𝓔𝓼𝓮𝓷𝓬𝓲𝓪 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓛𝓾𝓷𝓪 (𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲)

Capítulo 4. La Orden del Fénix

— Esto es ridículo— se dijo así misma.

Trataba de meditar lo que acababa de suceder, en su mente estaba la idea de escapar el lugar, pero no conocía lo suficiente como para saber a dónde llegar, ideaba un plan hasta que la voz de su padre la hizo dar un pequeño brinco en su lugar.

— Calie— la llamó suavemente Lupin detrás de ella—. Entra, querida, por favor.

— Discúlpame papá, no quise hacer eso— contestó aún dándole la espalda—. No sé qué me pasó, estoy demasiado cansada.

— Hija, mírame— dijo Lupin, colocando sus manos en los hombros de Calie, haciendo que girara hacia el—. No te preocupes por eso, vuelve adentro, no puedes estar sola por las calles ahora.

— ¿Debo unirme a la Orden? ¿Es lo correcto?— preguntó suavemente mirándolo a los ojos.

— Esa es tu decisión, no te presiones, lo único que quiero es que estés a salvo— respondió Lupin, acercándola para abrazarla—. Vamos, la reunión ya terminó y debes cenar algo.

Calie asintió apretando los labios y ambos regresaron a la casa. Avanzaban por el pasillo, cuando de las escaleras bajaban Harry, Ron y Hermione.

— ¿Qué hace ella aquí?— preguntó Hermione a Harry en voz baja—. ¿Llegó contigo?

— ¿A qué te refieres? Es nuestra amiga— respondió Harry.

— Y también es amiga de Malfoy, es de Slytherin— agregó Ron.

— No digan estupideces, ella no es como ellos— replicó Harry, bajando más rápido las escaleras para alcanzar a la castaña.

Harry quiso acercarse a Calie pero ella lo ignoró, haciendo que Harry sintiera un pinchazo en el pecho, y avanzó siguiéndola junto a Lupin hacia el comedor.

— Bueno, cenaremos en la cocina... ¡Ahh!— gritó Molly, haciendo que Calie girará hacia ella, encontrándose con los gemelos—. El hecho de que ya puedan usar magia, no significa que puedan sacar sus varitas en cualquier momento— regañando a sus hijos.

Cuando entró al comedor, Calie buscó a Snape, pero este ya no estaba en el lugar, se sentó en el extremo de la mesa, ignorando a todos en el cuarto, aún así, escuchaba lo que decían afuera.

— ¿Seguro que estás bien, Harry? Nos preocupas— escuchó decir a lo lejos al señor Weasley.

Ella apretó sus manos en puños, ¿porque a mí no me preguntaron si me encontraba bien? Pensó.

Harry entró al comedor y se sentó a un lado de Calie, la miraba intrigado y se acercó para susurrarle—. ¿Todo bien?

— Si, no te preocupes, solo estoy cansada— respondió dándole una leve sonrisa.

Luego de unos minutos, todos los demás se encontraban ya en la mesa comiendo, Calie no levantaba la mirada en ningún momento, concentrándose solamente en cenar, mientras escuchaba las conversaciones.

— Esto es muy peculiar, parece que tu audiencia en el ministerio será frente a todo el Wizengamont— dijo Arthur Weasley.

— No lo entiendo, ¿qué tiene el ministerio de magia en mi contra?— dijo Harry irritado, haciendo que Calie, quien estaba a su lado, lo mirara de reojo.

— Que lo vea— gruñó Moody— De todos modos lo sabrá.

Todos en el lugar guardaron silencio, Calie por fin elevó su mirada, al notar como Kingsley le extendía un periódico de "El Profeta" a Harry.

— El joven que mintió— leyó Harry, Calie se acercó a él para leer el artículo y frunció el ceño.