Capítulo 8. El Collar de Ópalo.

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A mediados de Octubre Draco había dudado que la excursión a Hogsmeade fuera a suceder, dado que las medidas de seguridad habían aumentado fuera de Hogwarts.

La tarea de reparar el armario Evanescente cada vez era más compleja, y había decidido que debían tomar otras alternativas para cumplir con la misión de lograr asesinar a Dumbledore.

El día de la excursión él y Calie despertaron temprano por la mañana, que amaneció tormentosa, y decidieron no perder el tiempo. Junto a Theo, Blaise y Pansy, se saltaron el desayuno y salieron directo a Hogsmeade.

— ¿Ya llegó?— preguntó Theo en voz baja.

— Sí.— respondió Draco a secas.

— Cállense— susurró Calie.

Filch estaba plantado junto a las puertas de roble, como de costumbre, comprobando los nombres de los alumnos que tenían permiso para ir a Hogsmeade. El proceso llevó más tiempo del habitual porque el conserje registraba tres veces a todo el mundo con su sensor de ocultamiento.

El paseo hasta Hogsmeade no fue nada placentero.
Calie se tapó la nariz con la bufanda, pero la parte de la cara expuesta al aire no tardó en entumecérsele.

Cuando llegaron a la lechuceria, Theo entró junto a Calie y la castaña salió con un paquete en sus manos, que se encargó de que fuera muy visible para todos.

— ¿Qué sigue?— preguntó Blaise, doblado por la cintura, para resistir el fuerte viento.

— Las Tres Escobas, ya saben que hacer, andando— indicó Draco. Tomó la mano de Calie y todos se dirigieron hacia la taberna.

Mientras caminaban, el frío viento les lastimaba la cara. No había mucha gente en la calle; nadie se entretenía para charlar y todos se dirigían a sus destinos, lo cual ayudaba mucho al plan que tenían en mente.

Al entrar a Las Tres Escobas, Theo, Blaise y Pansy se sentaron en una mesa con el paquete visible frente a ellos. Mientras Calie y Draco se escabulleron al fondo del pasillo, en busca de la trabajadora del lugar.

— ¿Es ella?— murmuró Calie.

— Sí, espérame aquí, vigila que no se acerque nadie— le respondió Draco. Sacó su varita de su abrió y a paso firme y silencioso, entró a la pequeña bodega.

Draco se acercó a la mujer, quien no notó su presencia. Él la apuntó con su varita a la espalda y:

Imperio— recitó Draco. La mujer de inmediato entró en un trance—. Vas a entregarle esto al primer estudiante de Hogwarts que se te cruce— indicó entregándole sin mirarla a la cara, una delgada caja que sacó de su abrigo. La mujer con la mirada perdida al frente; lo recibió. —. Quien lo reciba debe entregárselo de inmediato a Albus Dumbledore, sin abrirlo, solo él puede hacerlo, es importante esa información, ¿entendido?

— Solo lo debe abrir Albus Dumbledore— repitió la mujer.

— Lo harás en cuanto cierre la puerta— ordenó Draco, dando unos pasos hacia atrás, hasta que cruzó el umbral.

En cuanto salió de la bodega, Calie cerró la puerta y tomó de la mano a Draco, para salir lo más rápido posible por una de las puertas de servicio. El Fuerte viento los golpeó de inmediato y se apresuraron a entrar de nuevo al lugar por la puerta de enfrente.

𝓔𝓼𝓮𝓷𝓬𝓲𝓪 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓛𝓾𝓷𝓪 (𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora