El arte de hablar sin hablar.

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Hay prensa, claro que sí. Al menos ha dejado de nevar cuando finalmente aterriza en el nublado Londres. Le dan su abrigo, acomoda su bufanda y resiste a los terribles nervios que golpean su estómago.

Y ahí está, por supuesto. Lentes oscuros, el abrigo y pantalón son negros, al igual que sus zapatos. Lleva un suéter blanco de cuello alto y pareciera que es un modelo sacado de revistas. Contiene la respiración.

Tiene preparada una frase para iniciar la conversación, se le ocurrió durante el vuelo, pero James tiene otros planes. Le toma la mano al llegar al último peldaño y tira con fuerza. Y le está besando con los lentes puestos y los flashes de las cámaras de fondo.

Las fotos quedan perfectas. El sonrojado rostro del príncipe austriaco escondido en el cuello del príncipe James. Y el príncipe inglés sonriendo con galantería. Es perfecto.

Fueron quince largos días sin verse, sin hablarse, procesando los inquietantes eventos de la luna de miel. - ¿Cómo está tu padre?

James se ha quitado los lentes dentro del vehículo, nada le preparo para enfrentarse a esos penetrantes ojos celestes. -Mejor que nunca, envía saludos.

Es un tonto en frente de otro tonto. -Te he echado de menos.

-Yo también. -responde automáticamente. -Te debo una disculpa.

-Bueno, yo te debo una a ti. -sus manos se buscan. -Así que quedamos a mano.

Para Steven todo eso es nuevo porque nunca antes experimento todas las sensaciones que sufre cuando James ronda por ahí, cuando le besa delante de todos y le busca sin nada de discreción. Pareciera que para él es fácil todo eso.

Pero está muy lejos de serlo. James quisiera tener un manual para comprender que pasa por la cabeza de Steven, desea saber qué siente cuando lo besa, si sufre lo mismo que él cuando no se ven. Necesita saber si el príncipe siente morir cuando los besos suben de nivel y anhela algo más, solo un poco más.

Steven lucha por ordenas sus ideas y mantenerse tranquilo, guarda silencio el resto del viaje. James no se atreve a preguntar por temor a la respuesta, sujetando la mano de Steven espera que todos esos sentimientos no le ahoguen más.

- ¡Steven! -chilla Tony en cuanto le ve. - ¡Creí que nunca más te vería!

- ¡Creí que estabas en el escuela! -contesta cuando el agobiante abrazo termina.

-No podría perderme el regreso de mi cuñado favorito.

-Técnicamente solo tienes un cuñado. -debate James.

-Y por eso es mi favorito. -James rueda los ojos, Steven sonríe. -Su majestad mi madre y mi padre han tenido que viajar a Gales, problemas políticos algo así, me dijeron que te diera la bienvenida y que lamentaban no poder darte la bienvenida.

-Seguro. -Steven sabe que no fue para nada del agrado de la reina no haber estado en las fiestas navideñas, pero él tiene sus propias prioridades. - ¡Charlotte! Qué gusto verte, ¡feliz año nuevo!

Después de muchos saludos le llevan al apartamento dentro del palacio de Buckingham que la reina mando a preparar para ellos. Tenía su propia entrada y un comedor capaz de recibir a doscientos invitados. Todo era exageradamente grande.

En el segundo nivel estaban las habitaciones, doce para invitados y los dos principales. Uno para su alteza el príncipe James y otro para él. Asumiendo automáticamente que no dormirán juntos, no es que esperara eso.

Piden la cena en uno de los salones informales. Steven se excusa diciendo que descansara y observa detenidamente como James le señala que su habitación esta justo en frente de la suya.

Después de treinta largos minutos en frente del espejo del tocador logra reunir valor para ir a la habitación previamente señalada, irá a entregarle su obsequio navideño. Le toma siete minutos tocar la puerta de James.

-Adelante. -anuncian desde adentro. - ¿Sí?

Es una habitación enorme y con decoraciones en cada rincón, a diferencia de la suya no tiene un sala en la entrada. La cama es enorme con edredones azules y dorados, hay doseles adornando.

- Oh, eres tú. -James metía libros en el estante de la pared. -A mí también me mudaron.

-Esto es para ti. -Charlotte los ha sacado del recipiente anterior, lo ha calentado y los ha colocado en una bonita bandeja de cristal.

- ¿Las has hecho tú? -rodea uno de los sofás para alcanzarle. -Mjm, huelen delicioso.

-Se llaman Krapfen, son bollos de masa de levadura rellenos de mermelada de albaricoque. -recita de un tirón cuando los ojos de James le estudian. -Tienen azúcar espolvoreada. Los hice para ti.

El príncipe toma uno y lo come. Sus labios se llenan de la azúcar espolvoreada y cierra los ojos mientras mastica. La sonrisa en Steven crece automáticamente. - ¿Te han gustado?

Asiente con rapidez y toma un segundo bollito. Y se repite el proceso, labios manchados de azúcar, ojos cerrados y el suspiro satisfactorio de James. -Dios, eres increíble.

Steven no escucha los halagos recibidos, está pensando en qué pasaría si limpia toda esa azúcar en el rostro de James... con su lengua. Traga saliva, da un paso y se coloca de puntillas, el príncipe entiende de inmediato y aplastando la bandeja entre los dos, se besan.

Dulce, lento, ansioso. Steven, tiene miedo pero se recuerda que su madre no crio a un cobarde, así que actúa. Temeroso y con parsimonia desliza su lengua sobre los labios de James, recogiendo uno por uno los microgramitos de azúcar.

El príncipe quita la bandeja de sus manos, así puede pasar el brazo libre por su espalda y pegarle a su pecho, le sujeta con fuerza y le levanta con facilidad. Besos con sabor a albaricoque en medio de la habitación de James, quedará grabado en su memoria para toda la eternidad.

- ¿Dejamos la cena para más tarde?

Steven se sobresalta y patalea un poco para que James reaccione y le vuelva a dejar en el suelo, aunque no confía de sus piernas, es posible que se hayan hecho de gelatina. - ¿No tocas?

-Lo hice, hermano mío, pero qué te diré. -Anthony tiene los ojos brillosos y la sonrisa gigante. - ¿Esos son pastelitos hechos por Steven?

-Así es, prueba uno.

-Solamente uno. -amenaza James. -Fueron hechos para mí, especialmente.

Steven, que apenas se recuperaba del sonrojo, vuelve a llenarse de color. Anthony gime, muge y jadea comiendo más de un pastelito.

El príncipe le promete a James que le prepara más. - ¿Y todos tienen el mismo resultado?

-Me temo que sí. -sentencia en un murmuro apenas audible para el príncipe inglés.

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora