Caliope Avery, una brillante estudiante de Durmstrang, ve su mundo transformado al ingresar a Hogwarts. Su vida da un giro cuando tiene su primer encuentro con Harry Potter.
Entre secretos familiares ocultos, peligros y misterios revelados, Caliope...
El día 31 de octubre había llegado, y con él, la selección de los campeones para el Torneo. Todos se dirigían al gran comedor, donde darían a conocer a los seleccionados. Los chicos de Slytherin entraron al comedor, y Calie se separó un momento de ellos para buscar a Víctor y a Cedric y desearles suerte. Después de hablar con Krum, buscó rápidamente a Cedric. El banquete estaba por comenzar, y cuando lo encontró, se acercó a él.
— Cedric — lo llamó, haciendo que girara hacia ella. Él se acercó a ella en un abrazo.
— Hola, linda. ¿Lista para cuando me nombren? — le dijo Cedric, con una sonrisa.
— Claro que sí — respondió Calie, devolviéndole la sonrisa.
El director Dumbledore les indicó que tomaran asiento. Calie se despidió de Cedric, dejándole un beso en la mejilla, y se dirigió hacia su mesa. La anticipación en el aire era palpable mientras esperaban el anuncio de los campeones del Torneo.
El banquete de Halloween les pareció mucho más largo de lo habitual. Calie no disfrutó la insólita comida tanto como la habría disfrutado cualquier otro día, sólo deseaba que la cena terminara y anunciaran quiénes habían quedado seleccionados como campeones.
La cena terminó y Calie no podía dejar de mover su pierna nerviosamente, su corazón deseaba que no saliera el nombre de Cedric en el cáliz. Les indicaron a todos que se pusieran de pie, de pronto las grandes mesas del comedor desaparecieron y aparecieron unas gradas detrás de ellos.
— Siéntense, por favor— indicó Dumbledore, a lo que todos obedecieron. —Bien, el cáliz está casi preparado para tomar una decisión —anunció—. Según me parece, falta tan sólo un minuto. Cuando pronuncie el nombre de un campeón, le ruego que venga a esta parte del Gran Comedor, pase por la mesa de los profesores y entre en la sala de al lado —indicó la puerta que había detrás de su mesa—, donde recibirá las primeras instrucciones.
Con un movimiento, Dumbledore hizo que las antorchas que iluminaban el gran salón se apagaran, dejando que solo la luz azul del cáliz iluminara el lugar. De pronto, las llamas del cáliz se volvieron rojas, y empezaron a salir chispas. A continuación, brotó en el aire una lengua de fuego y arrojó un trozo carbonizado de pergamino. La sala entera ahogó un grito.
Dumbledore tomó el pergamino y lo leyó: — ¡El campeón de Durmstrang es Víctor Krum!— anunció en voz alta.
Todo el salón aplaudió al búlgaro. Él se puso de pie y antes de avanzar al centro, se giró hacia Calie. Ella, emocionada, lo animó con entusiasmo a que avanzara, cuando Krum desapareció el silencio se apoderó de nuevo del salón. La atención de todo el mundo volvía a recaer sobre el cáliz, cuyo fuego tardó unos pocos segundos en volverse nuevamente rojo. Las llamas arrojaron un segundo trozo de pergamino.
—La campeona de Beauxbatons —dijo Dumbledore— es ¡Fleur Delacour!
Cuando Fleur Delacour hubo desaparecido también por la puerta, volvió a hacerse el silencio, pero esta vez era un silencio tan tenso y lleno de emoción, que casi se palpaba. El siguiente sería el campeón de Hogwarts...
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