Incomunicación: Steven.

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Hay que empezar desde el principio, no de los tiempos, pero si  al principio de la ligera demencia que atacaba al confundido príncipe de Austria. 

No hay un evento traumático en su infancia que justifique lo reservado que llega a ser, incluso la pérdida de su madre supo manejarlo en la mayor de las discreciones y lloró solamente en la privacidad de su habitación.

Cuando la enfermedad de su padre fue declarada, se mantuvo sereno, enfocado en la recuperación y que estarían bien. Hasta con los problemas de Peter se mantenía frío, pensando en qué sigue y cómo solucionarlo. Margarita había dicho una vez que hubiera tenido una excelente carrera en la milicia con el templado carácter que tenía. 

Fanático del orden y a veces fríamente honesto, Steven parecía tener su vida en control

Pero las Indias atacaron y Steven cumplió con la responsabilidad de proteger a todos aquellos que estaban bajo su cuidado. Entonces James apareció y el núcleo de sus células fue alterado. 

Ha tratado de encontrar el momento exacto en qué el príncipe heredero fue pasando cada filtro, como llegó a ser tan suyo, tan propio. Pero no hay orden entre la docena de recuerdos abrumadores que comparte con su esposo, todo es un desastre de besos húmedos, de siestas por la tarde de calor y de miradas penetrantes. 

Así que sobrecargado con los acontecimientos recientes, hace lo que mejor sabe hacer: ser un hermético príncipe que lucha internamente por ordenar el caos en su interior y procesar la asoladora noticia de que James, el caos que sacudió su vida, ya no quiere estar más con él.

Pero como en sistemas complejos el caos es la norma, Steven enfrenta un nuevo cambio.

A Steven le dolía mucho la cabeza y fue fácil saber que es origen del estrés al que está sometido. Además, con la aterradora noticia que el VIH/SIDA, terrible enfermedad descubierta apenas unos años, ya era un virus propagado a una velocidad exagerada. Ya estaba informándose y recibiendo espantosas noticias sobre el virus que atacaba en su mayoría jóvenes. La desinformación era tanta y había tantos afectados, que prefería involucrarse en el tema y pensar soluciones y buscar la forma que comprendieran la realidad y no los mitos de la enfermedad.

Así que nadie se preocupa demasiado cuando se queda sumergido en silencio cuando el dolor constante le acechaba. 

Fue bastante obvio, Steven que disfrutaba de comer de frescas frutas, dejó de hacerlo. Cambio los pastelitos del té por pequeñas galletas saladas con ensalada de atún y aunque cuando fuera a lavarse los dientes vomitará, las seguía comiendo.

En el aniversario del segundo mes sin verle, Steven le cuenta a su padre que las cosas están irremediablemente rotas y que no hay poder en el mundo que pueda solucionar aquello.

–Creí que el matrimonio te quitaría lo dramático. –aseguró el rey mientras rodaba los ojos. 

Eso fue suficiente para que no volviera a tocar el tema. Steven siendo Steven, se sentaba frente al televisor a ver la noticias donde seguían siendo la comidilla de los cientos de noticieros que les tenían los ojos encima. 

–Su alteza, sabe que ver eso no es beneficioso. –asegura Loki mientras coloca un delicioso sándwich de pepinillos y mantequilla de maní.

– ¿No tienes mucho trabajo como secretario y mayordomo? –le pregunta Steven mientras se encoge más en el sofá.

–No soy su mayordomo.

–Siempre haces el trabajo que haría uno.

–Me gusta hacerlo.

– ¿No te parece demasiado trabajo?

–Su alteza, ¿ya no me quiere cerca?

Steven sonríe y le da el primer mordisco al sándwich. – ¿Qué cosas dices? –y así ambos figuen que se distraen de las preguntas iniciales.

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora