Capítulo 22. El trato con Griphook.

541 53 7
                                    

Unas semanas después:

— Jamás habríamos podido hacer eso— les decía Hermione—. Ni tú Harry, ni nosotros jamás habríamos profanado la tumba del profesor Dumbledore.

— Pero ¿seguros que está muerto?— preguntó Ron.

Tanto Calie como Harry estaban absortos mirando por encima del muro que separaba el jardín del acantilado, para nada interesados en la discusión entre sus amigos.

— Si, Weasley, claro que está muerto— le dijo Draco.

— No empieces con tus teorías conspiranoicas— agregó Theo.

— Es que, observen los hechos— defendió Ron—: el Patronus de la cierva, la espada de Gryffindor, y el ojo que Harry vio en el espejo...

— Harry ya ha admitido que lo del ojo pudo imaginárselo, ¿no es así, Harry?— le preguntó Hermione. Caliope giró levemente su cabeza hacia el chico y éste le dio una mirada de fastidio que hizo que la castaña sonriera un poco.

— Sí, así es— confirmó Harry sin mirar a Hermione.

— Pero no crees que te lo imaginaste, ¿verdad?— insistió Ron.

— No, no lo creo— le dijo Harry.

Draco rodó los ojos y empezó a masajearse las sienes con los dedos, mientras Theo se mantenía divertido escuchando a Ron y Hermione discutir.

— ¡Pues ya está!— se apresuró a decir Ron—. Si ese no era el profesor Dumbledore, explíquenme cómo supo Dobby que estábamos en el sótano.

— Pues no podemos explicarlo— replicó Hermione, impaciente

— ¿Tú nos puedes explicar cómo lo envío Dumbledore si está a varios metros bajo tierra en una tumba?— le preguntó Draco.

Theo, Caliope, Hermione y Harry giraron hacia Ron, todos arqueando las cejas, en espera de una respuesta convincente.
— ¡No lo sé! ¡Quizá lo hizo su fantasma!— respondió él.

— Dumbledore no habría vuelto en forma de fantasma— sentenció Harry. Había pocas cosas acerca del profesor de las que estaba seguro, pero de eso no tenía ninguna duda—. Él habría seguido más allá.

— Además, no creo que ese sea su patronus— comentó Theo.

— ¿Por qué no?— preguntó Ron.

— ¿Una cierva?— preguntó Theo, incrédulo—. Creo que él tendría otro tipo de patronus, uno más interesante que eso.

Antes de que alguno pudiera responder, una voz habló a sus espaldas:
— Calie, Harry.
Luna, a quien la brisa hacía ondear su larga y plateada cabellera, había salido de la casa y se acercó a ellos.
— Griphook quiere hablar con ustedes. Está en el dormitorio pequeño. Dice que no quiere que nadie oiga.

La castaña y Harry compartieron una mirada antes de caminar hacia la casa, seguidos por los demás.
Griphook los estaba esperando, como había dicho Luna, en el más pequeño de todos los dormitorios. Había corrido las cortinas de algodón y el sol que se filtraba por ellas le daba a la habitación un intenso resplandor.

— He tomado una decisión— anunció el duende, sentado en una butaca baja mientras tamborileaba sus dedos—. Aunque los duendes de Gringotts lo considerarán una traición abyecta, he decidido ayudarlos...

Harry pareció aliviado, y por otro lado, Calie se cruzó de brazos.
— ¡Estupendo!— dijo el muchacho—. Gracias, Griphook, todos estamos muy...

— ¿Pero?— lo cortó Calie, mirando al duende directamente a los ojos.

—... pero a cambio de una recompensa— añadió el duende.

𝓔𝓼𝓮𝓷𝓬𝓲𝓪 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓛𝓾𝓷𝓪 (𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora