Capítulo 28. La Lealtad de Caliope.

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A medida que se acercaba la fecha de regreso a Hogwarts, Sirius se mostraba más propenso a lo que Lupin llamaba "ataques de melancolía", durante los cuales se ponía más gruñón que de costumbre y muchas veces se retiraba al cuarto de su madre, donde pasaba horas enteras.

Calie y Harry no querían dejarlo otra vez con la única compañía de Kreacher; de hecho, por primera vez en sus vidas, no les agradaba mucho la idea de regresar a Hogwarts. Volver a al colegio significaba tener que soportar la tiranía de Dolores Umbridge, quien sin duda se las habría ingeniado para que aprobaran otra docena de decretos durante su ausencia, los iban a cargar de tareas ahora que se acercaban los exámenes y a Harry le preocupaba que Dumbledore estaba más distante que nunca.

El día antes de que las vacaciones terminaran, ambos recibieron una visita inesperada. Por primera vez en todas las vacaciones, Calie, Draco y Theo estaban junto a Harry, Hermione y los hermanos Weasley en una sola habitación.

— Calie, Harry, queridos— dijo la señora Weasley asomando la cabeza por la puerta del dormitorio que compartían Harry y Ron, donde estaban jugando ajedrez mágico contra Draco y Theo mientras los gemelos y las chicas los observaban—, ¿pueden bajar un momento a la cocina? El profesor Snape quiere hablar con ustedes.

Calie soltó a Crookshanks y miró a Harry, quien no le había prestado atención a lo que la señora Weasley acababa de decir; una de sus torres había iniciado una violenta pelea con un peón de Draco, y él la incitaba con entusiasmo.

— Aplástalo, ¡aplástalo! ¡Solo es un peón, idiota!— exclamó Harry— Lo siento señora Weasley, ¿qué decía?

— El profesor Snape, cariño. Los espera en la cocina. Quiere hablar con ustedes dos— respondió la señora Weasley señalando a Calie.

Harry abrió la boca, horrorizado y miró a Calie, sin embargo, ella a diferencia de Hermione y Ginny, se miraba tranquila.

— ¿Snape?— repitió Harry sin comprender.

— ¡El profesor Snape, Potter!— exclamó Draco—. Más vale que no lo hagas esperar, tranquilo, de todos modos ya habían perdido— dijo sonriendo.

— Harry, de prisa— dijo Calie, logrando que se pusiera de pie.

— ¿De qué querrá hablar con nosotros?— le preguntó a Calie, preocupado, cuando salieron de la habitación.

— No lo sé, mejor bajemos ya— respondió Calie, tomándolo del brazo para que caminara rápido.

Un par de minutos más tarde, Calie abrió la puerta de la cocina y encontraron a Sirius y a Snape sentados en la larga mesa, cada uno con la mirada fija en un lugar diferente. El silencio en la habitación delataba la antipatía que sentían el uno por el otro. Lupin entró unos segundos después que ellos, sosteniendo una carta que dejó sobre la mesa.

Lupin carraspeó para anunciar la presencia de los chicos y Snape giró su cabeza hacia ellos.
— Siéntate, Potter.

— Mira— dijo Sirius en voz alta mientras se mecía sobre las patas traseras de la silla y miraba al techo—, preferiría que aquí no dieras órdenes, Snape. Esta es mi casa, ¿sabes?

Calie lo miró con el ceño fruncido y luego miró a su padre, quién solo hizo una seña de que no le tomara importancia. Ella decidió ignorar el hecho, tomó a Harry del brazo y lo hizo sentarse.

— He venido por orden de Dumbledore— comentó Snape, ignorando lo que Sirius le había dicho—. El director me envía, Potter, para decirte que quiere que este trimestre estudies Oclumancia.

— Que estudie ¿qué?— preguntó Harry, desconcertado.

— Oclumancia, Potter. La defensa mágica de la mente contra penetraciones externa. Es una rama oscura de la magia, pero muy poderosa— explicó.

𝓔𝓼𝓮𝓷𝓬𝓲𝓪 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓛𝓾𝓷𝓪 (𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora