Vaticinio.

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Fue una noche donde la salud del Rey Stefan estuvo a punto de finalizar. Una noche de vela en el castillo de Hochosterwitz que Peter y Steven permanecieron al pie de la cama, pendientes ante el mínimo suspiro, deseando detener el momento.

Afortunadamente el Rey Stefan decidió pelear un poco más y el frío de la muerte fue espantado por la cálida chimenea que Peter encendió cerca de las dos de la madrugada. Fue ahí, mientras el rey Stefan recuperaba la respiración y la consciencia, mientras observaba el rubio cabello de Steven desparramado entre las sabanas. Fue en ese momento de incertidumbre que reveló el mejor de los secretos. 

Mientras Peter asentía y aseguraba haber tenido alguna sospecha del origen de su milagro, Steven luchó arduamente por seguir fingiendo estar profundamente dormido. Sabía que su padre había hablado únicamente porque estaba seguro que dormía, que esa información nunca hubiera sido revelada en su presencia.

Y desde ahí, Steven profundizó la grieta que le mantenía separado de la reina. Incluso redujo todavía más sus visitas al palacio de Buckingham y los niños podían visitarla con la estricta presencia de dos guardias reales de su más profunda confianza. 

James ni siquiera quiso cuestionar el cambio, sabía que la reina no había hecho más que burlarse de cada una de las caridades de Steven y este prefería mantenerse alejado para evitar una confrontación donde los niños se vieran afectados por pleitos de adultos.

Pero cuando celebraron el cumpleaños número quince de un rebelde príncipe Thomás, James fue capaz de notar que Steven ni siquiera se acercó a saludar a su majestad, se mantuvo tan alejado de la reunión que casi se perdió el pastel.

No se veía enojado, como siempre que se trataba de la reina. Se veía, y deseando equivocarse, asustado. 

– ¿Tony? –le llama mientras el postre es servido en una de las carpas del acantilado. 

Su hermano tiene la vista en su primogénito, que discute algo acaloradamente con uno de sus mejores amigos. –Dime. –contesta sin apartar la vista y tratando de adivinar qué diablos habla Thomás.

– ¿Qué sucede? –indaga cuando se fija en la arruga en el centro de la frente de su hermano. – ¿Siguen los problemas entre Thomás y tú?

–No quiere ser rey. –declara y la boca de James se abre inmediatamente. –No tienes ni idea de la cantidad de problemas que Peter y yo hemos tenido desde la declaración de Thomás.

–Santo cielo, ¿Cómo así? 

Tony, con un suéter mostaza y con un par de recuerdos al borde los labios, suspira cansado y confiesa. –Decidió que no quiere ser el heredero de Peter, que su futuro está en la exploración espacial y que un trono no es lo suficiente para mantenerle atado en la tierra.

–Por Dios.

–No tienes ni idea lo enojado que Peter está, pero me parece ridículo, ¿sabes? –Tony le sirve un grosera cantidad de champán en una copa que casi se derrama. –Apenas tiene quince años, todos queremos ser astronautas a esa edad.

–No entiendo a Peter, ¿acaso no era él quién iba a abdicar al trono por ti? –bebe de la fría bebida burbujeante. 

Tony se llena de color pero asiente. –Creo que lo que le molesta es el poco interés que Thomás siente por Francia, no es tanto lo de renunciar al título.

James observa a su sobrino, de espesas cejas y de furiosa conversación que hace estallar en carcajadas a sus espectadores. – ¿Qué crees que suceda? 

–Mi plan es preparar a los gemelos, Jules es el mayor y sería el siguiente en sucesión. Pero Peter se niega a aceptar eso, dice que es consentirle las insolencias a Thomás. –declara sin ánimo. –Sin olvidar que los gemelos son un desastre, James.

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora