Capítulo 9. Distancia.

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La semanas avanzaron, y Calie había establecido una buena relación con los profesores, especialmente con el de DCAO. Sin embargo, se había distanciado un poco del grupo de Slytherin después de la actitud que tuvo Malfoy en esa clase de pociones y por el tema del sacrificio del hipogrifo, con excepción de Theo y Blaise.No volvió a hablar con Pansy después de lo que sucedió. A pesar de ello, forjaba amistades por todo Hogwarts, sin importar si eran de distintas casas, creando un ambiente de cambio y crecimiento personal en su experiencia escolar.

Llegó el día sábado y con ello la salida a Hogsmeade, un evento que emocionaba mucho a los chicos de tercer año, ya que sería la primera vez que saldrían al pueblo. Theo se acercó a Calie para invitarla a ir con ellos, pero ella no tenía firmado el permiso necesario para salir del castillo. El momento de la salida llegó, y la castaña acompañó a su amigo a la entrada del castillo, donde se habían reunido todos para partir.

— ¿Estás segura de quedarte aquí? Puedo acompañarte si quieres. —le comentó Theo, observando cómo los demás avanzaban.

— Tranquilo. Estaré bien, alcanza a los chicos y tráeme algo de dulces, ¿sí? —le dijo, haciendo ojos de cachorro junto a un puchero.

— Claro, te buscaré cuando regresemos. No te diviertas tanto sin mí. —dijo Theo acercándose para abrazarla y dejar un beso en su cabeza—. Nos vemos.

— Claro, diviértanse. —contestó la castaña con una sonrisa, observando a su amigo alejándose.
La interacción dejó una nota tierna en el aire, marcando un momento especial en su amistad.

Al girarse, se percató de que no era la única que se quedaba sin salida. A lo lejos, vio a Harry, quien estaba entrando al castillo, y sin pensarlo corrió hacia él.

— ¡Hey! —gritó la castaña, a lo que el chico giró levantando las cejas al verla—. Con que también te quedas, ¿eh?
— Sí, bueno, no tengo quien firme el ridículo permiso. —contestó el chico, mirando al suelo.
— Bueno, yo tampoco. —dijo la castaña, metiendo sus manos en su abrigo—. ¿Quieres caminar?
— Uh... Claro, vamos. —contestó Harry nerviosamente, acomodando sus lentes.

Caliope sonrió, y juntos comenzaron a caminar sin ningún rumbo. Conversaban animadamente entre ellos hasta que vieron al profesor Lupin en el puente, y se acercaron a él. La inesperada compañía trajo consigo una conexión amigable entre Calie y Harry, llenando de vitalidad el día que inicialmente parecía deslucido.

Luego de unos minutos después de llegar con el profesor Lupin, estaban observando a través del puente cuando Harry comenzó a hablar.

— Profesor, ¿puedo preguntarle algo?
— ¿Quieres saber porque no te enfrente al boggart?— a lo que el chico asintió mientras Calie escuchaba atentamente— Sí, debí pensar que lo preguntarías. Creí que se transformaría en Lord Voldemort.

¿El señor tenebroso? Pensó Calie frunciendo el ceño.

— Pensé en Voldemort al principio, pero después recordé el tren y a los dementores.— dijo mirando levemente hacia la chica que miraba al frente.

— Sorprendente— dijo el profesor— Indica que a lo que le temes es al miedo. Es muy sensato.

Continuaron conversando cuando Calie apartó la vista hacia el profesor y se percató de que llevaba un colgante similar al suyo en el cuello. Disimuladamente, revisó el propio para confirmar lo que veía. Dejó de prestar atención a la conversación y se sumió en sus propios pensamientos.

Tras concluir la charla con el chico, el profesor dirigió su mirada hacia la castaña, quien parecía absorta mientras jugaba con su collar. Cuando ella se giró, apartando la mano de su cuello, Remus notó lo mismo que ya había observado. No obstante, la joven se despidió apresuradamente, dejando al profesor solo con un confundido Harry.

Caliope se dirigía rápidamente hacia las mazmorras para llegar a la sala común. Al llegar a las escaleras, se topó con Theo y Blaise, quienes, al verla, se acercaron. La expresión de la chica cambió al verlos, y les regaló una sonrisa tierna. Antes de descender completamente las escaleras, Theo la envolvió en un abrazo, elevando a la castaña que correspondió con los brazos alrededor de su cuello; Blaise se unió al abrazo. Al separarse, continuaron juntos hacia la sala común, compartiendo un momento lleno de afecto.

— ¿Cómo les fue? —preguntó la castaña mientras se sentaba con los chicos en el sofá frente a la chimenea.

— Estaría mejor si pudieras ir con nosotros, visitamos Honeydukes —contestó Blaise—. Te trajimos esto, no sabíamos cuáles te gustarían, así que tomamos variedad —mostrándole la gran bolsa llena de dulces.

— Veremos si podemos llegar a un acuerdo con la profesora MacGonagall. Estuvimos hablando con Draco, y tal vez su padre consiga el permiso para que puedas salir —dijo Theo mientras pasaba un brazo por encima de los hombros de la castaña.

— ¿Malfoy? Ni siquiera he hablado con él —contestó, mirando hacia la chimenea.

— Lo sabemos. No dejaba de hablar de cómo lo has ignorado estas semanas —dijo Blaise.

— Es que a veces es tan tonto —dijo la castaña, rodando los ojos.

— No es algo raro en él —contestó Blaise con una risa, haciéndolos reír.

— ¿Quieres pasar la noche con nosotros? —preguntó Theo, haciendo que la chica lo mirara levantando las cejas—. Sería una pijamada. Tenemos que probar estos dulces, y mañana podemos levantarnos tarde.

— ¿Qué hay de Malfoy? No creo que le agrade que esté ahí.

— No causará problemas. Si lo hiciera, siempre están las pociones para dormir que pueden caer accidentalmente en su jugo de calabaza —respondió Blaise, guiñando un ojo hacia la chica.

— Vamos a cenar y, al regresar, buscas tus cosas —dijo Theo levantándose de su lugar.

Tras la cena, Blaise y Theo se ocuparon de llevarse algunos postres para su reunión. Mientras tanto, Calie fue a su habitación, y al estar lista con su pijama y su bolso con todo lo necesario, salió cerrando con cuidado su puerta. Avanzó y bajó las escaleras, encontrándose con Blaise, quien la esperaba, y ambos subieron al área de chicos.

Al entrar, Calie notó cómo los chicos habían juntado las tres camas para hacer una sola. Sin embargo, lo que más llamó la atención de la castaña fue ver a Draco listo con su pijama puesta. No hizo falta decir nada; simplemente le regaló una sonrisa, y el chico la recibió con un pequeño abrazo.

— Si bueno, tenemos dulces que probar —interrumpió Blaise el abrazo de los chicos.

— Vamos, Zaza, tengo abrazos para todos —dijo Calie, subiéndose a la cama, y los chicos la siguieron.

— Tengo un libro de terror por aquí. Hay que leer un poco, ¿no? —comentó Theo con una sonrisa burlona hacia el rubio.

— No recuerdo que eso estuviera en el plan, Nott —dijo Draco rápidamente ante la propuesta.

— ¿Tienes miedo, Malfoy? —preguntó burlonamente la castaña que estaba a su lado.

— Claro que no... miedo, ¿yo? —dijo Draco con los ojos entrecerrados, llevando su mano a su cabello para peinarlo hacia atrás. Justo en ese momento, uno de los dulces que estaban probando hizo un ruido extraño al abrirse cosa que hizo brincar un poco al rubio, provocando risas espontáneas entre todos.

Así transcurrió la noche, probando dulces, leyendo y compartiendo anécdotas e historias de cursos anteriores. Entre risas y complicidad, se tejieron más fuertes los lazos de amistad. Hasta que el sueño los venció, y durmieron todos juntos, abrigados por el calor de las cobijas que compartían en la gran cama que habían construido.

𝓔𝓼𝓮𝓷𝓬𝓲𝓪 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓛𝓾𝓷𝓪 (𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora