Solo.

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El sol brilla tenue para ser el cálido mes de Julio, el calor ha decidido ausentarse y darle pasó a un frío viento que se mece entre los jardines de Versalles y lleva con el los fuertes aromas hasta el Pequeño Trianón, el pequeño palacio que una vez fue de la reina María Antonieta y ahora era el de su majestad, el rey consorte Anthony.

– ¿Te gusta? –le pregunta Steven mientras sigue colocando más crema de queso al sándwich de fresa que le preparaba.

Se le había asignado estar ahí mientras la tormenta mediática cesaba. Y es que ocultar lo obvio ya no era posible y unas semanas después de sacudir al mundo, agregan que no hay que temer por la sucesión, pues el heredero ya estaba en camino. No fue intencional, Peter se pasó de copas en una de su docena de reuniones diarias y cuando la prensa lo arrinconó, su cerebro colapsó.

"–Sé que están enojados, fue de improvisto. ¿Pero qué es lo que hace un caballero cuándo va a ser papá? Un caballero, un caballero francés, hace lo correcto."

No existía ningún otro tema de conversación después de la declaratoria y el pueblo finalmente daba un descanso al rey, empáticos por la situación y  en vez de tomarlo como una falta a la decencia, humanizaron más a Peter, no a Anthony. Seguían con el resentimiento, lo miraban como un intruso y Anthony no podía sentirse diferente. 

El parlamento y el gobierno sí remetieron contra Peter. Y es que esperaban tener más tiempo para transmitir la noticia, pero el tiempo no era su amigo, Anthony ya tenía cinco saludables meses de gestación y su vientre daba la impresión que se había tragado un melón entero. Sin embargo, ahora el rey lidiaba la consecuencias de su desliz, en ambos sentidos.

Y si Anthony seguía profundizando en todo lo que estaba mal, terminaría llorando. –Me están creciendo bubis. –declara derrotado ante los sorprendidos ojos de Steven.

– ¿Duele? –pregunta con las orejas enrojecidas.

–Un poco. –se sincera, agradecido que su cuñado le siga la corriente y no investigue más en los temas que le generan agruras.

Y es que después de semanas, la reina María finalmente había dado su declaración. En un comunicado explicó cómo el amor les había llegado y que ella no tenía el corazón para negarles dicha felicidad, Anthony vio a la mujer sonreír al decir que él siempre estuvo feliz con su condición de doncel y que sí bien no esperaba ser abuela tan pronto, no podía estar más que emocionada.

También dijo que por motivos íntimos, no habían podido tener contacto cercano, pero que no podía sentirse más que feliz por el futuro de su hijo. Anthony la desconoció. ¿Cómo podía salir a hablar así? ¿Cómo podía mentir con tanta facilidad?

Lo había desterrado, le había quitado todo. Y ahora decía que estaba francamente feliz. Y como siempre, el pueblo aceptaba conmovido la palabras de su líder. Lo único bueno de todo aquello, era que ya podía recibir la visita del tranquilo Steven.

– ¿Has hablado con James? –pregunta cuando come el segundo sándwich.

Steven suspira y niega. –Ha decidido ser un tonto y yo no puedo obligarlo.

–No sabes cuánto lo siento.

– ¿Vas a disculparte cada vez que hablemos?

–Es que... –suspira y por inercia coloca una mano en su abultado vientre. –No dejo de sentirme culpable, si yo-

–Tú no sabías que podías. –le corta inmediatamente y pone una mano sobre la suya. –Y sinceramente, Anthony, no podría estar más feliz por ustedes.

Le sonríe con ojos húmedos, por efecto de la sobrecarga de hormonas que atravesaba. Había leído todos los libros habidos y por haber sobre el embarazo en donceles y cada etapa de ellos. –Steven... 

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora