Advierte.

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 -Estoy muy feliz por el recibimiento del pueblo inglés. –Steven sonríe y las cámaras lanzan sus flashes. –Tienen mi palabra que cumpliré con las responsabilidades que mi título lleva.

Responda las preguntas de uno de los noticieros más importantes del país. Están finalizando la entrega de obsequios y James da un largo trago a su escoses, está realmente cansado y quiere ir a dormir.

-Así es, mañana será el ensayo en la iglesia de San Pablo. –se expresa con tanta facilidad. –No les diré la hora porque terminaríamos  de perder la sorpresa. –su público se ríe. –Pero definitivamente se les espera allá.

-Lo hace bien, ¿no?

-Por supuesto, madre. –la reina lleva un traje rosa. –Tú le has enseñado. 

-Te equivocas. –sostiene una copa. –Él ya sabía cómo hablar en público. Cómo actuar. Todo. Lo único que se le indica es a quién debe responderle preguntas. Es perfecto.

-Tú lo elegiste.

-Ya no hay más quejas de tu parte. –murmura. –Según me dicen, las cosas marchan muy bien.

-Cómo deben ser.

-El pueblo le adora, ¿sabes? –se cejas se juntan. –Están convencidos que serán un gran rey.

-¿Qué hay de malo en eso?

-Que esperan más que les gobierne un extranjero que su propio heredero.

-Bueno, tú misma le elegiste. –repite. -¿No era eso lo qué querías?

-Tu popularidad está bajando.

-¿Eso qué importa?

-Tú eres el heredero.

-Él también. ¿Se te olvida que es el próximo rey de Austria?

-Lo correcto es controlarle.

James rueda los ojos. No le importa que Steven llene periódicos donde se recalque su dulce y tranquila personalidad. Que lo que sea que use se vuelva una tendencia, como la vez que combino su abrigo escarlata con una bufanda morada, la combinación fue éxito y ahora la mitad de Londres la usa.

-¿Hijos? –su atención vuelve a caer en Steven. –Aún no hemos decidido que tan pronto, pero seguro habrán bastantes.

Los reporteros bromean sobre cuantos, Steven les dice que los suficientes para que no falten herederos para la corona austriaca e inglesa. Tiene fluidez, no mueve ni un solo dedo y no derrama ni una sola gota de sudor. Es perfecto.

-¿Te han dicho ya? –esta vez es Sam.

-¿Qué cosa?

El moreno se ve alerta, observa hacia todos lados antes de mover la boca. –El bebé de Natasha ha nacido.

-En hora buena. –exclama rodando los ojos nuevamente.

-Hace tres meses, para ser exactos.

-¿Y? –Steven entre los reporteros sigue siendo su prioridad.

-No es hijo del coronel.

-No hay duda.

-James, concéntrate. –se gira a Sam y le molesta su cara de preocupación. –Podría ser tuyo.

-¿Qué estás diciendo, mamarracho?

-Se casó cuando tenía cinco o seis meses.

-Imposible.

-Has las cuentas.

-No es mío, Sam.

-Considéralo.

-Yo tenía meses de no tocarla, meses Sam, no hay manera.

-Según los rumores, exigirá una prueba.

-Seguro.

-Habla con Steven. -insiste. -Dile que es una posibilidad.

-No la es.

-Entonces dile.

-Faltan cinco días para la boda, no lo haré.

-Adviértele. Es mejor que lo sepa por ti, que por los periódicos o la televisión. –Sam se ve mortalmente serio. –No arruines las cosas.

El duque se mete en su cabeza. Sabe que es imposible, pero Natasha puede ser lo bastante convincente y envenenar a Steven. Y verá en sus ojos enojo otra vez y definitivamente no quiere eso. Lo hablará, seguro. Solo debe encontrar el momento perfecto. 

Palacio [STUCKY] [STARKER]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora