Caliope Avery, una brillante estudiante de Durmstrang, ve su mundo transformado al ingresar a Hogwarts. Su vida da un giro cuando tiene su primer encuentro con Harry Potter.
Entre secretos familiares ocultos, peligros y misterios revelados, Caliope...
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— Mira, descubrí algo— anunció Hermione. Harry se sentó a su lado y ella le extendió el libro de cuentos que se la pasaba leyendo—. Al principio creí que era un ojo, pero ahora no lo creo. No es una runa, y no aparece en el silabario de conjuros. Alguien lo dibujó, no es parte del libro, alguien lo dibujó.
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— El papá de Luna lo usaba, en la boda de Bill y Fleur— le comentó Harry.
— ¿Por qué alguien lo dibujaría en un libro infantil?— preguntó Hermione, al aire.
— Hermione, lo pensé y... quiero ir al Valle de Godric. Es donde nací, donde mis padres murieron.
— El esperara que vayas ahí porque significa mucho para ti— le dijo Hermione, poniéndose de pie.
— ¡También es importante para él!— replicó Harry— Ya-Sabes-Quien murió ahí. ¿No es exactamente el tipo de lugar en donde escondería un Horrocrux?
— Es peligroso, Harry— Sin embargo, Hermione soltó un suspiro—. Pero, admito que últimamente he pensado que tenemos que ir. Creo que es posible que haya escondido algo ahí.
— ¿Qué?
— La espada— respondió Hermione—. Si Dumbledore quería que la encontraras y que no cayera en manos del ministerio, que mejor escondite que el pueblo natal de Gryffindor.
Una hora antes de Navidad.
— Enana, ¿lista?— preguntó Theo, que estaba recargado en el marco de la puerta—. Narcissa y Draco dicen que está lista la cena.
— ¿Crees que estén bien?— preguntó Calie, mirando por el balcón—. No podemos recibir su correo.
— Están bien, estoy seguro— le dijo Theo, colocándose a su lado—. Estás hablando de Blaise y Pansy. Al menos sabes que ella lo mantendrá con vida.
Calie soltó una risa. — Los extraño mucho— susurró.
— Sí... yo también— respondió Theo, igual en un susurro.
