Capitulo 298

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Estoy por quedarme dormida después de dar incontables vueltas en la cama, cuando unos suaves golpes en la puerta me sobresaltan.

Me levanto de mala gana. Entreabro y al encontrarme a José me quito para dejarle pasar.

J: Es Gaby.

Estira su mano, tendiéndome su móvil.

- Dile que se vaya a tomar por culo.

Uso unos decibeles suficientemente altos como para que pueda oírme del otro lado del teléfono.

J: No me metáis a mi en medio de vuestras discusiones.

Me pide cansado. A juzgar por las horas, estaba de fiesta con el resto del equipo y ha venido especialmente por el llamado de mi chico.

Cojo el aparato y sin acercarlo a mi oreja le hablo.

- Te he dicho que no me llames.

No espero respuesta y corto, devolviéndole a mi hermano su móvil.

J: A veces eres de lo más insoportable.

Que bien, es él quien me oculta que Lucia está ingresada, y yo la insoportable.

- Que te den.

Le miro enfada, y con un gesto le invito a salir de mi habitación.

J: Ya me voy, pero antes vas a escucharme.

- No quiero, estaba por quedarme dormida.

J: Pero ya no lo estás.

Resoplo.

J: Gaby la cagó, no voy a justificarle.

Aclara.

J: Pero no te pases tú.

- José, Lucia también es mi hija... o igual para el no, ya ni lo sé.

El enfado empieza a dar paso al dolor. Reconocer frente a mi hermano lo que me ha hecho sentir Gaby ocultándome lo de Lu, hace que un gran nudo se forme en mi garganta.

J: Yo no lo veo así Lula... metió la pata... con buenas intenciones... no quería preocuparte para que tú puedas disfrutar a pleno de tu trabajo aquí.

Me encojo de hombros. Cojo los cigarrillos y salgo a la terraza.

J: No te digo que le felicites.

Me sigue.

J: Ni que le agradezcas... pero a veces eres demasiado dura... debieses valorar el estar al lado de una persona que no solo aguanta el ritmo frenético de tu trabajo, si no que se jode el para que tú puedas disfrutarlo...

Suspiro abatida.

J: ¿Te crees que para el no sería más cómodo tenerte allí?... no creo que se le haga fácil pasar del hospital a vuestra casa varias veces por día... lo hizo mal, pero lo hizo por ti.

- Déjalo, José.

Le pido dolida, tengo tantas ganas de llorar.

J: Eres imposible.

Farfulla devolviendo sus pasos hasta la puerta. Otra vez sola. Doy una última calada con los ojos empapados y vuelvo a la cama, aferrada a una almohada me echo a llorar.

Solo el amor nos salvará (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora