Capítulo 4. Camino a Hogwarts

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Al ingresar al tren, Caliope no podía evitar mirar a todos lados con curiosidad, podía sentir la diferencia incluso en el ambiente, al ver a todos los estudiantes reuniéndose con sus amigos, había también quienes suponía eran nuevos ya que como ella, no llevaban el uniforme de ninguna casa.
Seguía avanzando en el pasillo con la esperanza de encontrar un lugar vacío, cuando creyó que había encontrado uno regreso al pasillo al darse cuenta de que había un hombre al parecer durmiendo muy cómodamente, no quería molestarlo, así que siguió su camino.
Para su suerte, encontró uno, casi al final de los vagones, el único detalle era que estaba un poco lejos de un baño, restándole importancia se sentó y empezó a sacar un libro para leer, no sin antes volver a pararse para cerrar la puerta del compartimento y bajar las cortinas, así quizá evitarían entrar, por ahora no quería interacciones, no hasta saber la casa donde estaría.
Su plan al parecer había funcionado, ya que había pasado tiempo y nadie había llegado ahí, seguía leyendo hasta que un movimiento brusco en el tren la hizo soltar el libro bruscamente, noto que el tren se había detenido.
¿Qué diablos está pasando? Merlín mi primer día y nos quedamos en medio de la nada, pensó.
Las luces se apagaron y de pronto sintió un frío que hacía que los huesos le dolieran, al revisar por la ventana no podía ver nada, decidió levantarse y abrir la puerta del compartimento, cuando asomó su cabeza no podía creer lo que había visto, un dementor.
Sin dudarlo, con seguridad corrió a donde se encontraba el ente abriendo la puerta de uno de los lugares, al llegar apunto si varita para atacar al ente.
Una luz blanca salió de su varita ahuyentando al dementor del chico que caía desmayado. Al girar se percató que el hombre al que había visto dormir estaba parado atrás del chico con otros dos estudiantes.
— ¿Estará bien? — pregunta Calie fríamente al ver que ayudaban al chico de lentes a levantarse.
Todos se sobresaltaron al oír un chasquido. El profesor Lupin partía en trozos una tableta de chocolate.
—Toma —le dijo a quien ahora sabía que se llamaba Harry, entregándole un trozo especialmente grande —. Cómetelo. Te ayudará.— Harry tomó el chocolate, pero no se lo comió.
—¿Qué era eso?– preguntó Harry.
— Un dementor, debe estar aquí por el tema de Azkaban, bien si ya estás mejor, me retiro— sin más que decir, Calie regresó a su compartimiento, dejando a un Lupin desconcertado.
Todos la miraron. El profesor Lupin arrugó el envoltorio vacío de la tableta de chocolate y se lo guardó en el bolsillo.
—Comételo.—insistió—. Te hará bien. Disculpen, tengo que hablar con el conductor.

El resto del viaje siguió tranquilo, escuchaba como todos comentaban de la luz que había alejado al dementor, mientras ella seguía leyendo tranquilamente, no negaba que eso la hacía hacer sentirse de algún modo, superior. Por fin, después de un largo viaje logró ver cómo llegaban a una estación llamada Hogsmeade y espero a que la mayoría de los cursos terminaran de bajar para hacerlo ella y así lograr incorporarse con los chicos de primero, ya que le dijeron que su selección sería junto a la de ellos. Termino poniéndose su túnica negra y salió para alcanzar a los más pequeños, estos la observaban con curiosidad y otros simplemente se perdían en la indudable belleza de aquella castaña. Ella solo sonreía con ternura a los chicos.

Los hicieron subir a unos botes, la castaña miraba con un gesto de disgusto viendo donde tenían que pisar para poder subir a ellos, se acercó a quien para ella era el encargado de ese pequeño viaje, un hombre de gran tamaño de pelo largo y desordenado.
—Mjm, disculpe...— se aclaró la garganta nuevamente y jaló un poco el saco del hombre que parecía no escucharla o simplemente ignorarla.
— ¿mjm? Oh vaya, no te había visto por aquí – comenta asombrado el semigigante volteando hacia abajo para observar a la chica.
— Si, me di cuenta... esperaba que hubiera otra opción para poder llegar al castillo– dice mirando fijamente a los ojos del hombre que la miraba con ceño fruncido.
— ¿Porque no tomaste los carruajes? Claramente se ve que no eres de primer grado— Caliope lo mira con asombro y cambia su expresión a una de enojo para cruzarse de brazos.
— Claramente no lo soy, soy nueva en la escuela, entraré a tercer año y bien, el detalle aquí es...— antes de que siguiera Hagrid la interrumpió.
— Bien chica nueva, los carruajes se han ido así que tendrás que entrar al bote— dice señalando el último bote que quedaba.
— ¿Qué? Acaso no ha visto ese suelo, dañare mis mejores zapatos— comenta Calie ofendida.
— Puedes tomar el sendero, quizás llegues para el desayuno de mañana al comedor— Responde Hagrid ante la actitud caprichosa de la castaña.  Este empieza a alejarse para subirse al bote.
— ¿Podría cargarme?— pregunta inocentemente Calie al ver que el hombre se aleja, cuando voltea, esta le hace un puchero.
—Ughh, bien— responde el semiginante tomando a la chica para subirla al bote y que esté avanzara solo.
Cada vez que el barco avanzaba más, lograba ver mejor aquel impresionante castillo.
— Definitivamente esto no es Durmstrang...— dice al aire la castaña con una cara de asombro.
Al girarse se da cuenta de que Hagrid ya la alcanzo y esta le lanza un saludo con la mano y una sonrisa, a lo que el gigante solo se limita a una mueca y subir la mano.
—Ahhh, me cae bien— comenta la castaña a sí misma moviendo los hombros cuando se gira de nuevo a ver el castillo.
Tal vez estar aquí no sea tan malo después de todo, pensó.
Al llegar no tuvo otra opción que bajar de aquel bote sola al ver que Hagrid se había ido con los de primero.
— Hubiera agradecido mejor el favor completo— dice entre dientes tratando de sacudir sus zapatos.
Una vez que se incorporó con los alumnos de primer año que estaban con una maestra alta de pelo gris y túnica verde esmeralda, se hizo paso entre los pequeños para llegar casi al frente, pudo notar como la profesora la miró de una manera extraña, como si la reconociera de algún lado, pero eso era imposible así que lo dejó pasar.
—Bien, alumnos de nuevo ingreso, síganme para iniciar su selección.— ordenó la profesora.
— Espere, disculpe ¿yo pasaré con ellos?— pregunta Caliope al ver cómo los niños empezaban a formarse.
— Oh no querida, tu selección será después, cuando escuches tu nombre la puerta se abrirá para darte paso al comedor.— dijo la profesora con seriedad mirándola.
—Bien, antes de irse ¿podría ayudarme a limpiarme? Odiaría entrar así.— indicando sus zapatos y la túnica un poco manchada de tierra.
La profesora la mira con las cejas levantadas, pero aún así realiza un hechizo de limpieza sobre ella para después retirarse con los alumnos pequeños.
—Gracias...— murmura la castaña en su dirección y la profesora le sonríe.

𝓔𝓼𝓮𝓷𝓬𝓲𝓪 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓛𝓾𝓷𝓪 (𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora