Hombre.

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  El general John Walker es un hombre de palabra

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  El general John Walker es un hombre de palabra. Cuando conoció por primera vez al príncipe de Austria decir que quedo total, completamente e irrevocablemente enamorado, es corto a todo lo que sintió cuando vio al distinguido joven.

Esa noche le hizo reír y se juró protegerlo. Incluso le dijo, antes que el otro príncipe se lo llevara, que no dudará en ponerse en contacto si necesitaba ayuda, de cualquier tipo, el volaría hasta el fin del mundo sí es necesario, todo para que el príncipe este sano y salvo.

En su tercera visita al reino inglés, recibió una cordial invitación por parte del príncipe a un almuerzo. La noche anterior antes de la reunión no pudo dormir. Tuvo que contratar a un asesor de moda para lucir lo más decente posible. Aunque el príncipe elogio el traje gris, sabía que se veía tonto en comparación al sencillo pantalón blanco y el exótico abrigo corinto que su alteza llevaba.

El exclusivo restaurante sirvió tres platos y la conversación se extendió tanto que el chef les llevo personalmente el té y los postres de la tarde. Resulta que casi nadie puede resistirse a la hipnótica presencia del joven príncipe, los escasos invitados se acercaban a saludar y tenía que hacer varias pausas en sus relatos de guerra, los que el príncipe escuchaba con gran interés.

Hablaban por teléfono de vez en vez, cuando el príncipe tenía un breve espacio en su agenda. John no era tonto, él sabía lo comprometidos y enamorados que los príncipes estaban, no era un loco soñador tratando de robarse al joven de oro. Simplemente apreciaba los momentos donde un simple general del ejército americano era el centro de atención del hermoso príncipe de Austria.

Por su propio y personal juramento ni siquiera dudó en prestarle el jet cuando escucho que la reina ponía cien pretextos para no autorizarle el vuelo de salida a Austria. Y no es que le estuviera siguiendo, solamente quería salir a fumar después de que escucho como los colaboradores del hotel rumoraban que la reina y el príncipe James le habían negado la ayuda al príncipe Steven.

No quería ni imaginar lo que el príncipe debe estar pasando. En su camino de regreso fue que vio como le voltea la cara con gran facilidad y bastante gracia al representante Kali. Su instinto protector actúo automáticamente. Los ojos húmedos del príncipe fueron lo único que evitaron que moliera a golpes al abusivo Kali y así evito que las Indias le declararan la guerra a Norteamérica.

Ahora estaban ahí, en el impresionante castillo de Hochosterwitz, en Carintia, Austria. El príncipe había entrado a sesión con el Rey Stefan, con el primer ministro y con la enojada prima, la duquesa Margarita. Le habían dejado en la sala continua con el inquietante secretario Loki.

– ¿Necesita algo, señor? –John no es desconfiado, simplemente encuentra realmente extraño al estirado sujeto. –Sé que aquí hace frío, podría conseguirle un abrigo extra o servirle un té.

–Un whiskey estaría bien, gracias. –Loki le ve alrededor de cinco segundos antes de asentir.

El príncipe Steven le dijo durante el vuelo que escucharía las acciones que su padre y el primer ministro piensen tomar, pero también le aseguro que haría lo necesario para sacar a los rebeldes y controlar el incendio forestal que cada vez amenazaba con salirle de control. Su permanencia ahí dependía de esa reunión.

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora