Capitulo 12. El Ladrón.

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Mientras tanto...

— ¿Cómo te encuentras?— susurró Hermione.

— Fatal— respondió Ron con voz ronca, e hizo una mueca de dolor al mirar la herida en su brazo—. ¿Dónde estamos?

— En el bosque donde se celebró la copa del mundo de Quidditch— contestó Hermione—. Necesitábamos un espacio cerrado, protegido, y este lugar fue...

—... lo primero que se te ocurrió— completó Harry paseando su mirada por el claro bosque, aparentemente desierto. No pudo evitar recordar lo que sucedió la última vez que se aparecieron en el primer sitio que se le ocurrió a Hermione, ni que los mortífagos solo habían tardado unos minutos en encontrarlos.

— ¿Crees que deberíamos irnos de aquí?— preguntó Ron a Harry, y éste comprendió, por la expresión de su amigo que estaban pensando lo mismo.

— No lo sé.

Ron seguía pálido y sudoroso. No habían intentado moverlo de donde estaba, parecía demasiado débil para incorporarse. La perspectiva de sacarlo de allí resultaba desalentadora.

— Quedémonos aquí, de momento— propuso Harry.

— Ya realice todos los hechizos de protección que pude. Estaremos a salvo— comentó Hermione—. Al menos, si vienen nos enteraremos, pero no puedo garantizar que todo esto ahuyente a Vol...

— ¡No digas su nombre!— la interrumpió Ron con aspereza. Harry y Hermione se miraron—. Perdóname— se disculpó y jadeó un poco al incorporarse—, pero es que... Calie dijo que no debíamos hacerlo, es como un embrujo o algo así. ¿Les importaría llamarlo Quién-ustedes-saben, por favor?

— Dumbledore decía que temerle al nombre...— comentó Harry.

— Por si no te has dado cuenta, amigo, a la hora de la verdad a Dumbledore no le sirvió de mucho llamarlo por su nombre— le espetó Ron—. Solo pido que... no lo mencionen...

Harry estuvo a punto de replicar, pero Hermione le lanzó una mirada de advertencia: no debían discutir con Ron mientras estuviera tan débil.

— Voy a preparar té— dijo Hermione. Sacó una tetera y unas tazas de las profundidades de su bolso y se fue a la cocina de la tienda de acampar.

A Harry le sentó tan bien aquella taza de té; era como si así quemara un poco el miedo que palpitaba en su pecho. Al cabo de unos minutos, Ron interrumpió el silencio.

— ¿Estarán a salvo?

— Con un poco de suerte, sí...— contestó Hermione.

— No necesitan suerte— comentó Ron—. Estamos hablando de Calie, Malfoy y Nott.

— Aún así corren peligro— dijo Harry, apretando la taza entre sus manos—. Todos lo hacemos... solo espero que no tengan ningún problema... Bueno, lo tenemos, ¿no?

— Tenemos, ¿qué?— preguntó Hermione, confundida.

— ¿Para qué fuimos a visitar a tu tía, Hermione?— le dijo Harry, con sarcasmo—. ¡Me refiero al guardapelo! ¿Dónde está?

— ¿Si lo tienen?— exclamó Ron—. ¿Por qué no me lo dijeron?

— Oye, nos estaban persiguiendo los dementores y ah, sí, mortífagos también— repuso Hermione—. Aquí está— Lo sacó de su bolsillo y se lo entregó a Ron.

Era más o menos del tamaño de un huevo de gallina. Una ornamentada «S», con piedras verdes incrustadas brillaba un poco bajo la luz de las velas.

— ¿No hay ninguna probabilidad de que alguien lo destruyera después de que se lo robaran a Kreacher?— preguntó Ron con una sonrisa nerviosa—. O sea, ¿estamos seguros de que todavía es un Horrocrux?

𝓔𝓼𝓮𝓷𝓬𝓲𝓪 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓛𝓾𝓷𝓪 (𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora