Capítulo 10. La Visita de Sirius Black.

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Frente a la misma cabaña, bajo la luz de la luna, decidió volver a entrar al lugar. Abrió la puerta, y allí estaban de nuevo esos golpes, pero esta vez venían acompañados de gritos desesperados y quejidos, alertando a Calie. Se acercó a la entrada en el suelo, intentando abrirla con desesperación, pero sin éxito. Cuando cesaron los gritos, el silencio la estremeció, y se alejó con lágrimas cayendo sobre sus mejillas.

Justo en ese momento, la puerta se abrió de golpe, haciendo que Calie cayera al suelo del susto. De allí salió una persona, pero no logró reconocer su rostro. Mientras esta sombra se acercaba, una gran explosión en la puerta la hizo abrir los ojos bruscamente y sentarse, poniendo sus manos en el rostro y respirando rápidamente.

Draco sintió el movimiento, se levantó y observó a la castaña con el rostro agachado, lanzando una mirada rápida a sus compañeros que seguían durmiendo. Sin pensarlo dos veces, abrazó a la chica, quien al sentirlo se tensó pero luego se tranquilizó. El rubio la volvió a acostar sin soltarla y la recostó sobre su pecho, acariciando su pelo. Así, logró que Calie volviera a dormir profundamente, dejando atrás el tormentoso episodio de la cabaña.

Por la mañana, los chicos despertaron primero, y Draco les comentó lo que sucedió en la madrugada. Decidieron no hostigar a Calie y esperar a que ella decidiera contarles lo que sucedía. Theo se acercó a ella y, con unos suaves movimientos en su hombro, logró despertarla.

— El desayuno se servirá pronto, arriba —dijo con una sonrisa cuando Calie se sentaba estirándose.

Los cuatro bajaron tranquilamente, aún con pijamas. Al bajar las escaleras, se dieron cuenta de que muchos los observaban. Caliope no le tomó importancia y siguió caminando con la cabeza en alto.

— ¿Qué rayos están viendo, chismosos? —dijo el rubio de mala gana, haciendo que todos volvieran a lo suyo y ellos siguieran su camino. Mientras caminaban, Theo miró a Calie con preocupación.

— ¿Estás bien? —preguntó suavemente.

Calie asintió con una sonrisa forzada.

— Solo una mal sueño, nada importante. Gracias, Theo. —Continuaron hacia el desayuno, llevando consigo la complicidad silenciosa que fortalecía su amistad.

El día transcurrió de manera normal, pero la duda sobre el collar y los sueños atormentaban lentamente a Caliope. Al anochecer, después de hacer ejercicio, se vistió con unos pantalones y un suéter cómodos. Tras meditarlo, salió de su habitación en busca del profesor Lupin. Al bajar las escaleras, se encontró con Draco besando a una chica en el sofá. Calie solo hizo una mueca y siguió su camino, pensando que no la habían visto. Sin embargo, el rubio se había percatado de su presencia y la miró justo cuando salía por la puerta de la sala común.

— ¿A dónde vas, Avery? —llamó Draco, interrumpiendo el beso, sin embargo, la chica no lo escuchó y siguió su camino.

Calie buscó por todo el castillo al profesor sin tener éxito. Ante eso, fue con la única persona que había tenido el mismo contacto con el profesor como ella: Harry Potter. Al dar la vuelta por el gran comedor, vio una gran cantidad de alumnos esperando afuera de la entrada. Entre ellos, pudo ver a Harry con sus dos amigos, así que se acercó a ellos.

— Hola, Harry —dijo la castaña al llegar a un lado del chico, quien, al verla, abrió los ojos y comenzó a mirar a su alrededor.

— Calie, ¿qué haces aquí? —preguntó en tono preocupado al notar que había llegado sola.

— Estaba buscando al profesor Lupin. Pensé que podrías saber dónde estaba —contestó tranquilamente la castaña.

— ¿Acaso no sabes lo que acaba de pasar? —gruñó Ron.

— Sirius Black entró al castillo —continuó diciendo Hermione hacia la castaña que los miraba sin entender—. Está buscando a Harry.

— ¿Por qué te buscaría? —preguntó la chica con el ceño fruncido, mirando al de lentes.

— No lo sé —respondió encogiendo los hombros—. Debes regresar a tu sala común. No es seguro estar afuera ahora.

— Bien, nos vem... —dijo Calie antes de ser interrumpida cuando la profesora McGonagall llegó a tomar lista de los alumnos.

Ante esto, Harry la escondió un poco poniéndose enfrente de ella. Después del pase de lista, la profesora ordenó que pasaran al gran comedor. Los alumnos empezaron a entrar, y Harry tomó la mano de la castaña llevándola adentro escondida para que no la atraparan y la castigaran.La castaña no tuvo más opción que acomodarse a un lado de Hermione, quedando frente a Harry. Al mirarlo, le habló para verificar si estaba dormido.

— Harry... —dijo casi en un susurro, a lo que el chico se volteó para escucharla mejor.

— ¿Qué pasa? —respondió tomando sus lentes y mirándola bien.

— Tengo dudas sobre el profesor. He tenido sueños que nunca había tenido, y casualmente se hacen más seguidos cuando paso tiempo con él —dijo para después soltar un suspiro y seguir hablando—. Además, el día que estuvimos con él noté que tenía uno como este —sacando el relicario de su cuello para mostrárselo.

— No te preocupes, Calie —dijo el chico tomando su mano como muestra de apoyo—. Mañana buscaremos al profesor para resolver tus dudas. Te ayudaré.

— Gracias, Harry —respondió la castaña con una pequeña sonrisa.

Antes de que el chico pudiera responder, fueron interrumpidos por el sonido de las puertas abriéndose, haciendo que ambos chicos fingieran dormir, olvidando soltar sus manos. La tensión en el aire se mezcló con el misterio que rodeaba al profesor Lupin y a los sueños de Calie.

Al lugar entró el director Dumbledore y varios maestros, expresando que no había señales de Sirius Black en el castillo. Calie no prestaba mucha atención hasta que quien parecía ser el profesor Snape dijo algo que la hizo tensarse.

— Debe recordar que antes de iniciar el curso le expresé mi preocupación por el profesor Lupin —dijo Snape, arrastrando las palabras.

— Ningún profesor dentro del castillo ayudaría a entrar a Sirius Black. Estoy seguro de que el castillo está a salvo, y creo que enviaré a los estudiantes a sus dormitorios —dijo Dumbledore tranquilamente mientras avanzaban hacia donde se encontraban los chicos.

— ¿Qué hay de Potter, debemos advertirle? —preguntó Snape.

— Tal vez, pero ahora que duerma —dijo el director al llegar a un lado de Harry.

Ambos adultos notaron que los chicos estaban tomados de la mano. Snape se disponía a agacharse para despertar a su alumna y sacarla de allí, pero fue detenido por Dumbledore, quien negó con la cabeza.

— Al dormir, se entra a un mundo que es enteramente nuestro —siguió observando a ambos chicos—. Déjalos nadar en el profundo océano o que se deslicen sobre la nube más alta.

Sin más que decir, ambos profesores salieron del lugar, dejando a los alumnos dormir tranquilamente. Al escuchar las puertas cerrarse, Calie consideró la idea de salir, pero después de pensarlo, decidió quedarse ahí e irse por la mañana para evitar más castigos de los que posiblemente ya tenía. La tensión en el aire y la incertidumbre sobre el profesor Lupin se entrelazaron con el drama que rodeaba a Sirius Black, creando un ambiente de inquietud.

𝓔𝓼𝓮𝓷𝓬𝓲𝓪 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓛𝓾𝓷𝓪 (𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora