Tourbillon.

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El sol no tiene la fuerza suficiente para vencer las nubes que se empeñan en mantener la oscuridad de la madrugada. El calor natural del verano parece haber sido congelado y el frío de siempre ha vuelto invadiendo ventanas, filtrándose en las paredes y congelando la punta de sus pies.

Anthony estornuda y Harley coloca un nuevo paquete de pañuelos desechables en su mesa de noche. –Definitivamente no es la mejor manera de empezar sus nuevas responsabilidades. –comenta el asistente y el príncipe vuelve a mugir y entierra el rostro contras las almohadas.

El silencioso paso del tiempo ha pasado desapercibido para el príncipe. A veces su cuerpo actúa en automático, asistiendo a mil clases, posando para las cámaras que desean ansiosas un nuevo rumor y sonriendo para sus compañeros. Para aquellos que le conocen un poco, saben que no está bien pero que definitivamente ha mejorado.

Ha recuperado el ritmo de su vida lentamente. Finalizar sus estudios universitarios le atrapó lo suficiente para mantenerle alejado de televisiones y periódicos que transmiten noticias que no son de su agrado. Se ha mantenido entretenido preparándose  para las nuevas responsabilidades que le esperan.

El príncipe Anthony está bien. Estudia las presentaciones y prepara el taller donde dará rienda sueltas a todas las ideas mecánicas que están escritas en un empolvado cuaderno.

Para aquellos que le conocen mejor, saben que se está esforzando en llenar su mente de todo, de cualquier cosa que le dé un poco de consuelo. Lo que sea que le haga dormir más de cuatro horas y que no le haga mover la pierna en un tic nervioso interminable. Lo que sea que le mantenga ocupado.

Y para el único que conoce todos y cada uno de sus pesares, bueno... ¿Qué podría recetarle para el dolor? Posiblemente lentos besos que sepan a miel, o a licor, o a tabaco. A lo mejor recetaría una fuerte dosis de amor tres veces al día.

Anthony estornuda una vez más y aunque trate de inhalar oxígeno es imposible, su nariz está tapada y tiene que abrir la boca para que el aire entre por su ya lastimada garganta.

– ¿Prefieres que llame al médico? –la plana voz pareciera retumbar dentro de su cabeza y el príncipe se queja. –Lamento que estés enfermo antes de empezar con tus presentaciones, querido.

Abre un solo ojo lloroso y ella aparece a su izquierda. El rubio cabello está recogido en un alto moño y hay una solitaria arruga cerca de sus labios. El vestido es azul turquesa y Anthony se pregunta por qué no lleva un abrigo más grueso para combatir el frío invasivo.

–Hoy no hay excusa para faltar a nuestro té, Anthony. –sentencia carente de emoción alguna.

–No quiero, gracias. –su voz está distorsionada por el virus que le afecta y vuelve a cubrir su rostro con la almohada. –Déjame dormir, por favor.

La reina cumple con su petición porque cuando vuelve a despertar; de ella solo está la taza servida en la mesa auxiliar. Cada primero de mes la taza es presentada ante él, pero como lleva haciendo desde que fue castigado, empuja la taza y se niega a beber o a tomar lo que sea que venga de su madre. Es el único acto de rebeldía que le queda después que él se fue.

– ¿Anthony? –al abrir los ojos por tercera vez, descubre que esa visita sí le agrada. –Hey Tony... –su suave voz y su delicioso aroma a vainilla se filtra en su nariz obstaculizada. –Te he traído un poco de sopa y también un pastelito.

Está vez se cruza al sofá y envuelto en un edredón toma la caliente y deliciosa sopa de sabrá Dios qué, y muerde lentamente los trocitos de verduras que llenan el tazón. Steven pide té negro y parte el pequeño pastel adornado de uvas.

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora