Capitulo 221

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Narra Gaby

Estamos ya en casa de Pepi, hay más caras nuevas que conocidas y creo que Malú tiene más primos que yo familiares y amigos.

Converso tranquilo en el sillón con Curro y Chia, mi chica se ha desaparecido por ahí entre las guitarras, taconeos y cantes.

~ Papi, Lucia se ha puesto perdida.

Me levanto en busca de mi pequeña lianta y escucho su llanto desde la cocina. En un intento fallido de coger unos quesos que han quedado del picoteo ha derramado sobre sí una botella de vino que quedó abierta.

+ Ven aquí.

La cojo para tranquilizarla.

Ch: Sí que es un bicho, ¿eh?

Ha venido detrás de mí.

Ch: Malú me ha contado algunas trastadas, ahora lo compruebo.

Hace que ambos riamos, pero a la pequeña no parece causarle gracia porque llora con más fuerza.

Ch: Ve con ella, yo friego esto.

+ Ya, puedo hacerlo yo cuando acabe.

Ch: Que no pasa nada.

+ Vamos a cambiarte, princesa.

Digo a la pequeña saliendo de la cocina. Pepi está sentada en un taburete del otro lado del salón, pero nos ve y se levanta a echarme una mano. Además como buena abuela tiene algunas mudas en su casa.

P: ¿Qué has liado, bicho?

Estira sus brazos para cogerla. Lucia se niega y llora aferrándose más a mí, genial, ahora yo también me estoy quedando perdido.

Los llantos de la peque llaman la atención de Malú, que a pesar de estar sumida en la fiesta flamenca que se han montado en el salón de mi suegra no tarda en venir a socorrer a la enana.

- ¿Qué has hecho ahora?

Le pregunta haciéndole una carantoña mientras la desvisto.

= Ezo, hambe Lu.

Malú me mira confundida intentando descifrar la explicación de la nena. Me encojo de hombros, yo tampoco he podido entenderle.

- Me voy a comer tu lengüita de trapo.

Le hace unas cosquillas en la barriga.

- Pero no te he entendido.

= Hambe Lu.

- ¿Tienes hambre?

Eso sí estamos acostumbrados a oírle. Lucia asiente desde la bañera. Si no le doy una ducha rápida apestara a vino en resto de la tarde.

- Ezo.

+ ¿Querías queso?

Pregunto recordando el plato de la cocina.

P: Aquí tenéis ropa.

Mi suegra entra al baño con una tenida en sus manos.

- ¿Mamá, puedes acabar tu con ella?

Le pide a la Pepi que acepta sin pegas, ella es otra que quiere a mis hijas como si de su verdadera familia se tratase.

Malú coge mi mano y me guía hasta su antigua habitación, echando el pestillo a la puerta.

- Tu también te has puesto perdido.

Dice provocativa desabrochando los botones de mi camisa.

+ Si no me vas a permitir acabar dentro de ti, ni se te ocurra hacerme esto en la casa de tu madre.

Me aparto para quitarme la camisa, yo solo.

+ En el coche tengo mi bolso con ropa de deporte, ve a traerme algo, porfa.

Le pido.

- Con lo guapo que vas así, ¿para que vas a vestirte?

+ Para volver allí abajo junto a tu familia.

Apoyo mi dedo en la punta de su nariz.

+ E ir a por ese bendito queso que ha sido la causa del desastre.

Sonrío.

- Tu no sales de esta habitación en estas pintas.

Dice autoritaria, acercándose a mi boca.

- O tendré que pelearme con mis primas que no te quitarán los ojos de encima.

+ Pues ve a por mi camiseta.

Río.

- No sin mi pago, que yo no trabajo gratis.

Asegura con guasa.

+ ¿Y que quieres a cambio?

Se hace la pensativa, como si alguno de los dos dudará donde pretende acabar.

- Esta noche te lo cuento en casa, por ahora dame un beso a modo de adelanto.

Propone a quemarropa de mis labios.

+ ¿Estas segura que no te vas a quedar todavía más cachonda y tendrás que calmarte solita?

Acaricio su zona más íntima por encima de su pantalón.

- Si eso... pues nada, el calentón me lo quitas tú mismo.

Desabrocha el botón de su pantalón.

P: Papis, que ya estoy lista.

Mi suegra corta el rollo desde el pasillo, con voz infantil. Joder, la temperatura aquí ha subido demasiado.

Solo el amor nos salvará (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora