Ardid.

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Recuerda cuando lo conoció. Lucía lejano, ausente y parecía hecho de melancolía. Conocía a grandes personalidades, presidentes y ministros, todos hechos de masculinidad intoxicante y orgullo varonil.

Pero él lucía sereno, accesible y magnífico. Supo que era el indicado para ella.

Ambos lo supieron de inmediato, pero evidente que él aun le pertenecía alguien más.

Entonces Maree fue paciente, se convirtió en todo lo aquel melancólico hombre necesitaba y estaba dispuesta a rescatarle de aquella soledad abrumante. 

Era una mujer inteligente, sabía lo que quería y no había nada que no ha podido lograr. Así que no fue sorpresa cuando el hombre hizo la declaración y finalmente pudo tocar con total libertad aquel rostro precioso que le atormentaba por las noches. 

Dios, ¡es tan guapo!

Carismático, magnético, electrizante. El rey Peter de Benjamín II es perfecto y Maree está dispuesta a hacer lo necesario para mantenerle en una pieza y acompañarle ante cualquiera adversidad. Maree está destinada para ser la reina.

Peter es el hombre que llama la atención en cuanto ingresa a la habitación. Todas las cabeza se inclinan ante él y todas las mujeres se acercan deseosas de una conversación. El mundo sabe quién es Peter y saben quien es la sonriente mujer que cuelga de su brazo.

Las revistas se volvieron locas cuando los rumores finalmente se confirmaron. Posó para las mil cámaras que rodearon los jardines de Versalles en un intento desesperado de conseguir la fotografía perfecta. Recuerda que paso días eligiendo el atuendo adecuado y Peter con un sencillo suéter lucía como modelo de otra galaxia.

Si Maree algún día pensó que los paparazis eran agotadores, nunca imaginó que aquella presión se multiplicaría excesivamente. Tuvo que aprender a lidiar con la protección que la corona francesa agrego para mantener su seguridad y un poco de intimidad. 

También fue adaptándose a la presencia de las mujeres que le indicaban cuándo hablar, qué decir y cómo ser la perfecta compañía que el rey necesitaba. Había un clara diferencia entre ser una amiga más a ser la novia oficial del monarca. Pero aprendió, fue fácil hacerlo al saber que eso era en beneficio para Peter.

Cada sacrificio valía la pena si durante las cenas Peter le besaba con lentitud, como deseando encontrar a alguien más ahí. El rey le murmuraba que lamentaba la presión pero que estaba seguro que ella sabría como comportarse, como estar a la altura. Maree asentía, porque podría hacerlo.

Casi ocho meses de perfecta relación donde la única diferencia son los extendidos besos. Maree es lo bastante inteligente para saber que hay algo, alguien más, en la mente del rey. Casi puede verlo cuando él la observa detenidamente. Casi puede tocarlo cuando el rey fuma silenciosamente en una de las ventanas de aquel palacio, si Maree cierra los ojos, puede sentir la presencia fantasmal de otra alma melancólica.

Se pregunta quién será, cómo será y qué clase de persona es para no estar ahí, acompañando al rey. ¿Es posible que sea un hombre? Lo más seguro, porque no existe una mujer en el planeta que le diga que no, entonces eso lo reduce a un hombre incapaz de dar vida y que por eso no pueda estar ocupando su lugar. No son secretos los gustos del rey.

Maree sospechó por un tiempo de Steven. El príncipe era mágico y su efecto envolvía a cada varón de la habitación. Recuerda sentir un poco de celos y algo de anhelo al ver el impacto que el príncipe tuvo en su primera gira real. Deseó fervientemente poder ser así un día.

Pero lo descartó cuando escucho las sobras de una conversación donde Steven le decía que lo deje estar y Peter respondía que no todos tenían su suerte. 

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora