Capítulo 8. Astucia.

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Al día siguiente, por la mañana, Caliope se apresuró a vestirse. Notó cómo su falda le empezaba a quedar ligeramente más corta, sin embargo, no era algo que le molestara; de hecho, le gustaban sus piernas que, con el entrenamiento, se veían mejor que nunca. La seguridad en sí misma y el aprecio por su figura añadían un toque de confianza y sensualidad a la rutina matutina de Calie.

Cuando estuvo lista, Calie salió rápidamente de su habitación y bajó a la sala común, donde los chicos la esperaban. Sin embargo, ella siguió su camino, no sin antes acercarse a Theo.

— Tengo algo que hacer, nos vemos en el comedor — le dijo rápidamente, sin darle tiempo a Theo de contestar, y salió del lugar.

Calie se dirigió rápidamente a la lechucería para enviarle la carta a Ronan. Una vez que Nyx se fue, regresó al castillo para llegar al gran comedor. Sabía que ahí encontraría a quien la ayudaría con su plan: el profesor Snape.

Al entrar al comedor, Calie se dirigió rápidamente hacia donde estaban los demás, notando cómo Draco continuaba conversando con todas esas chicas de un grado menor. Ella pasó a un lado de él con la cabeza en alto, llegando directamente a sentarse al lado de Theo, quien observaba el horario que tendrían ese año.

—Hoy no está mal: fuera toda la mañana —dijo Theo pasando el dedo por su horario—. Herbología y Cuidado de Criaturas Mágicas... ¡Maldita sea!, seguimos teniéndolas con los de Gryffindor...

Calie soltó una risa escuchando a Theo mientras se servía su desayuno. Pansy le acercó su horario y ella le agradeció.

—Y esta tarde dos horas de Adivinación —gruñó Blaise.

La castaña siguió concentrada en su desayuno, pero antes de que pudiera terminar, observó al profesor Snape, quien caminaba rápidamente hacia la salida.
— Ahora vuelvo — les dijo a los chicos y salió detrás del profesor.

Snape era tremendamente rápido por los pasillos, pero Calie logró alcanzarlo y llegó a su lado, haciendo que el profesor girara a verla intrigado por su repentina aparición.

— ¿Y bien? — dijo Snape, bajando la velocidad de sus pasos para que Calie lo alcanzara.

— Primero que nada, qué gusto verlo nuevamente, profesor — alardeó Caliope con una sonrisa, haciendo que Snape parara en seco y la mirara con una ceja alzada.

— ¿En qué puedo ayudarle, señorita Avery? — le dijo mirándola severamente, consciente de que buscaba su ayuda.

— Es sobre mi habitación — soltó Calie, relajando sus brazos.

— ¿Acaso no le gustó la decoración? — preguntó Snape irónicamente con una mueca.

— Gracioso. No, profesor. Me preguntaba si ¿podría tener una compañera? Pansy Parkinson — le dijo Calie juntando sus manos en manera de súplica.

— ¿Y la exclusividad? No me parece que a su... tutor le guste mucho la idea... ya que fue bastante exigente en cuestión de su privacidad — le comentó Snape cruzando sus brazos.

— Profesor, con lo que pasó el curso pasado con las hermanas Greengrass, no me parece correcto que ella siga ahí, ¿no? Por favor, profesor... ¿sí? — dijo haciendo un pequeño puchero.

Snape la miró fríamente unos segundos, pero luego giró los ojos haciendo una mueca y le contestó:

— Bien, enviaré a alguien para que modifique la habitación y agregue una cama extra, pero ni un comentario a nadie sobre esto — le advirtió señalándola levemente.

— No se preocupe, profesor — dijo Calie moviendo sus manos emocionada — muchas gracias.

— Le informaré en cuanto esté listo, ahora vaya a sus clases, es tarde — le dijo Snape con un movimiento de cabeza indicando que se fuera.

𝓔𝓼𝓮𝓷𝓬𝓲𝓪 𝓭𝓮 𝓵𝓪 𝓛𝓾𝓷𝓪 (𝐃𝐫𝐚𝐜𝐨 𝐌𝐚𝐥𝐟𝐨𝐲)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora