Capítulo 40. Final Cáliz de Fuego.

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Cuando Calie llegó a la mansión de los Avery, una pesada sensación de culpa la envolvía, recordando la trágica muerte de sus tíos.

El silencio del lugar resonaba con la ausencia de quienes ya no estarían allí durante el verano, o nunca más. Aunque la soledad era familiar, ahora llevaba consigo el peso de no volver a verlos, privándola de la peculiar forma en que la amaron y cuidaron.

La tristeza se mezclaba con los recuerdos en ese sombrío rincón que antes llamaba hogar.

La noche se volvió insoportable para ella, incapaz de evadir la abrumadora sensación de soledad que la acosaba. Se resentía consigo misma por experimentar ese vacío, a pesar de ser consciente de que aún contaba con personas que la amaban en su vida.

Optó por abandonar la cama y deambular por la mansión. Recorría los pasillos hasta toparse con la antigua oficina de Ronan. Al abrir la puerta, se encontró con el espacio meticulosamente ordenado, y al adentrarse, cerró la puerta tras de sí.

Al alcanzar el amplio escritorio, se sentó y, sin mucha reflexión, decidió explorar los cajones. La sorpresa la invadió al descubrir los dos primeros completamente vacíos, algo que le pareció extraño considerando que Ronan solía pasar horas en ese lugar, inmerso en la lectura de numerosos pergaminos.

Al abrir el último cajón, se topó con un paquete que, al tomar en sus manos, descubrió que llevaba su nombre. Con un nudo en la garganta, lo dejó sobre el escritorio y comenzó a deshacer el lazo que lo envolvía.

Con sus manos temblorosas, tomó la carta que estaba dentro del paquete, la abrió y con los ojos llenos de miedo, comenzó a leerla:

"Querida, Caliope Lupin Avery.

Si estás leyendo esta carta, significa que hemos llegado al final de nuestro camino juntos. Quiero que sepas que cada momento que compartimos contigo fue un regalo inmenso en nuestras vidas. Tú fuiste esa divina luz de luna que iluminó los rincones más oscuros de esta familia.

Hoy, hemos tomado la decisión de entregarnos, sabemos que regresará y buscará de ti. Somos conscientes de que el sacrificio que hacemos hoy es inevitable para protegerte del oscuro destino que nos persigue como mortífagos.
——
Calie bajo la carta y se llevó las manos al rostro mientras soltaba todo el llanto, sentía un enorme dolor en su pecho, ignorándolo, volvió a tomar el papel para seguir leyendo.
——
En tus venas corre magia antigua, un poder que nunca pudimos comprender por completo. Esa conexión te hace fuerte, pero también te convierte en un blanco para quienes buscan corromper lo más puro. El amor puede ser tu mejor o tu peor aliado.

En nuestra ausencia, esperamos que encuentres la fuerza para enfrentar los desafíos que la vida te deparará, esto no acabará aquí.

Eres fuerte, Calie, lo sé porque yo te crié para serlo, y confiamos en que encontrarás la fuerza para seguir adelante.

Dentro del paquete encontrarás lo que por años te arrebatamos, guarda en tu corazón los recuerdos de los días felices que compartimos, y no dejes que la tristeza oscurezca tu camino.

Con amor eterno, Ronan y Jordana."

Con lágrimas en los ojos, volvió a dirigir su mirada hacia el paquete. Al retirar el papel, se topó con otra pequeña caja.

Al abrir cuidadosamente la caja, se reveló un diminuto frasco que emitía un brillo azulado, acompañado de unas pocas fotografías con movimiento.

Al mirarlas, su mente se llenó de pequeños flashbacks y logró reconocerla, era su madre, Juliana. En la fotografía que sostenía en su mano, estaba ella de bebé siendo cargada por su madre, detrás de ella estaban Ronan y Jordana, se veían visiblemente felices.

Colocó la fotografía sobre su pecho, sollozando al comprender que los había perdido irremediablemente.

El resto de la noche la pasó en el sillón de la oficina, sosteniendo entre sus manos el diminuto frasco que Ronan le dejó, eran sus recuerdos.

Experimentaba una extraña amalgama de agradecimiento y enojo, sin comprender del todo el propósito de esos recuerdos ahora que estaba sola en ese vasto lugar. Volver a verlos, incluso en sus recuerdos, parecía ser una cruel ironía, una presencia vacía en la soledad que la envolvía.

El amanecer estaba saliendo y Calie, camino hasta el gran balcón de su habitación, al llegar lo observaba con algunas lágrimas que caían sobre sus mejillas, cuando el sol llegó a su rostro, cerró los ojos y soltó un suspiro.

𝓔𝓼𝓮𝓷𝓬𝓲𝓪 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓛𝓾𝓷𝓪 (𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora