Capitulo 324

357 21 3
                                    

Narra Gaby

+ ¿Estáis seguros?

Pregunto a Vero y Asier. Carla no ha dejado de pedir ir al parque de atracciones y Malú no se siente cómoda yendo, en estas fechas está que desborda  y no dejarían de pararla, sin permitirle que pueda disfrutar, por lo que nuestros amigos se han ofrecido en llevar a Camila y Lucia.

V: No se hable más, las pequeñajas se vienen con los tíos.

+ Gracias.

Poco más de una hora después me encuentro conduciendo hacia la montaña con ella a mi lado. Alba tenía planes con Iván, por lo que nada nos obliga a volver pronto. He preparado algunos tuppers con comida para que pasemos allí la tarde solos. Nos vendrá bien algo de intimidad, además ella sigue con esa actitud rara que intenta disfrazar. Conmigo no cuela, sé lo que pasa por su cabecita, solo que me hubiese gustado que me lo cuente.

+ Ven.

Estiro mi brazo para invitarla a sentarse entre mis piernas. Llevamos un rato andando y creo que hemos encontrado el sitio perfecto para pasar un tiempo largo. Las vistas son preciosas y el árbol que me sirve de apoyo también nos brinda sombra.

Sonriente se acomoda, y esconde su rostro en el hueco de mi cuello. Como me gusta tenerla así, bien pegadita a mi.

En silencio me nutro de su aroma, acariciando el bajo de su espalda y contemplando la ciudad que se aprecia a nuestros pies.

Sonrío satisfecho al escucharla ronronear. Lo hace cuando verdaderamente está agusto y relajada. Es justamente lo que he querido conseguir.

+ Princesa.

La llamo. Su respuesta es solo un sonidito que confirma que me escucha.

+ Mírame.

Le pido. No quiero quitarla bruscamente del escondite que se ha creado en mi, pero necesito toda su atención.

- No quiero.

Protesta con voz de niña.

- Estoy agustito.

+ Estas muy mimosa tu.

Asevero enternecido. Hace días que no estaba así, echaba de menos su lado más dulce.

- Chi.

+ Es que quiero decirte algo.

Sonrío al ver como inmediatamente abandona su refugio para mirarme. Es una cotilla. Ya sabía yo que no se iba a resistir ante aquel comentario. Sus ojos se reflejan en los míos y une nuestros labios en un beso pausado que me sabe a gloria. Al separarnos se lleva mi labio entre sus dientes. Los de ella están algo hinchados. Supongo que los míos no deben verse muy diferentes.

Echaba tanto en falta esta complicidad que ahora dudo en si hablar. Hoy ha vuelto a ser ella y yo no quiero estropear nada, pero no puedo engañarnos, guardar silencio en un tema como este solamente va a conseguir hacernos daño.

Solo el amor nos salvará (Segunda parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora