Capítulo 7. Boggart

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Después de que el chico "gravemente" herido fuera ingresado a la enfermería, Theo, Blaise y Calie se dirigieron a la siguiente clase de Adivinación. En ese momento, los estudiantes intentaban leer sus futuros utilizando tazas de té, pero ninguno de los chicos prestaba mucha atención. Al finalizar, bajaron las eternas escaleras y se dirigieron al salón de Transformaciones. La profesora elogió a la castaña por su habilidad en la clase, ganando así unos cuantos puntos para su casa. Al concluir la clase, todos los estudiantes se dirigieron al comedor, ya que la comida del día estaba a punto de ser servida.

Los chicos conversaban animadamente mientras entraban al comedor. Al percatarse de que el rubio ya estaba allí, rodeado de chicas preocupadas por su brazo, se acercaron a él y tomaron asiento. Las chicas se apartaron, a excepción de una castaña que estaba en un grado menor a ellos.

— ¿Te duele mucho, Draco? —preguntó con un tono de voz chillante, acariciando el hombro del chico, acción que hizo fruncir la nariz a Calie. Theo lo notó y ambos rieron ante la falsa preocupación de esa chica.
— No mucho, pero la enfermera dijo que no podré hacer mis deberes por un tiempo —contestó el chico con el brazo inmovilizado.
— A la próxima, deberías pensarlo dos veces antes de acercarte a un hipogrifo —interrumpió Blaise, lanzándole una sonrisa burlona al rubio mientras señalaba con un tenedor una papa.
— Esto no hubiera pasado si Dumbledore no tuviera a ese incompetente dando clases —respondió su amigo con una mala mirada.
— En realidad, se podría haber evitado si solo hubieras controlado tus intentos de llamar la atención —interrumpió la castaña, que estaba sentada al lado de Theo sin levantar la mirada mientras comía uvas verdes.
Los chicos se miraron entre ellos, y Theo solo pudo asentir con la cabeza al rubio, dándole la razón a la castaña.
— Como sea, de todas formas, mi padre se enterará de esto —concluyó el rubio con una sonrisa de lado.

Ante eso, Calie recogió sus cosas y se levantó de la mesa para abandonar el comedor. Aún contaban con 30 minutos libres antes de la siguiente clase, y sin prestarle importancia, se encaminó hacia el salón de DCAO. Al entrar, se encontró con una sala desprovista de asientos; solo había un extraño armario. Se acercó, pero este comenzó a moverse bruscamente, como si algo estuviera atrapado dentro, haciéndola retroceder. Dio un pequeño brinco al escuchar una voz detrás de ella.

— ¿Acostumbra llegar antes que los profesores, señorita? —preguntó el profesor Lupin, mirando a la chica con curiosidad.
— Oh... no, en realidad... —se aclaró la garganta y retomó su postura— no tenía algo mejor que hacer.
— Bien, no tiene que preocuparse por lo que hay en el armario, lo explicaré en la clase —dijo el hombre mientras caminaba para dejar sus cosas en una mesa.
Calie observaba el salón cuando la voz de su profesor la hizo volver a mirarlo.
— Me resulta curioso lo que logró en el tren, Señorita Avery. Si no es indiscreción, ¿puedo preguntar dónde aprendió eso? —dijo el profesor recargándose con las manos atrás sobre la mesa.
— ¿El hechizo Patronus? —preguntó Calie, a lo que el hombre asintió con la cabeza, y ella continuó—. En realidad, ahora que lo pienso, realmente no recuerdo. Solo lo supe en cuanto vi al dementor... quizás lo aprendí en el colegio —dijo encogiendo los hombros, restándole importancia.
Cuando el profesor iba a responder, empezaron a entrar más alumnos a la sala, interrumpiendo la conversación. Cuando Caliope vio entrar a Theo con los demás, se acercó a él, quien la recibió con una sonrisa. Luego de unos minutos, la clase comenzó.

— Fascinante, ¿no creen? —dijo el profesor mientras todos observaban el armario que brincaba—. ¿Alguien quisiera intentar adivinar qué hay ahí dentro?
— Es un boggart, señor —contestó uno de los Gryffindor.
— Bien dicho, señor Thomas —dijo el profesor, caminando hacia el frente de la clase—. ¿Alguien puede decirme cómo luce un boggart?
— Nadie lo sabe —se escuchó de pronto, y Calie notó cómo la chica que era amiga de aquellos Gryffindor apareció en la clase—. Los boggarts cambian de forma, se transforman en lo que más teme una persona. Por eso son tan...
— Tan atemorizantes, sí —interrumpió el profesor para seguir explicando—. Por suerte, existe un hechizo muy sencillo para enfrentar a un Boggart. Vamos a practicarlo, sin varitas por ahora, repitan «Riddikulus».
— Riddikulus —se escuchó en unísono.
— Muy bien, más fuerte y muy claro así, «RIDDIKULUS» —dijo el profesor levantando su mano, y los estudiantes repitieron el hechizo.
— Esta clase es ridícula —dijo el rubio a un lado de Blaise, haciendo que la castaña rodara los ojos y se alejara de ahí para estar al frente en la clase.
El profesor les dio las indicaciones a los estudiantes, y rápidamente empezaron a pasar uno a uno enfrentando a sus boggarts. Había desde profesores hasta serpientes entre ellos. Caliope dudaba de cuál fuera el suyo, ya que nunca se había dado cuenta de cuál era su temor más grande.

Cuando llegó su turno, tanto ella como sus compañeros y el profesor miraban intrigados lo que se había presentado frente a ella: no era nada más que una luna llena.
Qué diablos, pensó.
Las dudas sobre su boggart capturaron su concentración. Al no saber qué más hacer, echó una mirada rápida al profesor y simplemente se giró sobre sus talones para caminar al otro lado del salón, sin prestar atención a todos los alumnos que la miraban confundidos.

Tratando de evitar la incomodidad en la alumna, el profesor invitó al siguiente a pasar. Cuando Harry se acercó al boggart, este tardó un poco en cambiar hasta que finalmente se convirtió en un dementor. Calie no estaba prestando atención hasta que un grito del profesor, que estaba interponiéndose entre el dementor y el muchacho, la sacó de sus pensamientos.

Lo que vio después la dejó paralizada en su lugar. El boggart cambió su forma a la misma luna llena que se había presentado frente a ella. El profesor pronunció en voz firme el hechizo y la luna comenzó a desinflarse y moverse en el salón como si fuera un globo. Después de eso, volvió a encerrar al boggart en el armario dando por finalizada la clase.
—Lo siento, pero eso es todo. Nos vemos en la siguiente clase —dijo el profesor, ocultando sus nervios.
Entre quejas y murmullos, los alumnos salieron del salón, incluyendo a Caliope, que no dudó en salir para evitar una conversación con el profesor.

La castaña caminaba hacia la sala común. Tenía un par de horas libres, así que decidió ir a su habitación para evitar preguntas de sus compañeros de Slytherin. Al llegar, se quitó la túnica y, sin pensarlo mucho, se sentó al piano para tocar un poco, dejándose llevar por sus sentimientos. La melodía que surgía de él era verdaderamente hermosa.

Mientras tanto, en la sala común, el trío de chicos conversaba con las tres amigas hasta que escucharon aquella melodía.
— ¿Desde cuándo ponen música? Me siento como en aquellos hoteles muggles —dijo el moreno, que volteaba la cabeza buscando de dónde venía la música.
— Se trata de la chica nueva. Escuché que en su habitación tiene un piano —dijo una pelinegra.
— ¿Un piano? Tiene su propia habitación y además un piano. ¿Quién se cree que es? —contestó de mala manera la menor de las Greengrass.
— Astoria, solo pude escuchar la envidia salir de tu boca —dijo Blaise de manera burlona, haciendo que la chica rodara los ojos y cruzara los brazos.
— No es envidia, tiene razón. Llega haciendo lo que quiere y ni siquiera cruza palabra con ninguna de las chicas —contestó Daphne defendiendo a su hermana.
— Me pregunto por qué no lo haría —comentó sarcásticamente el castaño que leía un libro.
— Yo pienso que se escucha bastante bien —dijo el rubio que miraba hacia las escaleras. Ante eso, las dos hermanas voltearon a verlo como si tuviera tres cabezas. — ¿Qué? Es la verdad —dijo alzando las cejas.

Después de unos momentos, la música se detuvo y los chicos se separaron. Draco se movió al fondo de la sala, donde conversaba con un grupo de chicas. Blaise acompañaba a Pansy a la biblioteca, mientras que Theo se quedó sentado leyendo en el mismo sillón. Siguió leyendo hasta que sintió que el sillón se hundía a un lado suyo. Miró con el rabillo del ojo y se dio cuenta de que era Calie.
— Así que... Pianista, ¿eh? —dice el castaño sin voltear a mirarla.
— ¿Qué? Lo... lo siento, no sabía que se escucharía hasta acá —responde Calie nerviosamente, jugando con sus manos.
— Tranquila, eres bastante buena. Más de uno quedó impresionado —dice, volteando a mirarla y dándole una sonrisa.
— Gracias, Theodore. Sabes, fue un día bastante extraño. ¿Acaso todos los días pasa algo nuevo aquí? —pregunta la castaña, recargando su espalda en el sillón.
— Te sorprenderías de lo que pasa diariamente en este castillo. Te acostumbrarás —dice riendo y la invita a leer junto a él, cosa que la chica acepta.

Luego de una larga conversación entre ellos, decidieron ir a la cena para luego regresar y ponerle fin a su primer día de clases.

𝓔𝓼𝓮𝓷𝓬𝓲𝓪 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓛𝓾𝓷𝓪 (𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora