de su clavícula y puede sentirlo ahí, olerlo, escucharlo.

Sigue observándose, incapaz de creer lo que acaba de hacer. En su frente hay una solitaria arruga y cuando se enfrenta a sus ojos, muerde su ofendido labio. No hay rastro del gris o el azul que le acompañan casi siempre, son oscuros incluso podría decir que negros. El Steven del espejo le sonríe y quiere ocultarse por un par de décadas. Se pone el pantalón y el suéter a toda velocidad pero sigue sin ser él. Luce tan distinto, como si le hubieran cambiada el alma al cuerpo.

Mientras acomoda el enorme suéter azul de flores blancas, se fija en las marcas de su cintura. Lo levanta un poco y ve la mano de su esposo marcada ahí, justa en la curva de su plano vientre.  Vuelve a sonreír, se siente ebrio, mareado, un poco adolorido y bastante abrumado. No puede creer que al fin silenció su mente y dejo que todos sus instintos tuvieran el control. 

Recuerda cada beso, cada movimiento y la paciencia con la que James le trató. Su estómago da un vuelco cuando recuerda cada tierno beso dado, como se aferro a él y le hizo vivir una de las experiencias más indescriptibles de su vida. Oh Dios, no podrá volver a darle la cara, no después de pedirle todo, suplicarle que no parara. 

– ¿Terminaste? –da un brinco y en el espejo ve el reflejo de su esposo recostado contra el marco de la pared, no lleva más que el pantalón a medio abrochar, presumiendo de su cinturón de Adonis.

Quita la vista del espejo y finge seguir peinándose. –Sí, ¿necesitabas algo?

–Sí, quiero cambiarme la ropa. –en su voz escucha la risa.

–Claro, ¿te parece bien una pijama?

–Me gusta mucho tu pantalón... –observa su pantalón y junta las cejas. –Me gusta mucho, ¿podrías quitártelo?

 Abre la boca completamente sorprendido, abochornado. La cierra y se gira para enfrentar a su atrevido esposo. – ¡James!

El príncipe se ríe de él con fuertes carcajadas que le hacen lanzar la cabeza hacia atrás y colocar una mano en su estómago. Steven estruja el peine en su mano, conteniendo el impulso de lanzarme contra la cabezota de James. –No es divertido... 

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora