Dime que sí.

45 4 1
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Su madre hizo todo lo posible e imposible para retenerlo en Balmoral la mayor cantidad de tiempo existente. Incluso alargo el almuerzo y le invito a una copa de un brandy, recién recibido en Navidad, pero para James había sido suficiente.

Cada día se trataba de despotricar contra Steven. La reina María hablaba de lo mal que se vestía, de su fea nariz roja cuando hacía demasiado frío y de su mal hábito de recibir cualquier obsequio, sobre todo las flores, que le generaban estornudos intermitentes.

-Es todo, me voy. -deja los cubiertos aun lado del plato, da un largo suspiro y se retira de la mesa. -Nos vemos allá.

Pasan las ocho de la noche, le falta una hora y treinta minutos de vuelo, más los veinte minutos del aeropuerto al palacio, cuando llegue, Steve ya estará dormido.

Ha hecho oídos sordos a los comentarios de su madre. Ha observado en silencio como su padre rueda los ojos cuando la reina inicia con su berrinche y la deja hablando sola. También se ha fijado que Tony parece en otro planeta. Prefiere observar antes que contestarle a su mamá.

Cada día era una rutina interminable de reuniones larguísimas y aburridísimas. Para sobrevivir dejaba ir su mente lejos de ese lugar, se sentaba cerca de la chimenea y viendo la danza de las llamas se imaginaba que podría estar haciendo Steven.

El rubio que inundaba su mente el noventa por ciento de su día. Y el cien por ciento de sus noches. Dormía con el abrigo que utilizo cuando le despidió, porque aun conservaba el fresco aroma a lavanda del príncipe.

No es que le extrañará, es solo que deseaba pasar sus silenciosas tardes con el rubio andando por ahí, con los pies envueltos en blancos calcetines y comiendo algún dulce. Era mil veces mejor desayunar con la voz adormilada de Steven que escuchar a su madre repetir una y otra vez lo mismo.

Sabía lo que la señora pretendía, pero James ya estaba muy lejos y muy hundido en Steven como para detenerse a escuchar lo que su madre decía. Steven era todo lo que había en su mente, en su cuerpo. No hay vuelta atrás.

Días, semanas, donde el recuerdo en óleo del menor le daban la fuerza para terminar con esas horribles vacaciones. Los cambiaría a todos por estar con Steven viendo en la televisión una película muda, mientras el pecho del menor sube y baja con parsimonia.

Daría todas sus riquezas por haber despertado la mañana de Navidad con un beso fantasmagórico de parte de Steven.

Faltan doce minutos para las doce de la noche cuando finalmente llega al apartado. Charlotte le dice que Steven ya está durmiendo, como lo supuso, porque regreso un poco más tarde de lo planeado y tenía un algo de fiebre, nada grave, asume que fue el cambio de clima.

En cuanto entra a la habitación el familiar aroma le recibe silencioso y siente su pecho vibrar, lleno de fluyentes energías nuevas, frescas. Es como si recibiera un abrazo por parte de Steven, sin ni siquiera tocarlo.

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora